✳️Capítulo 1✳️

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[Seis meses antes]

Hace cuatro días salió el anuncio de que la escuela de exterminadores por primera ocasión permitirá inscripciones (anteriormente el reclutamiento era secreto); las personas deben tener de 20 a 30 años y pueden ser de cualquier parte del mundo.

Hace algunos años era como una leyenda, todos suponían que existía un grupo de personas encargadas de desaparecer a los demonios, porque  en muchos países ya no existían, se habían concentrado en tres grandes ciudades, que ahora se volvieron una, porque era territorio dominado por esas aberraciones.

Nosotros sabíamos de ese grupo, porque mi hermana mayor Katarina había formado parte de uno de los primeros que se encargaron de luchar contra esas cosas. Desafortunadamente no salió con vida de la batalla, pero sabemos que dió lo mejor de ella para salvar a la gente, eso nos mantiene tranquilos y orgullosos.

Recuerdo la expresión en el rostro de mis padres cuando escucharon la información del anuncio, la tengo tan presente porque era idéntica a la mía.

“Es mi momento, estoy lista” — Miré a mis padres y sonreí con tanta efusividad que me dolían las mejillas, me sentí tranquila porque aparentemente ellos estaban pensando lo mismo que yo, lo supe al ver sus rostros.

En ese momento me levanté del sillón, corrí a mi habitación, prendí mi laptop y comencé a desarrollar la solicitud de ingreso.

— Para que todo sea medianamente parejo, no mencionaré nada de Kata, aunque los encargados lo sabrán, pero por lo menos así la gente que se sienta intimidada por mí, no tendrá las armas para decir que lo usé para poder entrar.

Terminé en menos de 10 minutos, sabía perfecto que era lo que tenía que decir y lo más importante... lo que ellos querían escuchar.

Han tardado más de lo que pensé, supongo que son demasiadas las solicitudes que debe de estar revisando, pero en mi caso sé que tengo lo es necesario; soy de las mejores en cualquier arte marcial.

Desde que comenzó el avistamiento de demonios mis entrenamientos se incrementaron, por eso  tuve que dejar de asistir a la escuela y comencé a estudiar en casa, para no distraerme del objetivo.

Cuando murió Kata lo que se podía esperar era que nos derrumbaramos y optaramos por otro camino, pero fue todo lo contrario, como familia nos comprometimos más.

Mamá me pidió que no alardeara y que evitará el tema de las inscripciones, porque Zamira por tener 18 años no podía registrarse y eso la tenía muy triste. Regularmente no me importa lo que pueda sentir o pensar, pero como eso yo lo experimenté cuando fue el reclutamiento de Kata, entonces podía entender su frustración.

Actualmente tengo 24 años; hace 6 años fue el primer reclutamiento secreto y para ese momento Kata tenía 22 años, así que considero que tengo más habilidades de las que ella pudo tener en ese entonces. 

Desde que envié la solicitud no he dormido placenteramente, despierto y lo primero que hago es revisar la bandeja de entrada.

La bocina inteligente de mi habitación está programada para despertarme cada vez que llega una notificación. Pero hoy me despertó a las  5 am, por una notificación de una aplicación de comidas.

— ¡Necesitas una mejor configuración! — balbuceé con fastidio.

— Abriendo configuración

— ¡Nooo!, arggg, estúpida máquina — pateé las cobijas y me levanté.

En el momento que hago algún coraje, el sueño decide abandonar mi cuerpo, así que bajé a la cocina para prepararme la proteína y después salir a correr.

— Supongo que 5 km son suficientes por hoy — me dije a mi misma, mientras volvía a casa.

Cuando estaba por abrir la puerta, esta se abrió y me encontré con un hombre de cabello café tan claro que podría ser rubio y tras él, una señora de cabello rojo, pero no del que es extremadamente llamativo, sino del que es más discreto.

Me moví para dejarlos pasar, pero solo el hombre avanzó, la señora se quedó despidiendose de mi madre.

— No vayas a pisar mis flores — recriminé al hombre, no me encantaban las flores, pero por alguna razón no me agradó su actitud.

Solamente se molestó en mirarme de reojo, por lo que me pareció un segundo y continuó caminando. Quería gritarle que era un grosero, pero en eso sentí la mano de alguien que se posaba en mi hombro.

— Nos vemos pronto, Nadira —  mencionó la señora de cabello rojo y ojos extremadamente verdes.

No la conocía así que no respondí, mis papás son personas populares, por lo que es común que personas entren y salgan de esta casa. Cuando sus amigos vienen solo intento ser amable, pero no me involucro en conversaciones con nadie.

Antes de entrar a casa, intenté localizar al hombre, pero ya no pude verlo, así que resignada me dirigí a la cocina, para tomar una manzana. En el camino me percaté que la mirada de todos estaba enfocada en mí.

— ¿No vas a preguntar nada? — cuestionó papá que estaba sentado en el sofá y tenía un papel en las manos.

En ese momento comencé a sospechar que algo se me estaba pasando, miré a todos intentando descifrar el rostro de cada uno. La falsa sonrisa de Zami fue la que hizo que todo fuera teniendo sentido.

— Ellos…¿Ellos eran exterminadores? — mi lengua se tropezaba casi en cada letra, estaba tan emocionada que no podía articular palabras de forma decente.

— No sé si lo sean o no, pero ella es una de las encargadas del instituto y el chico es uno de los maestros.

No recuerdo alguna vez en mi vida en la que estuviera tan arrepentida como lo estaba en este preciso momento.

Si ese hombre será uno de mis maestros, ya puedo darme por reprobada” — me dejé caer en el banco que está frente a la meseta de la cocina.

— ¿No quieres saber si pasaste? — cuestionó mi madre, sin dejar de sonreír.

— Supongo que pasé, si no, no se hubieran tomado la molestia de venir hasta acá, además la señora me dijo; nos vemos pronto.

— A nuestros padres se les olvida que eres la mejor opción para salvar al mundo, por eso es obvio que estabas aceptada, casi desde tu nacimiento — habló irónicamente Zami.

— Quizá no la mejor, pero sí de las mejores —  repliqué con orgullo.

A pesar de lo que pudiera parecer, realmente mi relación con Zami es maravillosa, solamente que somos sumamente competitivas, pero es la única persona en la que confió, bueno, tampoco es que tenga muchas personas a mi alrededor.

Cuando decidí dejar la escuela, todos los que en su momento eran mis amigos desaparecieron, nadie se molestó en tener comunicación conmigo y bueno eso de mendigar amor o cariño, no va para nada conmigo.

— ¿Entonces cuando tengo que irme? —  dije mientras pasaba la mirada de mamá a papá, varias ocasiones.

— Cualquier día antes del viernes, porque… —  mi padre enfocó la vista en el papel que seguía en sus manos — Las clases comienzan el lunes y tienen pensado usar el sábado y el domingo para cursos de inducción. 

— Perfecto, mañana mismo me voy — de un brincó me levanté del banco y corrí a mi habitación.

— Pero mañana apenas es martes, ¡Nadiraaa, regresa! — gritaba mi madre, pero era en vano, porque yo estaba ya en mi habitación comenzando a guardar cosas en mi maleta.

EsmeraldaWhere stories live. Discover now