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Capítulo XIV - “El Protagonista”

     Hasta que volvió a suceder. Una vez más se encontraba corriendo por su vida. El mundo a su alrededor parecía moverse en cámara lenta mientras sus piernas se hacían cada vez más pesadas. Miró hacia atrás unos breves segundos para asegurarse de que, en efecto, se alejaba del caos que ocurría en aquella calle ahora repleta de sesos y entrañas. Jadeaba por acto involuntario, aún cuando ya no lo necesitaba. “¿Por qué me tiene que ocurrir esto a mí?” se preguntaba mientras buscaba desesperadamente un lugar dónde esconderse.

     Desde que estaba en primaria sólo se había dedicado a correr y correr. No podía evitarlo. Nunca se había hecho notar por su valentía. La realidad es que siempre fue tímido y nervioso. Midiendo apenas 1.62 metros y con una eterna cara de bebé, Markus no podía darse el lujo de ser el héroe. Siempre que lo intentaba acababa en el suelo siendo golpeado por sus compañeros de clase. Habiendo sido la burla de todos tantas veces, estaba convencido de que su lugar en el mundo no estaba debajo del foco de atención. Se había hecho a la idea de que era feliz siendo ignorado por todos. Poco le importaba si el mundo se iba a la mierda, siempre y cuando él no estuviera incluido. 

     Pero algo bueno había surgido de tener ese don de invisibilidad. Había desarrollado la habilidad de ser casi imperceptible a los problemas. Tenía un sexto sentido para detectarlos. Apenas ocurrió el primer ataque en su vecindario se ocultó en el sótano de su casa. No había perdido tiempo en buscar cosas de utilidad como comida o una posible arma. Sus piernas habían echado a correr involuntariamente y su instinto de supervivencia se encontraba en alerta máxima. Se había tomado la tarea de barricar la puerta y de permanecer lo más callado posible. Ni siquiera reaccionó cuando un pequeño ratón cruzó por su pie a toda prisa. No. Las criaturas que había afuera eran mil veces más terroríficas. Sabía que no podría permanecer mucho tiempo allí sin comida o agua potable, pero le era imposible recolectar la valentía necesaria para salir de aquel cuarto oscuro. Los gritos de la gente en la calle le confirmaban que si abría la puerta, él sería la próxima víctima.

    Parado en el centro de la habitación, totalmente inmóvil, Markus se preguntaba qué debía hacer a continuación. Claro estaba que no saldría hasta escuchar total silencio, pero ¿qué haría entonces? Desconocía completamente si alguno de aquellos monstruos había irrumpido en su casa. Miró a su alrededor. El único objeto de utilidad que fue capaz de encontrar fue una espátula de metal. “¿Qué mierdas puedo hacer con esto?” se preguntó rendido. En serio estaba en graves problemas. Su corazón latía rápidamente y un millón de posibilidades corrían por su cerebro. Había visto suficientes películas de zombis como para saber que alguien como él tendría grandes dificultades intentando sobrevivir. No tenía la fuerza física ni mental para sobrevivir al fin del mundo, y esto fue algo que le costó trabajo aceptar. “Jamás seré el protagonista...” dijo a la nada mientras tomaba la espátula en sus manos.

     Repentinamente y sin entender por qué, comenzó a reír descontroladamente mientras sostenía la espátula en sus manos. Tal vez por la histeria o simplemente por lo ridículo de la situación. Quien hubiese imaginado que ocurriría un verdadero apocalipsis zombi. Parecía sacado de la mente descabellada de alguna persona sin corazón. Él no merecía experimentar algo como eso. Había sido miserable toda su vida. “Veintitrés años desperdiciados.” volvió a decir a la nada.

    Hasta que por fin lo entendió. Realmente no sería capaz de salir ileso de esa crisis. Apretando la espátula en sus manos fuertemente tomó la decisión que le pareció más lógica en el momento. Si tuviera que morir sería bajo sus propios términos. Esta vez se convertiría en el verdadero protagonista de su historia. Sin pensarlo dos veces echó a andar escaleras arriba. Comenzó a deshacer la barricada improvisada y se dispuso a salir al exterior. Teniendo su mano en la perilla de la puerta respiró hondo, preparándose para lo que sucedería a continuación. “Está bien…” se dijo y abrió la puerta de golpe.

Crónicas de un Zombie ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora