Capítulo 3

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Memorizar las respuestas que Yoongi había redactado en esas treinta páginas con la única finalidad de engañar al estado, era mucho más tedioso y menos divertido que ir a comprar ropa nueva. Incluso la actitud del alfa era distinta; se le notaba más tenso, irritable cuando Hoseok fallaba alguna de las quince o veinte preguntas a las que se veía sometido a diario. Yoongi se exasperaba, y Hoseok trataba inútilmente de calmarlo.

—¡Esto es muy importante! —exclamó el alfa, paseando en círculos por el salón—. Ellos estarán atentos a tus gestos, si notan que solo lo estás recitando de memoria, se acabará todo. ¡Tómatelo en serio!

—¡Lo hago! —respondió Hoseok a la defensiva—. Pero necesitas relajarte, te ves muy tenso.

—¡¿Tenso?! ¡Tú lo estarás cuando vengan a hacernos el maldito examen! —repitió, elevando su tono de voz.

Hoseok pareció acobardarse, su cuerpo hundiéndose en el sofá. Yoongi se percató de que estaba perdiendo los estribos, cerrando los ojos un instante, y soltando un suspiro pesado. Se frotó el rostro, viéndose cansado pese a que ese día no había sido especialmente agotador.

—Lo siento —se disculpó. Dio varios pasos atrás y se dejó caer sobre la silla, agachando la cabeza y entrelazando las manos como si quisiera ponerse a rezar—. Hagamos una pausa.

Hoseok no replicó, pero le preocupó percibir que el salón se estaba llenando de feromonas de tristeza. No sabía si esos cambios de humor en Yoongi eran normales, pero sentía la necesidad de acercarse a él y decirle que todo iría bien.

Dejando los papeles a un lado, se levantó del sofá y fue hacia la cocina, cogiendo un vaso y llenándolo con agua. Regresó junto al alfa y le tendió el vaso.

—Gracias —murmuró. Bebió un trago, respirando profundamente—. No quise asustarte, Hoseok. Lo siento. No debí gritarte.

—Me esforzaré más.

Pero Yoongi negó con la cabeza.

—No, es culpa mía. Te estoy presionando mucho.

El aire estaba cargado de feromonas tristes, y Hoseok no sabía bien qué hacer. Costaba creer que ese Yoongi fuera el mismo que hace unos días se había metido en el probador de ropa para hacer una escenita con sus gemidos.

Titubeó unos segundos, no muy seguro de lo que iba a hacer, pero siguió los instintos y abrazó a Yoongi. Desde esa posición, pudo acariciar su cabeza mientras el rostro del alfa tocaba con su abdomen.

—No tienes color favorito, pero te gusta el negro y el gris. Lo último que me regalaste fue un bolso, que por cierto, aún lleva la etiqueta puesta —comentó, deslizando los dedos hacia la nuca del alfa—. Te gusta cocinar, pero odias limpiar el apartamento. Y tienes la horrible manía de morderte la piel de las uñas. Oh, y fumar. Fumas mucho.

—Quiero dejarlo, pero cada vez que me entra ansiedad, necesito coger un cigarro.

—Yoongi, no me estoy quejando —aclaró, dejando un beso sobre su cabeza—. Yo fumaba hierba para calmar mi ansiedad cuando vivía en el bosque. Entiendo que lo necesites.

—¿De dónde la sacabas?

—Nuestra líder solía ir a las ciudades cuando nuestros recursos escaseaban. Siempre iba acompañada del mismo omega para simular que eran pareja —explicó—. No sé exactamente quién se la daba, pero cuando regresaba, traía varios kilos de hierba. Entendía que esa era nuestra única vía de escape.

—¿Lo echas de menos? —preguntó Yoongi, alzando la vista.

—¿Fumar hierba? No, la verdad —confesó, acariciándole la nuca—. Y tampoco echo de menos vivir en comunidades —añadió, su mirada afable calmando a Yoongi—. Era horrible. Y nuestra líder una zorra mala.

Haunting {yoonseok}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt