Castillo de cartón | serokami week.

1. Nene de mami.

bebés.
dedicado a Tori_Lovegood

El verano casi acaba, el calor es sofocante y el hijo menor de la familia Kaminari está aburrido, sentado en la cocina de su casa.

Con ganas de nada realmente, hasta que la dulce voz de una mujer lo llama—Denkiii, ¿por qué no vas a jugar con el vecinito de enfrente?

Saliva pasa duro por su garganta, entonces, rompiendo falsa paz. Y es que, a pesar de siempre haber emanado cierta energía contagiosa, incluso de bebé; a pesar de hacerle honor a su nombre, encantando a los adultos con sus juegos y bailes joviales, con sus tonterías infantiles que a cualquiera le sacaría una risa; las cosas son difíciles para Denki.

Complicadas por los otros niños de su edad.

—Ha llegado hace poco, la familia Sero —acota la mujer, yendo hasta la mesa para peinar sus mechones—. Y parece estar aburrido también, ¿qué dices?

Malestares acongojan al pequeño rubio mientras siente las caricias. ¿Cómo le explicas a tu propia madre que te dan miedo los otros niños? ¿Cómo le dices que el hecho de que tu padre los haya abandonado, meses atrás, fue un gran motivo de burla para los demás en el barrio, en su escuela?

Denki no puede contarle eso a ella, quien se está esforzando por salir adelante con una sonrisa en el rostro. Denki no puede revelarle el motivo de por qué aún moja la cama. Tiene siete años, ya es un nene grande, no un bebé.

Aunque trata de ser positivo. El chico es alguien nuevo, así que debe estar tan perdido como él en la vida, ¿verdad?

Y con eso en mente y la frente en alto, accede a salir. Cruza la calle cauteloso, mirando a sus dos costados. Marcha y llega hasta las pegadas casas pintadas de ocre y humedad, con un desastre de cosas en el pequeño patio.

Decidido, quiere tocar la puerta cuando una de las tantas cajas allí se levanta y camina; lo tira del susto.

—¡Ay, lo siento! —Un niño moreno, besado fieramente por el sol, lo mira con oscuros ojos bajo el cartón. Y le sonríe, faltándole un diente—. ¡Ja, tu cara se ve muy graciosa!

—¡Oye, eso no es cierto! —Hace un puchero, levantándose con dolor y frotando su magullada espalda.

—Je, una disculpa... ¿Y quién eres tú?

—Uh. Soy Kaminari Denki, tu vecino de enfrente.

—Ah, sí. Yo soy Sero Hanta —Le extiende la mano para estrecharla, como todos unos señoritos—. Un gusto.

Corresponde al fugaz apretón—Y... ¿Qué estabas haciendo?

—Bueno, a mi mamá le gusta el reciclaje, así que busco a qué jugar con estas cajas...—titubea, acomodando la alargada caja sombrero a un lado— para que no me regañe porque no las saque a tiempo, y el camión de basura ya pasó —confiesa con otra sonrisa, más torpe que la anterior.

El rubio asiente, interesado en aquella "porquería", motivo de imaginación a su parecer. ¡Ojalá él pudiera tener cajas! Su mamá solía dejarlas por ahí tiradas en la acera, o se las daba a su hermano mayor para que guarde sus cosas viejas.

¡Pero podrían ser una genial nave espacial! Con la suficiente decoración quedaría fantástico... O disfrazarla de un temible monstruo gigante, o un gran fuerte para protegerlo de...

La cuestión es que Kaminari se ensimisma, y casi no logra escuchar cuando el otro le está hablando.

—Hey, Kami, heeey —Chasquea los dedos frente al rostro contrario.

—Ehm, ¿qué? ¿Qué pasa?

—¿No quieres pasar a jugar mi casa?

El rubio duda, pero pronto escucha las imaginarias porras de su mamá en la consciencia y eso lo incentiva otra vez. ¡El chico nuevo parece cool! Tiene cajas, así que eso ya es genial.

Cuando el anochecer cae, Mika va en busca de su niño para cenar.

Se siente un tanto avergonzada mientras llama a la puerta vecina, ¡no había notado el pasar de las horas hasta que regresó su otro hijo del trabajo! Agradece que estén a un paso de la casa, o se hubiera considerado la peor madre del mundo.

Una señora de cabello azabache y barriga de embarazada es quien la atiende con duda en su rostro. Pronto, comprende que han ido a retirar al nuevo amigo de Hanta, y pega el grito para que ambos bajen.

—¡Lo siento tanto por las horas! —Mika hace varias reverencias—. Perdóneme, en serio.

—Oh, no. No se preocupe —responde ella, poniendo las manos sobre su prominente panza mientras los pequeños se ven bajar por la escalera—. Casi no hicieron ruido, son unos angelitos.

—Aun así, no debí tardar tanto —murmura, mirando en dirección a Denki y Sero—. Su niño, mañana está invitado a merendar a nuestra casa por las molestias.

Yume vuelve a negar, pero Hanta suplica por ello hasta que la azabache accede. Al final, intercambian pocas palabras, se despiden y regresan a sus respectivos hogares.

En el corto tramo que hay, la rubia contempla a su nene. Parece agitado, sonrojado, como si hubiera estado jugando mucho, y eso le entibia el alma—¿Cómo la pasaste, hijo?

—Muy bien —dice a secas. Está cansado, pero feliz.

—Espero no hayan hecho renegar mucho a la señora Sero. —Mika empuja la puerta y entran. Su hijo mayor fue el encargado de servir la cena esta noche.

Denki solo asintió. En realidad, no está prestando verdadera atención a las palabras de su mamá. Está ensoñado, pensando en qué podría hacer próximamente con su nuevo amiguito, y en el rico olor del guisado.

- re hardcore yo, lo subí el 28/7 a las 00am hora Arg uwu ¿Olvidé decir que es un short fic?
+ no quirks ;; quizás ooc ;; quizás cliché.

beta reader: __nakiri 😈💞