0003.

2.4K 360 85
                                    


Conocí a Eunwoo cuando tenía veinte años. Para ser más exactos, en la biblioteca de la universidad.

Estaba tan sumiso en mis pensamientos. Aquel día, mamá había sufrido una fuerte recaída, razón por la cual me fue imposible asistir a las clases y estar concentrado. Así que, sin pensarlo demasiado y con un terrible dolor en el pecho, fui a esconderme entre los muebles y montones de libros de Ciencias Naturales. Llorando, pidiéndole al cielo que mamá mejore, porque no podía hacer nada más que eso: rezar con todas mis fuerzas.

Entonces, él apareció.

Sus grandes ojos negros hicieron contacto con los míos y, en ese momento, solo pude pensar en una cosa: mi horrible aspecto. Porque debía de admitirlo: estaba como la mierda, con lágrimas secas en el rostro, con los ojos rojos e hinchados, con los cabellos desordenados y con la ropa polvorienta debido a que me encontraba sentado en el piso. Minutos antes no me importaba absolutamente nada aquello, sin embargo, ahora sentía querer morir y más por su mirada, esa que no dejaba de observarme con tanta curiosidad, buscando respuestas a través de mis ojos... y yo era muy transparente, a decir verdad.

Y volví a sentirme peor que antes: completamente débil, perdido y rendido... sentimientos que no dejaban de atormentarme cada vez que el mundo iba en mi contra y cada vez que estás me empujaban al vacío. De pronto, lo único que quería, con todas mis fuerzas, era que ignorase absolutamente todo: mi asqueroso aspecto y el patético show que estaba haciendo en el piso. No le costaba nada. Al fin y al cabo, no nos conocíamos en lo absoluto y el tenía sus propios tormentos... no tenía porque importarle los míos. Por supuesto que no.

Sin embargo, Eunwoo lo hizo: le importó. Se preocupó.

Y se acercó, como un ángel en busca de la persona a quien proteger por el resto de su vida, Eunwoo se acercó hasta quedar a mi altura, con cautela, esperando cualquier negativa por parte mía para apartarse, pero no hice nada. En ese momento, estaba tan desconcertado por su atrevimiento, por importarle poco o nada el hecho de ensuciarse con tal de acompañarme sobre el frío pavimento.

Nuestros hombros chocaron en el intento de mantener estabilidad, y me fue imposible no sentir ese típico estrago en el corazón... cuando mirabas a un chico lindo.

Entonces, él murmuró:

—No sé por lo que estás pasando... pero, si te sirve de consuelo, todo es momentáneo. Un día puedes estar feliz y al otro simplemente sientes querer morir, es normal. Lo anormal sería que no disfrutemos de esos momentos, ¿entiendes?

—...

Lo que quiero decir, Hoseokkie, es que llores. Llora con todas tus fuerzas, llora como si fuera la última vez. Llora hasta que dejes de sentir esa presión en el pecho... porque mañana será otro día, mañana brillaras otra vez... mañana volverás a ser tú.

—¿C-cómo sabes mi nombre? —pregunté, a pesar de sus alentadoras palabras, mi corazón latió mucho más cuando murmuró mi nombre, en un ronquido bajo y tranquilo.

Su voz era la melodía más bonita que había escuchado en mi vida.

Al igual que su sonrisa, que le fue imposible no ocultar en ese momento.

OBSESSIVE || YOONSEOKWhere stories live. Discover now