0000.

5.5K 445 124
                                    


Las tres de la mañana.

Calles vacías, farolas encendidas y bares abiertos. Eso era lo que reinaba cada noche en el centro de Seúl. No habían niños, ni ancianos dando de comer a los pajaritos en el parque. Tan solo personas perdidas, esas que se creen ser dueños del mundo entero pero que en realidad no tienen nada. Los que pierden el sentido común gracias al alcohol.... los "sin futuro" de una sociedad que ciertamente nos inclina a serlo.

Y luego estaba yo, un chico de apenas veintidós años. Uno que se esforzaba al máximo para mantener esa beca de la universidad porque no tenía suficiente dinero para pagarla. Uno que trabajaba tiempo completo en un club nocturno para solventar los gastos que tenía en casa, básicamente los medicamentos de su madre, porque padecía de una enfermedad mortal que la mataba poco a poco y en silencio.

Dolía, debía de admitirlo. Pero no podía hacer nada más que luchar hasta el final. Porque de eso se trataba; de sobrellevar cada obstáculo y caer dolorosamente en el intento, levantarse y seguir caminando. Resultaba difícil a veces, pero no podía hacer nada más que soportarlo.

"Vivir mi vida al máximo", eso era lo que estaba haciendo.

—¿Recuerdas al señor de anoche, ese que quería acostarse conmigo? —Jimin volvió con la bandeja vacía después de entregar un par de cervezas a los clientes de al fondo. Tenía los cabellos rubios y esponjosos, ojos azules intensos y labios alcolchonados de color rojo natural. De cierta manera lo consideraba mi mejor amigo ya que él siempre estuvo en mis peores momentos, al igual que yo—. ¿Me estás escuchando?

—¿El señor Recher?

—Sí, ese —hizo una mueca disgustada—. Pues resulta que volvió y ahora no deja de mirarme el culo. Él cree que no me doy cuenta, pero puedo sentir su maldita mirada pervertida en mi trasero cada dos segundos, joder.

Conocí al rubio hace más de dos años. Los dos éramos meseros en un restaurante de mala muerte hasta que uno de sus amigos nos recomendó venir acá. La paga no era tan diferenciada pero podíamos solucionarlo si poníamos de nuestra "parte". No lo entendía al principio, pero después de unos cuantos piropos por parte de viejos pervertidos y después de que Jimin haya reconocido que se acostó con uno de ellos para obtener el doble de su sueldo, lo comprendí.

Desde ese momento, Jimin se convirtió en algo más que un simple "mesero".

—Parece un señor educado —dije, después de servir varios chupitos a los clientes. Era viernes y pude notar ese ambiente atrevido en las personas. ¿Cómo no?, si cada fin de semana había un espectáculo en la pista de baile. Uno que constituía de mujeres con poca ropa, bailando sensualmente frente a señores con problemas familiares y de erección (bueno, la mayoria).

—¿Educado es mirarme el culo? —pregunta Jimin, abriendo los ojos sorprendidos cuando dejé escapar una risa quisquillosa. La música de antes dejó de sonar y yo tuve tiempo de ver como la mayoría dejaban las barras para amontonarse al rededor de las chicas, las mismas que empezaron su presentación con "Earned it" de The Weeknd.

—Yo también te miro el culo, Jimin.

—¡Oh, Hoseok! —aparentando estar ofendido, Jimin intentó darme pequeños golpes en el pecho, a lo que yo esquivé exitosamente mientras sostenía los vasos vacíos de la mesa amueblada—. Además, no es mi tipo. Digo, ¿sabes cuántos años tiene?, ¡sesenta y siete!

OBSESSIVE || YOONSEOKWhere stories live. Discover now