1. all I want is someone I can't resist

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Dejó escapar el humo de su boca en aros plateados que se desintegraban apenas chocaban con el viento fresco de la mañana. No fumaba recurrentemente, pero dada su situación, era la única forma encontrada para no ceder ante, bueno, ante Itadori Yuuji. Porque una cosa era no tener control sobre los escenarios que su cabeza proyectaba para él donde el niño era el protagonista, y otra muy distinta era de verdad estar intentado algo más. Gojou, al menos, intentaba mantenerse en esa línea, pero, en su defensa, el pequeño pelirrosa no se lo dejaba fácil.

Y es que nadie podía juzgarle ahora, porque de verdad lo estaba intentado. Había, incluso, planeado la forma de mantener distancia con el niño sin que se viese muy obvio, procurando conversaciones triviales y poco menos que formales, pero, de nuevo, el mundo estaba conspirando en su contra, seguramente como karma por todo lo que había hecho pasar a cada una de sus citas en el pasado.

No quería, pero su vista volvía a desviarse frente a él, a la sonrisa deslumbrante del menor.

A eso se refería. Incluso tras sus intentos de ser simplemente cordial, el niño había desarrollado una clase de admiración hacía él y, aunque ciertamente aumentaba su ego, era muy difícil no reaccionar a los ojitos brillantes y los saludos efusivos que sencillamente eran adorables.

Joder, Yue era totalmente opacada por su hijo.

Consideró dar la vuelta y olvidarse de la familia Itadori (que era, de hecho, lo más sensato), regresar a su departamento y tal vez ponerse lo suficientemente ebrio para olvidar su buen juicio y salir a buscar sexo fácil o a, en acto suicida, ir a molestar a su mejor amigo hasta que este le hágase entrar en razón a punta de amenazas.

Pero no podía sólo irse y debía ser honesto consigo mismo, toda la razón era el niño.

― ¡Go-chan! ― Ella salió de la casa cargada de dos pequeñas maletas y mucha más alegría de verlo que él a ella. ― ¡Estoy tan emocionada por el viaje!

Acercó su cuerpo al de él, abrazándolo por la cintura. Era pequeña y Gojou lograba sacarle una cabeza y media de diferencia. Respondió el abrazo muy apenas con uno solo de sus brazos, pendiente de las reacciones del menor.

Yuuji fingió ignorar la escena, tecleando rápidamente en su celular antes de, sonrojado, mirar hacia otro lado. Aquello, muy a su pesar, le hizo fruncir el ceño.

Separó tan amablemente como pudo el cuerpo ajeno antes de tomar las maletas por él mismo.

― Las pondré en el maletero, pueden ir subiendo.

― ¡Muchas gracias, Go-chan! ― esa emoción casi demasiado obvia y exagerada comenzaba a irritarle.

Sonrió en respuesta y dirigió sus pasos tras el auto. Seguramente no estaba preparado para pasar el fin de semana con los Itadori. Por una parte, estaba comenzando a comportarse como un maldito con la pobre mujer que nada de culpa tenía de haber procreado al ser más bonito que Satoru había visto nunca y del que seguía, repetidamente, imaginando en su lugar; y, por otro lado, Yuuji estaba convirtiéndose en su maldición. Donde quiera que Gojou volteaba, percibía, de alguna forma casi obsesiva, la presencia del niño.

Dejó el equipaje en su lugar y se adentró al auto.

Como eso, por ejemplo; de cada espacio en los asientos traseros del auto, el pelirrosa había quedado justo donde el retrovisor le dejaba ver esos preciosos ojos ámbar.

Él se dio cuenta de su mirada y respondió con la sonrisa habitual, casi sin querer Gojou regresó el gesto coquetamente.

Deseó quitarse los lentes y mostrarle al niño la ferocidad hambrienta con la que comenzaba a observarlo; que fuese consciente de la necesidad - no experimentada antes - de su cuerpo por tocar el otro, por conocer cada detalle e ir más allá de lo que la tela le permitía ver.

Venus | GoyuuWhere stories live. Discover now