~Capítulo 28

613 40 1
                                    

Narrador Selectivo

Al subir al bote, Edmund y Caspian comenzaron a remar, abriéndose paso entre las flores flotantes.

—¿Y qué sentiste cuando Aslan te transformó en humano? —le preguntó el pelinegro a su primo

—Por más que lo intenté, no pude hacerlo solo, luego él se acercó a mí —comenzó—. Dolió un poco, pero fue un dolor bueno —respondió con una sonrisa genuina—, como cuando sacas una espina de tu pie —ejemplificó—. Ser dragón no fue tan malo —dijo con sinceridad—, supongo que fui mejor como dragón que como niño —aunque seguía sonriendo, en su voz había un dejo de tristeza—. Perdón por haber sido tan odioso —se disculpó

—Tranquilo, Eustace, fuiste un fantástico dragón —le dijo Edmund, dándole algo de razón

—No te preocupes —le dijo T/N palmeando su hombro—. Al menos durante muchos días no oímos tu irritante voz —bromeó

—Amigos míos, hemos llegado —la vocecita de Reepicheep los desconectó de su charla

Al voltearse se encontró frente a sus ojos con una desierta playa arenosa que se extendía pocos metros hasta llegar a un oleaje que se mantenía firme en su lugar, pero el agua se movía con normalidad. Aunque su aspecto era el de una ola, la forma en que el agua no avanzaba hacia adelante podría haber sido confundida con una cascada que funcionaba a la inversa.

Al bajar del bote, avanzaron por la arena en completo silencio, hasta que la voz de Eustace los hizo voltear, a pocos pasos detrás de ellos caminaba Aslan, el verdadero Rey de Narnia.

—Bienvenidos hijos, lo han hecho bien —caminó hasta quedar frente a los 5 jóvenes y del roedor

La voz del gran león era cantarina, y su simple presencia generaba un ambiente de tranquilidad y comodidad. Todo lo contrario a lo que uno esperaría de su especie.

—Estoy muy contento, han llegado muy lejos —los felicitó—. Y ahora su viaje llega a su fin —anunció

—¿Esta es tu nación? —preguntó Lucy

—No —respondió—. Mi nación yace más allá —miró hacia la gran ola al frente

—¿Mi padre está en tu nación? —preguntó Caspian

—Tendrás que averiguarlo por ti mismo, hijo mío —le respondió—. Pero te advierto que si continúas, no habrá marcha atrás.

Aquella respuesta le quitó las ganas de preguntar sobre su padre. Sin importar que, una parte de ella quería saber que había sido de él luego de su muerte. Pero se quedó callada, aún no estaba lista para ir a la Nación de Aslan.

Caspian avanzó a paso firme, caminando por sobre la espuma del mar que se producía en la arena y mojó su mano en el agua de la ola.

Parecía triste y cansado cuando se volteó regresando al resto del grupo.

—¿No entrarás? —le preguntó Edmund

—Dudo que mi padre estuviera muy feliz si renuncio a lo que él murió protegiendo —dijo en modo de respuesta mirando a un punto vacío en el aire—. Llevo años deseando lo que me fue arrebatado, y no lo que recibí —dijo—. Recibí un reino, un pueblo —tragó grueso mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse—. Te prometo ser un mejor rey —se dirigió al león

—Y ya lo eres —le contestó

Aslan se dirigío a los hermanos y a su primo.

—Creo que es momento de volver a casa, Lu —dijo Edmund mirando a su hermana

El Viajero del Alba • 𝐄𝐃𝐌𝐔𝐍𝐃 𝐏𝐄𝐕𝐄𝐍𝐒𝐈𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora