Capítulo 6.

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Profesor Ishigami —el decano irrumpió—. ¿Tiene cinco minutos? 

Byakuya más que extrañado por la repentina interrupción de su clase, se disculpó con sus alumnos y salió al pasillo donde el hombre estaba esperándolo. 

—¿Sucede algo? 

La mirada nerviosa del decano no hizo más que anticipar lo que probablemente serían malas noticias para Byakuya, quizá se trataba de alguna junta de emergencia del profesorado de la universidad, pensó. No hubo otra explicación lógica para que uno de sus superiores interrumpiera deliberadamente su lección sobre la breve biografía de Carl Sagan. 

—El director recibió una llamada de la guardería de su hijo, al parecer la encargada no pudo comunicarse con usted y llamó al teléfono de la institución. 

Ante la sola mención de Senku, una señal de alarma emergió en la mente de Byakuya dejando en un segundo plano cualquier otra cosa que no fuese su pequeño bebé de casi nueve meses. Antes de que el decano pudiera siquiera pronunciar otra oración para esclarecer la situación, Ishigami salió corriendo hacia su auto para dirigirse de inmediato a la guardería. 

_._

Llegó tan pronto como el tráfico de la ciudad se lo permitió, acumulando un par de multas que se encargaría de pagar a final de mes. 

Byakuya meció a Senku entre sus brazos para tratar de apaciguar el llanto y limpió con delicadeza las gruesas y espesas lágrimas del bebé cuando éstas comenzaron a manchar sus mejillas.

—Papá está aquí Senku, deja de llorar. —arrulló. 

—Ha estado así desde que lo dejó esta mañana y además... —la encargada miró apreciativamente cómo el hombre trató de calmar inútilmente al bebé—. Tenía un poco de fiebre, así que llamamos al pediatra.

La noticia alarmó aún más al hombre.

—¿Qué es lo que tiene? —miró con preocupación a la enfermera, afianzando aún más a Senku en sus brazos de manera casi protectora.

Sin dejar de sollozar, el pequeño bebé manifestó su incomodidad al jalar uno de los mechones de cabello de Byakuya. 

—No presenta ninguna enfermedad viral, pero la fiebre fue causada por el exceso de ropa en el bebé. 

¿Exceso de ropa? Si, bueno, siendo un bebé, Byakuya procuró siempre tener bien abrigado a su pequeño ¿Fue eso tan malo?

Ante la confusión en el rostro de Byakuya, la encargada suspiró obviando el hecho de que ese hombre era sin duda un padre primerizo. 

—Su hijo, usted lo arropó de más con todas esas capas de ropa que tiene. —ella señaló al bebé para que Byakuya lo notara.

Y él lo hizo, fue consciente de que todas esas capas de ropa con las que había cubierto a Senku por la mañana antes de salir del departamento, ya no estaban. Cuando mucho, el bebé ahora sólo tenía ese adorable mameluco de Doraemon que no se resistió a comprar cuando lo vió en la sección infantil del centro comercial.

—El pediatra nos dijo que el exceso de ropa incrementa la temperatura en los infantes, por lo que puede provocar un pequeño cuadro de irritación —la mujer de no más de cuarenta años buscó en uno de los bolsillos de su delantal—. Le recetó este medicamento para bajar la fiebre, la dosis está prescrita en la hoja. —instó a Byakuya a tomar la pequeña bolsa del medicamento.

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