✳️Capítulo 2✳️

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Después de unos minutos Zami entró a mi cuarto, se sentó en el suelo junto a mí, no habló, solo tomó algunas blusas y me ayudó a doblarlas.

— ¿Tu uniforme será bonito? — preguntó con voz tenue.

— ¡Vaya!, no había pensado en eso, quizá no necesitaré ni la mitad de la ropa que ya guardé — comenté mientras me daba un ligero golpe en la frente, ambas nos reímos.

— ¿Hoy querrás que duerma contigo? — cuestionó mientras me miraba disimuladamente.

— No creo que hoy vaya a tener pesadillas, estoy tan feliz que dudo que mi cerebro decida reproducir imágenes horribles — dije mientras seguía viendo la ropa del armario.

Desde hace años lidio con horribles pesadillas, de lo que pudo suceder con Kata, pero todo lo siento como si me estuviera pasando a mí. La mayoría de las noches soy perseguida por algún demonio, aunque solamente dos veces en mi vida he estado cerca de uno y realmente no estaba tan cerca.

Sobre esto de las pesadillas únicamente sabe Zami, ella es mi mayor confidente. Las primeras noches que sucedió, la alarma inteligente de la casa se activó, entonces fue un caos. Tuve que mentirle a mis papás, la primera alegué que me había golpeado el dedo pequeño del pie y la segunda que estaba viendo un video con volumen tan alto, que lo registró la alarma. Si les decía la verdad se aferrarían en que suspendiera mis entrenamientos.

Entonces al menos 3 veces a la semana, Zami duerme conmigo, sé identificar que sucederá porque me cuesta conciliar el sueño, así que en ese momento le mando mensaje, en ocasiones tarda un poco en verlo, pero siempre llega.

— Ahhh, entiendo, ojalá así sea.

Su voz no sonaba tan alegre, como imagino ella intentaba que sonara, así que volteé a verla y se limitó a sonreír tibiamente.

— Pero quizá sí me gustaría pasar mi última noche aquí, con la única persona que me entiende.

La sutileza no es mi estilo, me gusta que la gente sepa lo que significan para mí… sea positivo o negativo.

— Excelente, déjame ir por mi almohada para dejarla aquí — se levantó tan rápido como pudo y salió.

Es impresionante como una pequeña acción puede modificar el estado de ánimo de una persona; el rostro que tenía al salir no era nada parecido al que mostró cuando dije que no sería necesario que durmiera conmigo.

Las emociones para mí son algo complicado, no soy buena para expresarlas de forma asertiva. Solo puedo expresarlas cuando considero que no me dejan indefensa. Creo que el amor romántico es de las peores cosas que pueden existir, por lo que escuchado te vuelve frágil y pierdes la capacidad del razonamiento; para mi no existe la posibilidad de pensar en otros antes que en mí.

Mi familia tiene un papel importante para que yo sea de esa manera, en esta casa son pocas las palabras de amor que recibes y no lo digo como queja, la realidad es que agradezco más las acciones que las palabras.

Terminé la maleta, me bañe y me preparé para bajar a comer. Cuando llegué todos estaban en su lugar, los platos ya estaban servidos.

— Un minuto más y te quedabas sin comida —  espetó mi padre, con su característica voz firme.

Las reglas en esta casa son algo de lo que no te puedes olvidar, en mi vida solamente 3 veces me he quedado sin comida y todas fueron porque tenía fiebre que me noqueaba.

— Siempre tengo todo controlado — tomé una porción de pan para comenzar a comer.

— Si quieres irte el día de mañana entonces deberás hacerlo a las primeras horas del día, para que eso demuestre tu compromiso — volvió a hablar mi padre.

— Ajam —  tragué la porción de comida que tenía en la boca — No tengo ninguna queja al respecto.

— Entonces por la tarde cuando termine el entrenamiento, serás tu misma quien llame a la escuela.

—  ¿Llamar a la escuela? —  detuve el tenedor frente a mi boca — ¿Para qué?

— Ay Nadira, tanto tiempo y no hemos sido capaces de lograr que dejes de suponer y comiences a centrarte en los hechos — comentó mamá sin levantar la vista del plato.

— ¿Eso que se supone que significa? — module el tono de mi voz, solo porque se trataba de ella, pero detesto las críticas.

— Se resume en que tú creíste saber cómo iban a funcionar las cosas, en base a tus ideas, pero jamás decidiste informarte de cómo serían realmente — dijo mi padre que con la mirada me señalo el papel que estaba en el centro de la mesa.

No me molesté en replicar, tomé el papel y comencé a leerlo. En resumen decía que por tratarse de una sociedad “secreta” su lugar de entrenamiento y confinamiento era confidencial, así que se debía llamar a la escuela para que un empleado pase a recogerte.

— Terminando la comida haré la llamada —  sentencié.

Tal como lo dije, después de la comida llamé y no me llevó ni 2 minutos hacer los arreglos.

— Mañana a las  6 am estará un carro color azul frente a su casa, le haré llegar una imágen donde le mostraré cuáles son las placas y la identidad del conductor — fue lo último que dijo la chica que atendió a mi llamada.

La sesión de entrenamiento y la cena no fueron diferentes a las de los demás días, nadie parecía sentirse ansioso o triste por mi inminente partida.

“¿Debería molestarme que nos les importe mi ausencia?” — coloqué mi maleta y mochila frente a la puerta — “No, definitivamente no, todos sabíamos que esto iba a suceder, trabajamos para que pasara”.

Después de secarme el cabello, me recosté en la cama y enfoque la vista en el techo.

— ¿No tienes miedo? — cuestionó Zami con voz tan leve que me desconcertó.

— Si hablas así tan abruptamente, sí — comenté intentando imitar su tono de voz, se giró para poder verme y me miró con fastidio — No, no tengo miedo, he trabajado por esto tanto tiempo que sería estúpido dejar que me carcoma y me limite.

— No necesariamente debe tener ese impacto, puedes tener miedo, pero esa misma sensación puede ser lo que te impulse.

— ¡Pues no, no tengo miedo!  — exclamé — Realmente me siento entusiasmada de que por fin podré poner en práctica todo lo que sé. 

— ¿Aunque puedas morir? — tuvo que aclararse la garganta para poder hacer la pregunta.

— Zami, puedes morir en cualquier situación, ¿quieres decir que te sentirías mejor muriendo realizando una actividad común, que si lo haces luchando por recuperar lo que nos pertenece?

— No, si lo planteas así, evidentemente me gustaría morir luchando por un beneficio.

— No te puedo asegurar que sobreviviré, pero sí que me voy a esforzar y que no les permitiré a esas aberraciones que se salgan con la suya tan fácilmente.

— Te creo, porque eres  una gran molestia.

—  Y gran guerrera, no lo olvides — declaré con orgullo.

— Sí, eso también — una leve sonrisa apareció en su rostro cansado.

Vi que sus ojos comenzaban a cerrarse, entonces fingí un bostezo y me gire para darle la espalda.

— Descansa — murmuré.

— Tú también, Nad, te quiero.

No sé cómo lo hace, pero esas palabras salen con tanta facilidad de su boca, yo jamás las he dicho, siempre me limito a decir “yo también”.

EsmeraldaWhere stories live. Discover now