Revelación

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¡Hola! ¿Cómo están?
Antes de iniciar les pido una disculpa por la tardanza, he estado muy ocupada con la escuela.
Este capítulo está escrito con mucho cariño disfrútenlo. Saludos para todos.

Narra Mérida

Estaba cubierta de lodo, desde las botas hasta el cabello.

La noche estaba cayendo. Me adentré en el castillo y de inmediato el silencio me envolvió. Todo estaba en calma, Angus dormía en el cobertizo de la caballería y varios de los mozos de cuadra descansaban en sus respectivos sitios.

Corrí atravesando el Gran salón y sin que nadie me viera, me adentré en mi habitación. Sabía que mi familia ya estaba dormida, posiblemente mis padres habían estado preparando la despedida de los Lords y no vendrían a mi encuentro.

Me mordí el labio nerviosa, Legolas y yo hablaríamos con ellos al día siguiente, después de nuestra expedición por el siguiente reino y antes de partir a Rivendell para el concilio.
Me sentía exhausta, no solo por nuestro viaje en el Reino de los monstruos, si no por las alucinaciones de las bestias de la Tierra Media que me atormentaron a lo largo del bosque.

Necesitaba relajarme. Dejé mis armas sobre la mesa de noche, así como la luz élfica de Lady Galadriel y el mapa de Gandalf. Me dirigí a la enorme tina y comencé a llenarla. Hubiera sido más rápido si Maudi estuviera ahí para ayudarme, llenando el agua con esencias naturales y calentándola.

Me quité el vestido y arrojé las botas al lado opuesto de la habitación. Me sumergí en el agua fría. Aquella era la idea contraria a un baño relajante pero necesitaba limpiarme antes de dormir y deshacerme del horrible olor a pantano que me cubría.

Tardé al rededor de una hora en quitar todo el lodo de mi cabello. Me lavé el resto del cuerpo temblando un poco al sentir el agua helada rozar mi piel, al menos no estaba tan fría como el mar de Berk. Terminé de bañarme y salí de la sala de baños para secarme rápidamente y envolverme en un acogedor camisón para dormir.

En lo que mi cabello se secaba. Comencé a hojear uno de los libros de leyendas de mi tierra que estaba en mi habitación, el cual, ilustraba a algunas de las criaturas del Reino de los monstruos, en realidad no se parecían mucho y había varios datos erróneos sobre ellos. Si pudiera escribir un libro sobre todas las criaturas que habíamos conocido, podría probarle al mundo que no todas eran tan peligrosas como lo creíamos...

Con esa idea en mi cabeza me fui quedando dormida lentamente.

El ruido de ajetreo en el pasillo me despertó a las primeras horas del día, hecho que me hizo ponerme de pie de inmediato temiendo que fuera demasiado tarde para reunirme con Legolas. Vi por la ventana y realmente no lo era, apenas estaba amaneciendo.

No obstante, decidí darme prisa, me puse un vestido color verde y unas botas limpias. Até mi cabello en una larga trenza a pesar de que amaba llevarlo suelto pues no quería que se ensuciara tanto como el día anterior, más porque esa misma noche me reuniría con el concilio de Rivendell.

Estaba terminando de guardar mis cosas en la bolsa cuando escuché unos golpes en la puerta de la habitación.

—Adelante— respondí.

—Mérida levántate, hay muchas cosas que ha... —la voz de mi madre se perdió en el silencio en cuanto su mirada se posó en mi.

—Hola mamá, buenos días— saludé mientras me aproximaba a la puerta frente a ella.

—¡Cariño te vez hermosa! Nunca te peinas por tu cuenta y... te levantaste muy temprano, me sorprendes— reflexionó mi madre llevando ambas manos a mi cara para examinarme.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora