4. Peligrosa fuerza

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Yumeno llegó rápidamente a la clínica, lugar donde encontraría a sus compañeros de pasantía en la carrera. Al parecer había llegado otro grupo de hombres totalmente lastimados como si un camión les hubiera arrollado. Era preocupante, demasiado.

— Era un chico, un omega albino. — Decía completamente asustado, Yumeno, que estaba por atenderle, se tensó rápidamente conociendo la descripción. Yumeno era beta, entonces no entendía totalmente la fuerza de ambos géneros, solamente podía entender que, de forma mínima, los omegas eran ciertamente más débiles que un beta y demasiado inferiores que un alfa. Al menos eso decían los libros de texto, si quitamos a su familia.

— Hombre, decir disparates creo que es parte de la madriza —dijo un chico, que Yumeno reconoció por la voz, de su clase. — Puede ser una contusión.

— Un omega que les haga esto, debió ser una muy fuerte —dijo otro. Yumeno se tensó levemente, un poco más de la que ya estaba, cuando las puertas del hospital se abrieron para dejar ver a dos oficiales. Más problemas, eso era seguro.

— ¿Puedo ayudarles en algo? —inquirió saber una muchacha dejando notar su incomodidad por la autoridad. Detrás de ellos entraba un nuevo paciente.

— Venimos a interrogar a las víctimas.

— ¿Razones? —preguntó, quizás por reflejo. El oficial más alto se cruzó de brazos.

— Asunto confidencial —exclama el albino. — Siempre quise decir eso, —agregó en un susurro para el otro oficial con cara de amargado. — Me gustaría poder hablar con las víctimas.

Otro encargado asintió tomando la batuta para dirigir a los oficiales detrás suyo hacia donde empezaron a atender a la caravana completa. Yumeno suspiró, tomando su carpeta para dirigirse a su trabajo cuando una mano en su hombro le hizo voltearse. Un chico rubio de mirada tan alegre como una mañana soleada le sonreía con un brazo morado, se permitió perderse unos momentos en los ojos que poseía pues eran tan diferentes a los suyos ¿era posible que él fuese todo lo contrario a su imagen? Quiso hablar pero en seguida cerró la boca, devolviendo la sonrisa.

— ¿Puedo ayudarle en algo? —Sintió que su corazón latió levemente y se preguntó, internamente ¿los betas tenían permitido sentirse así?

Horas antes, en el despacho de Akutagawa todo era caos, llegó Mori a mandarle un catálogo mientras Atsushi y Gin estaban sentados en un sillón, completamente castigados, con el jefe de Rashomon al pie del gran ventanal que tenía en ese lugar. Mori estaba muy intrigado por el joven omega frente a sus ojos, él también lo era pero no significaba que fuera usual ver a chicos raros en la oficina de un empresario. Akutagawa se acercó, Michizō estaba en la puerta fielmente.

— ¿Quién es el omega?

— Este omega tiene nombre, y pudiste decirme solo "chico". —Mencionó molesto.

— Es Atsushi, alias Jinko, mi guardaespaldas.

— No se ofenda pero... ¿este chico es su guardaespaldas?

Akutagawa se masajeó la región labial, con cierto estrés ante la duda de sus decisiones, ¿por qué no se callaban un rato? Estresado y completado molesto de haber ido a la comisaría a salvar el pellejo del trío de tontos que trabajaba para él, se sentó junto al albino.

— Tómale la mano. Hagan fuerzas.

— ¿Está seguro de eso? — El omega azabache negó. — Ambos somos omegas, eso no me prueba nada.

— Bien. — Sacó su celular y tecleó unas cuantas cosas antes de volver a guardarlo.

Se quedaron expectantes de lo que podría pasar hasta que alguien tocó con suma violencia la puerta, Akutagawa no tardó muchísimo en abrir para dejar ver a un chico de cabellos rubios y ojos azules, tremendamente feliz dejándoles extrañados de la forma tan agresiva de haber tocado.

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⏰ Last updated: Mar 28, 2023 ⏰

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Stronger tiger boyWhere stories live. Discover now