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Park SeoJun.

Conocido por su gran fama en el mundo del comercio, Park SeoJun era tan amado como envidiado.  Su éxito nacional e internacional comenzó desde su juventud e incluso la niñez.

Era el orgullo de su padre desde los 7 años, cuando mostró un gran interés en el trabajo del señor Park.  Jun recordaba a la perfección todo en la forma de como fue entrenado para su cargo de sucesor. Cuando piensa en el pasado aún siente el revoloteo de su pecho, pero no precisamente por la emoción, sino por todo lo qué aquello le volvió.

El asco que siente hacia aquel chiquillo de trece años que tenía admiración por los negocios de su padre no se compara con el que siente ahora mismo al verse siendo igual en la actualidad.

Porque claro que tiene presente todas las noches que anheló y pidió un consejo; la sensación de comodidad que sentía cuando iba a la empresa con su padre. Era tan hermoso...

Hasta que lo vio por primera vez...

— Padre, ¿a dónde me llevas hoy? —Preguntó un pequeño castaño de unos 14 años— ¿Vamos a la empresa como el otro día?, ¿qué me vas a enseñar hoy?

Una risa se escuchó y luego la mano de su padre despeinando su cabeza— Tranquilo, campeón. Hoy vas a aprender el verdadero az del oficio.

La contestación que dio el señor Park a su unigénito causó una sonrisa aún más grande en éste.

SeoJun recuerda que tardaron horas; no pudo decir que disfrutó el paisaje, porque durmió un buen rato del camino. Pasaron por hectáreas y hectáreas de terreno verde hasta llegar a un fábrica de, lo que parecía ser, telas.

Su carita de adolescente se frunció porque no recordaba ver algo equivalente a exportación textil en los documentos de su papá, pero lo dejó pasar.

— Buenas tardes, señor. —Dijo, haciendo una reverencia, un hombre cuando entraron al edificio.

— Kim. —Secundó Park mayor haciendo una seña rara con sus manos.

— Lo llevaron a la bodega, jefe.

Y esa fue la conversación.

El señor Park comenzó a caminar nuevamente y, detrás de él, su hijo; subieron escaleras y llegaron a una puerta que fue abierta apenas se acercaron. SeoJun quería encontrarse una sorpresa, y vaya que lo fue.

Dentro del cuarto predominaba la oscuridad; apenas había luz por unos faroles amarillentos que daban más sombra al lugar. Sus ojitos curiosos primero observaron las paredes llenas de manchas raras y, de las personas que habían ahí, reconoció a su amigo y compañero escolar, Jongsuk.

El pequeño azabache se encontraba siendo jalado fuertemente del brazo por otro señor; recién ahí calló en cuenta de que este se encontraba sollozando bajito.

— Papá... —Llamó con la mirada clavada en el otro adolescente, Suk le miró.

— Jun... —Dijo con titubeos— ¡Jun!, ¡SeoJun-ah, ayúdame, por favor, diles que no le hagan nada a mi papá! —El fuerte llanto se escuchó y retumbó por las cuatro, feas y olorosas, paredes.

Only men © JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora