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Sus labios se cerraron, sintiendo pesado el ambiente, como si de verdad no quisiera hacerlo, como si algo le detuviera una vez más.

— Espera, no puedo hacerlo.– dijo, alejando a la contraria sobre si.

Frunció el ceño — ¿Entonces a que me has llamado? No te entiendo, Win.– su voz salía molesta, buscando respuestas.

Alzó la vista— Mejor vete.– chistó.

Ella tomó su bolso y abrigo antes de salir del estudio hecha una furia, topandose sin querer en el camino con Bright.

El pálido le pareció raro ver a una mujer salir del estudio de Win, mismo estudio que había estado siendo custodiado día y noche por la jefa, Rion.















Se apresuró a ir a donde la puerta medía abierta mostraba a un moreno con la cabeza hundida entre sus piernas, sentado en la silla de sus escritorio.

Calló su voz porque no quería asustarlo, no quería provocar una pelea más así que simplemente entró y cerró la puerta sin hacer tanto ruido.

— Creí haberte dicho que te fueras, Kate, no estoy de humor.– exclamó con la voz saliendo acolchonada por sus brazos.

— No soy Kate.– dijo.

Win, como si fuera un resorte, se ergio en tiempo récord, parándose de la silla y mirándole a los ojos.

— ¿Qué haces aquí?– preguntó, tratando de no perderse en la amabilidad de los orbes castaños.

Bright no respondió y simplemente caminó hasta él, aguantando los quejidos de Win, envolviendo su pequeño cuerpo en sus brazos, atrayendolo a su cuerpo, tratando de calmarlo.

— Te quiero tanto que no soporto estar así, ya ha pasado un mes, ya no quiero hacer esto.– dijo, en el oído del contrario.

El cuerpo del menor se tensó un momento antes relajarse en el cuerpo contrario, dejándose hacer.

— ¿Qué haz dicho?– su voz salía en un pequeño hilo, en una pequeña esperanza.

Se tragó el nudo en su garganta, negandose a caer de nuevo, a flaquear.

Porque lo ha pensado, interminables y dolorosas noches fueron su tormento, donde pensaba en que sería de él sin Win más tiempo alejado de su persona, sin sus risas, su alegría, sus manos, su vida...

No le gustó el resultado, no quería perderlo pues Win era lo único que le quedaba.

— Que te quiero y con el tiempo, puedo amarte, porque caer por ti es tan fácil que duele.–

Win abrió la boca pero de ella nada salió, más que un pequeño sollozo, sus ojos se nublaron, sus manos se apretaron contra la espalda de Bright, y comenzó a llorar en sus brazos.

— Ta-tambien te quiero.– susurró.

Sus corazones se sintieron contentos, ya no lloraban por extrañarse, sus almas habían encontrado a su gemela y finalmente, el amanecer había llegado...











Después de un rato sin hablar y solamente con las manos entrelazadas en el sillón, Win se atrevió a mirarlo al rostro.

Tomó aliento — ¿Entonces nada de Krist?–

Bright soltó una risa desde lo profundo, notando el adorable puchero que el moreno ponía.

— No, nada de eso que piensas.–

Win asintió, un poquito mejor— Bien entonces creo que es justo decir que justo Kate había venido para tener una cita.–

Bright abrió los ojos tanto como pudo, mirándolo fijamente y pidiendo una explicación— ¡¿Qué?!–

Yoru ga akaeru ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora