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Para Jimin fue un alivio poder llegar bien a la cocina con las cajas de pizza intactas en sus manos, tomando en cuenta el caos que era la casa en esos instantes, tanto fuera como dentro de ella.

Música a todo volumen haciendo vibrar hasta las ventanas, juego de luces que te cegaban, ambiente cargado de alcohol y tabaco, personas ebrias cantando y bailando. Jimin no sabía si era porque hace mucho no iba a fiestas y ya no estaba familiarizado con ellas o si era porque ese tipo de fiestas no eran lo suyo, pero se sentía cohibido.

Se detuvo a un lado de la enorme isla de la cocina y esperó a que apareciera el dueño de pedido luego de mandarle un mensaje de aviso. Su tímida mirada se paseó con discreción por todo el ambiente, chocando con un gran cantidad de vasos, botellas y latas de alcohol, algunas ya vacías, otras a medio tomar y muchas sin abrir; la cantidad de alcohol era brutal y estaba seguro que había mucho más repartido por toda la casa. También habían unas cuantas personas ahí, conversando en pequeños grupos, viniendo por más alcohol o por un poco de agua. Algunos sobrios y otros no tanto.

Eso parecía una típica fiesta de las películas estadounidenses.

—Hey, perdón por la tardanza, no encontraba la billetera.

Jimin llevó su mirada en dirección de aquella voz, encontrándose con un chico alto de cabellos negros y ojos amigables, que le sonreía ampliamente mostrando su perfecta hilera de dientes blancos. Lleva un outfit sencillo, de camiseta blanca, una camisa celeste abierta encima, jeans negros y zapatillas blancas. De su cuello colgaba un largo collar de fiesta y en su cabeza llevaba una especie de corona de rey.

No tardó en devolverle la sonrisa.

—No se preocupe, paga con tarjeta, ¿verdad? —el chico asintió—. Okay, permítame un segundo.

Pronto las pizzas fueron pagadas y Jimin se despidió con un asentimiento de cabeza cortés. Al salir de la cocina, se encontró que el lugar se había despejado un poco, ya no había tantas personas amontonadas bailando entre ellas, cosa que le alegró.

Estaba caminando en dirección a la salida, cuando pudo escuchar un grito demasiado fuerte por sobre la música.

—¡Jiminie!

Extrañado, no tardó en girarse y mirar a todas partes intentando encontrar a la persona que lo había llamado. Grande fue su sorpresa, que incluso sus cejas se elevaron conforme sus ojos se abrieron en demasía, cuando se encontró con la figura de Taehyung a metros de él, sonriéndole ampliamente y agitando su mano fervorosamente. Él no se movió, por lo que el chico de cabello rubio rizado se acercó a él entre pasos torpes y tambaleos, soltando pequeñas risas en el camino.

—¡Jiminie! —volvió a decir Taehyung una vez estuvo frente a él mientras lo abrazaba por el cuello con efusividad. Jimin no pudo evitar arrugar su nariz al sentir el olor a alcohol invadir sus fosas nasales—. No sabía que ibas a venir.

El chico estaba tan ido que arrastraba las palabras al hablar, siendo apenas entendible lo que decía.

—Tae Tae, ¿Dónde está Seokjin? —preguntó rompiendo de a pocos el abrazo que empezaba a asfixiarlo. Tomó el rostro de su mejor amigo mirándolo con preocupación, mientras que este solo reía con los ojos cerrados—. Se suponía que iba a cuidarte, mira como estás... Sabes que no debes tomar tanto.

—Jinnie tuvo emergencia y... Y-Y me dejó solito —formó un puchero, abriendo nuevamente sus ojos—. Tú también me dejaste solo por tu tóxico.

—No te dejé por él Tae Tae, tenía trabajo...

Taehyung frunció su entrecejo—. ¡Excusas! ¿Por qué él idiota de tu novio sí puede venir y tú no?

Jimin no entendió la razón de la pregunta de Taehyung, pensó que se trataba de una de esas fases del alcohol donde la persona comenzaba a decir cosas sin sentido. Era imposible que Namjoon estuviera en una fiesta, sobre todo en una fiesta como esa. Él estaba en la empresa de su padre, ayudándole como usualmente lo hacía cada fin de semana. 

SKY ⟢ kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora