Light in Dystopia ✿ Dahmo g!p

✿ OO3 ✿

Inhalé, parándome derechamente.

— Estimadas mujeres, les quiero desear un muy buen día a todas y espero hayan descansado propiamente. —Aquella mujer de negro se plasmó frente a nosotras como si nos estuviese presentado un discurso para las votaciones presidenciales, con la única diferencia de que ella no era muy agraciada ni sonrisueña para ganarse al público, y nosotras tampoco estábamos admirándola sobre una mesa de conferencia, simplemente estábamos en el comedor del edificio.— Luego de un par de semanas ensayando su convivencia, me veo con el agrado de anunciar que se inauguran sus primeras habitaciones. Tendrán la ropa que desean, también materiales de higiene e insumos básicos, como lo sería agua embotellada y frutas. Las parejas serán recibidas con un brazalete especial que servirá para abrir sus cuartos, también les recordará el número de la habitación en caso de que se les olvide en un despiste. —Momo fue la que se tomó el atrevimiento de estirar la mano hacia la señora de edad, la que se encontraba entregándolas con poco o nada de dificultad, terminando por agradecer con asentimiento de cabeza.— Esperamos abiertamente que su intimidad pueda aumentarse con este ejercicio y que la comunicación mejore para una prosperidad recíproca, ya que sólo dos de ustedes han podido quedar embarazadas. Las demás mujeres se encontrarán en proceso de observación para cerciorar que no tienen problemas con sus hormonas y sus períodos menstruales. Cada mal hábito, desgaste emocional o físico y problemas sociales, puede inferir en una fecundación errada, y para solucionarlo, debemos descartar cualquier conducta y síntoma desfavorable. —Momo se levantó junto a un par de mujeres más, por lo que la seguí de inmediato, dando por hecho que la reunión había acabado.—  Ahora, por favor, pueden continuar hacia sus respectivas habitaciones que se encontrarán en el tercer piso. Esperemos descansen juntas esta noche.

Suspiré. La vida no estaba a mi favor de ninguna forma; me odiaba como si yo la hubiese creado y destruido al mismo tiempo, porque no conforme con soportarla sexualmente una vez a la semana, ahora también debía de acostarme junto a ella todos los malditos días, abrazadas e incitando alguna penetración, como lo haría una pareja recientemente casada.

El brazalete estaba apagado hasta el instante en que lo mirase, destellando un tenue diecinueve. Lo posé sobre el seguro, dando paso al lugar más agradable que pude haber visto en el último tiempo. La habitación se veía impecable, con unas paredes blanquecinas, una cama matrimonial con sábanas igualmente blancas y acolchadas, una mesita de noche, un baño fulgurante y un balcón sellado envuelto en plantas y flores.

Un balcón.

Mis ojos no se escapaban de allí por alguna razón. Más allá de encontrarle un encanto indudable, me visualizaba lanzándome como si fuese una superheroína capaz de volar o quizás con unos reflejos tan instintivos y monstruosos, que caería de pie sin mucho esfuerzo.

Daría lo que fuese por escapar de este lugar y huir de las mujeres que divinizaban mi útero. Para este instante, el suicidio era una idea maravillosa.

Aún así, la evidencia de que no podía ni podría lanzarme del balcón, me irritaban tanto como el hecho de que mi cabeza latentemente recordase que todos los días tenía una nueva probabilidad de quedar embarazada. Incluso si escapaba exitosamente, no podría cuidar a un bebé sola en medio de la nada, mucho menos regresar por comida, eso sería traicionar mis ideales y de igual manera nadie me aceptaría.

— ¿Has tenido malestares, Dahyun? —La voz de Momo me distrajo, notando que me observaba con algo de preocupación.

— Mhmm. No. —Fingí pensar para no sonar tan seca y desagradable, viéndola tirar de su remera hacia arriba, quitándolo por su cabeza para únicamente quedar con un brasier rosa. Tragué con suavidad, casi negando con la cabeza. No había deseo sexual alguno en mí.— No quiero tener sexo ahora...