Capítulo 3.

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Kohaku miró con recelo al grupo de padres emocionados que murmuraban palabras de alegría, orgullo y emoción, todos ellos mirando a través del enorme ventanal de cristal a sus pequeños e indefensos hijos dormidos o llorando en los cuneros. El extraño sentimiento regresó entonces con mayor fuerza.

Apartó la mirada y suspiró con cansancio.

—Yo te protegeré Taiki —prometió, fijando sus cansados ojos hacia la cuna de su bebé—. Incluso si no tienes un padre, me tienes a mí y pronto también al abuelo y a la tía Ruri.

Kohaku llegó a la conclusión de que le diría la verdad a su padre y a su hermana en cuanto saliera del hospital, bueno, al menos la que no involucrara su desliz con Mozu y el engaño de ese idiota. Muy a su pesar, reconoció que tendría que tragarse el orgullo y pedir un poco de apoyo al menos hasta que las cosas se estabilizaran para ella y Taiki.

Sería provisional, o eso fue lo que se prometió mientras pensaba en sus opciones durante las últimas dos horas.

— ¿Es ese?

Una voz curiosa resonó detrás de Kohaku sacándola de su ensimismamiento y ella lo reconoció.

—Sí. —Kohaku se volvió hacia Chrome.

—Vine tan pronto como pude —en un segundo ya estaba junto a ella, prácticamente pegado al cristal para poder ver mejor hacia el interior—. No se parece a Mozu... afortunadamente. —declaró con evidente alivio en su tono de voz.

Quizá no fuese una broma pero logró sacarle una imperceptible sonrisa a ella. Al menos tenía que concederle la razón y como él, agradecer que el pequeño no tuviera rasgos visibles del idiota de Mozu. Sin embargo, aún si los tuviera, amaría a ese niño de igual manera.

—Supongo que fue una suerte —dijo ella con franqueza—. Lamento hacerte venir a esta hora Chrome.

El destello de la culpa por localizarlo a tan altas horas de la noche asomó en los ojos de Kohaku, de todos, Chrome era la única persona en la que podía confiar en esta situación.

Él negó con la cabeza para desestimar la disculpa.

—Sin embargo, no entiendo por qué fue Senku el que me contactó —las cejas de Chrome se fruncieron en confusión—. ¿Por qué estaba aquí contigo de todas maneras? ¿Ya lo conocías?

Decir que la llamada de Senku para informarle que Kohaku estaba en el hospital fue una increíble sorpresa y de hecho era quedarse corto, más aún, el saber que él estaba acompañándola fue desconcertante. ¿Cómo siquiera era eso posible? Kohaku apenas arribó a la ciudad dos semanas atrás y nunca hubo un solo indicio de que ambos se conocieran, ni por asomo.

¿Entonces?

—Lo conocí hoy, él fue el que me trajo al hospital cuando el trabajo de parto comenzó.

A pesar de ello, Chrome todavía no lograba explicarse el por qué Senku permaneció a su lado durante toda esta locura o por qué hasta ahora lo contactó a él. ¿Por qué no llamar a Chrome cuando todo esto comenzó?

—Necesitaba un taxi para venir al hospital pero no tuve suerte, por casualidad él estaba estacionado frente al edificio y tomé la oportunidad para pedirle que me trajera hasta aquí —explicó Kohaku sin alterar su tono y manteniendo la calma—. Me olvidé del celular en el hotel y no pude llamarte, cuando llegamos una de las enfermeras le pidió que me acompañara... eso es todo.

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