1. El inicio de una nueva historia

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Cuentan algunas historias, que hay personas que nacen con una estrella de la suerte sobre sus cabezas, y los astrólogos dicen que quienes tienen la dicha de nacer bajo la luz de una estrella iluminando sus vidas, están destinados a tener una vida feliz y plena. Yo no soy una de esas personas, lamentablemente para mí, nací sin estrella de la suerte.

Entonces podemos decir que tenemos dos opciones: Nacemos con una estrella, o nacemos estrellados.

Yo obviamente nací estrellada.

Nací una madrugada del 3 de marzo, aún era invierno y por lo que me cuenta mi tía Marina, la hermana mayor de mi mamá, era un invierno muy frio, mucho más de lo normal. Esa debió ser una señal divina de lo que me esperaba en la vida. Pero nadie pensó en señales mientras mi madre ingresaba al hospital para tenerme, porque todo estaba normal, todo estaba bien... hasta que yo nací. El doctor le dijo a mi tía que no lloré al momento de nacer, yo nací en silencio y con los ojos ligeramente abiertos, eso fue algo que les sorprendió y les preocupo al mismo tiempo. Porque es muy importante el primer llanto de un bebé, ya que es ese primer llanto el que ayuda a la expulsión del fluido amniótico y da comienzo a la respiración autónoma del bebé.

Y yo no lloré cuando nací.

Entonces el doctor levanto su mano para darme una palmada y producir el llanto, pero antes que pudiera incluso acercar su mano a mí, los monitores de mi madre empezaron a sonar y yo lloré. Empecé a llorar de pronto, pero no hubo tiempo para analizar la razón de mi llanto, porque las maquinas a las que estaba conectada mi madre aún seguían sonando. Una enfermera le contó a mi tía que mi llanto fue tan fuerte que se podía escuchar por encima del ruido de los pitidos de las maquinas, ordenes de doctores y voces de las enfermeras. Por unos minutos, todo el quirófano era ruidoso, había personas moviéndose por todas partes, siguiendo órdenes y haciendo algo para mantener con vida a la mujer que estaba acostada en aquella mesa del quirófano tres. Hasta que el sonido de la misma máquina que empezó todo el caos y alboroto, hizo que el ruido y caos se detengan, y solo se podía escuchar mi llanto.

Hora de la muerte 3: 47 am

Mi madre murió solo cuatro minutos y treinta y dos segundos después de mi nacimiento. Jamás me llegó a ver, abrazar o saber que yo estaba bien. Ella ni siquiera me pudo escuchar llorar. Y yo jamás la llegué a conocer. Mi tía me cuenta que era una buena mujer, amable y dulce, también me dice que me parezco mucho a ella y no solo en lo físico, y que no importa lo que pase, mi madre me cuida desde el cielo. Porque según mi tía, mi madre es la estrella más brillante que hay en el firmamento.

Desearía que no hubieras muerto mamá —me digo en mi mente—. Desearía que estuvieras ahora aquí conmigo.

A veces me gusta imaginar la vida que hubiera tenido si mi madre no hubiera muerto. Todo sería muy diferente. Mi padre no me odiaría y culparía por la muerte del amor de su vida, yo hubiera crecido junto a mis padres, en lugar de crecer en casa de mi tía Marina. Pero, sobre todo, no hubiera conocido a Dalia y sus dos hijas, Grace y Josselyn. Dalia es la nueva esposa de mi padre, él la conoció cuando yo tenía cinco años y aún vivía con él. Yo tenía seis cuando ellos se casaron y mi padre me llevo a casa de mi tía Marina, porque me dijo que estaba empezando una nueva historia en su vida y yo no podía ser parte de esa historia. Cuando eso sucedió, recuerdo que yo corrí y llore detrás de su auto diciéndole que sería una buena hija, que, por favor, no me abandone. Pero él no detuvo el auto o miró hacia atrás, simplemente siguió conduciendo y se alejó de mí.

Dalia y sus hijas lo cambiaron todo.

No es que mi vida hubiera sido perfecta y un cuento de hadas antes de su llegada, pero cuando ellas aparecieron todo fue incluso peor porque me tocó ver como mi padre sonreía, reía y era un padre para dos niñas que eran completas extrañas, tuve que ver como él les daba a ellas el amor que yo quería y necesitaba. Pero, sobre todo, tuve que soportar las burlas, desplantes e insultos por parte de ellas. Porque una es peor que la otra. Grace tiene veintisiete, es mayor que yo solo por un par de meses, porque yo cumpliré veintisiete en solo un mes y medio. Físicamente no hay muchas diferencias entre las dos, ambas tenemos pelo castaño oscuro, ojos color chocolate y tanto estatura, como compleciones similares. Josselyn es tres años menor que Grace, de pelo castaño casi rubio, ojos color miel y una completa falta de empatía por los demás.

Una cenicienta sin corona ✔Where stories live. Discover now