Capítulo 2: Comisaría

16 3 1
                                    

Apenas 10 minutos después llegamos a la comisaría. Nos confiscaron los skates mientras Aslan me llevaba en brazos a una pequeña sala de enfermería que ni sabía que había.

—Seguro que estás bien. Mala hierba nunca muere suelen decir.— escupe el policía.

Le miro seria mientras una gota de sangre se desliza por la comisura de mis labios.

—Eres repugnante.—le digo.

Saca su móvil mientras me ignora.

Aslan está tratando los arañazos de mis piernas.

¿Cómo puedo ser tan patética?

—En verdad parece mucho, pero no es tan grabe.—dice calmado.

Suelto un gemido cuando la gasa toca la herida.

—Escuece.—me quejo.

—Lo sé. Lo sé. Será solo un momento.—me acaricia la pierna con delicadeza.

—¿Todavía no habéis acabado?—Vuelve a interrumpir el policía.

Aslan le mira fríamente.

—Como sea. Llamaré a tu madre.—me mira.

Me río.

—Supérala. Solo fue un polvo de una noche Floch.—le miro con asco.

Se acerca un poco a mí.

—Sí, tú sabes mucho de eso, ¿Verdad Lynx?— se relame.

—Púdrete.

—El pueblo sabe. La gente habla mucho Jade. Mucho.— recalca.

—¿Te crees que me importa lo que piensen de mí una panda de imbéciles? Solo me importa lo que piense una persona, y ahora mismo está limpiándome las heridas, asi que venga, dí lo que quieras de mí. —le espeto.

—En cuanto sepa la clase de persona que eres hará lo que hacen todos.— se acerca a nosotros — se irá.

—Eso es problema mío.—se interpone Aslan.

Está mirándole muy serio, apretando la mandíbula. En otras circunstancias ya le habría partido la cara a ese hijo de perra pero ahora, solo sería empeorarlo.

—Te dará problemas chico.—le advierte.

Aslan se ríe.

—Me encantan los problemas y más si son de ella.—me mira.

Sonrío sin querer.

Nos mira con asco y sale de la sala.

—¿Crees que tu madre te la liará mucho?— pregunta volviendo a mis heridas.

—¿Puedo dormir hoy en tu casa?— miro las heridas de mi brazo. —Me marcharé temprano.

—Mis padres tienen que hacer unos asuntos y creo que mañana no estarán en todo el día.—Me mira —quédate.

—Está bien.

Acaricia mi mano.

Floch vuelve a entrar y nos informa de que mi madre está en camino. La Jade de hace unos años estaría muerta de miedo ahora, yo no.

Hace mucho tiempo que esa Jade ya no está conmigo. ¿La echo de menos? La verdad es que no.

                              ———————

—¡Jade! ¿Qué ha pasado?¿Estás bien?— mi madre entra en la sala.

—¿Cuántos dedos tengo?—alzo mi mano mostrándole mi dedo corazón.

A través de míWhere stories live. Discover now