| cinco |

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Cerró los ojos por un breve momento, relajando su cuello al instante; movió su cabeza en un giro lento, muy pesado, luego hizo lo mismo con su espalda. Primero estiró los brazos por arriba de sus hombros y seguidamente los llevó por detrás y hacer un estiramiento con cierta fuerza, hasta que sintió un bienestar, como si se hubiera quitado un peso de encima. Lo cual, claro era, estaba lejos de la verdad.

Chan se quitó la toalla de la cabeza y luego de ponerse una camiseta suelta, tomó su móvil de la mesita de a lado de su cama.

Con el ceño fruncido volvió a marcar el número de SeungMin, pero como temía, a los dos toques este se colgaba; y siempre era esa maldita vocesita automática: no había señal, estaba ocupado o se encontraba apagado.

¿Dónde estaba? Había quedado con él hace dos horas y no se había molestado por contestar alguna llamada o si quiera responder los mensajes. Daba por echo que después de ducharse tendría noticia de él. Bueno, en realidad, no era un compromiso como tal, pero tenía el estómago vacío y la mente irónicamente llena, pensando en SeungMin...

Si le había ocurrido algo, tal vez algo malo. Da un suspiro y logra entrar en razón. No debe alterarse. Ser paranoico es estúpido; si lo piensa detenidamente nunca se le ha dado bien hacer el papel de novio, mucho menos el de uno preocupado, primordialmente porque antes de SeungMin no hubieron otras parejas.

Así que, con una sensación desconocida en el pecho se sentó sobre su cama a esperar; mirando la puerta y no perdiéndola de vista. Sino es hasta que otra voz se oye:

—¿No que iba a venir tu noviecito? —Era su compañero de cuarto, Kim HongJoong. De alguna forma, había olvidado que él también estaba ahí. Aunque podría ser por lo desapercibido que a veces resultaba ser.

Se encontraba arreglándose frente al espejo de pie que compartían. Con esa chaqueta de cuero desgastada por el cuello y los jeans azules igualmente de raídos. Durante el verano, se había dejado crecer el pelo hasta conseguir ese característico mullet de los 80' y lo estaba luciendo presumidamente cada vez que podía; se pasaba la mano por el cabello, con la cabeza en alto y una brisa segura de sí mismo. Y la gente se giraba a verlo.

—Al parecer no. —Respondió Chan dirigiendo la atención al presuntuoso de su compañero quien al parecer estaba por salir.

—Ya veo...

HongJoong sacó el móvil de su bolsillo y cerca de la salida, se dedica a teclear. Se queda ahí lo idóneo para más tarde volver a su entorno y coger su cartera y guardarla en el otro bolsillo trasero de su pantalón.

—Bien. Pues nos vemos después.

—Oye, una cosa. —Chan vuelve a hablar y detiene a HongJoong a escasos pasos de salir por la puerta. Pero, al final se atasca y niega con la cabeza—. Nada, olvídalo.

—Como quieras. —Hace un ademán y antes de cerrar la puerta tras de sí se vuelve hacia Chan—. Ah, por cierto, si viene no folléis en mi cama.

Cuando se fue de una vez, Chan deja caer el resto de su cuerpo al colchón y retoma la necesidad de cerrar los ojos, pero entonces los abre de golpe y levanta un poco la cabeza hasta dar con la vista del espejo. Desde ese punto, se podía ver con claridad su cama; no se había dado cuenta que apuntaba casi directo a su parte de la habitación.

De hecho, HongJoong lo colocó ahí como único sitio de la pared libre disponible. A fin de cuentas a Chan no le importaba. Aunque ahora pensaba en lo grande con eso allí, y sin querer sonrió teniendo en mente a SeungMin.

A punto de tirar la toalla con la basta probabilidad de tenerlo la puerta de su habitación fue tocada. Primero con un golpe y luego hubieron tres en sucesivo.

BlueWhere stories live. Discover now