19

4.4K 592 212
                                    

Díaz

—Pasame la jarra, mogolica —le grité a Ludmila, otra amiga, que no la soltaba—, no es micrófono.

Esta rió y le dio un trago para después entregarlo.

—'Ta medio fuertongo, pero sirve —avisó.—. Lo armé recién.

Hice una mueca.

—No importa amiga, nos la damos en la pera o nada.

—¡Oaa, volvemos en ambulancia! —Sofía llegó en pedo, tambaleándose, y con su labial corrido.

—¿A quién te comiste?

Miró a Ludmila y sonrió cómplice—: A Juan.

—¡¿El hermano de Agostina?!

Asintió triunfante y agarró la jarra.

—Ah, no, pará..., ese no es. Este juega a la pelota.

—¿Fútbol? —pregunté.

—No, usa las manos este Juan. Es de provincia —rió—, tenía un acento re raro la 'r' no la pronunciaba bien.

<<¿de provincia...?>>

¿Juega al voley? —asintió— ¿estaba solo?

Dudó. Cuando parecía que iba a decir que sí, negó.

—Era un grupito. Habia un chino... ¡__(tn)! —su gesto fue de sorpresa— ¡Tu wacho! ¡vino tu wacho!

—¿Mi wacho? —pregunté y levanté la cabeza, buscandolo. Volví a dirigirme a ella— ¿Vino Toto?

Asintió como si su cabeza no estuviera pegada a su cuello, lo cual hasta a mi me dolió.

—¡Y esta con unos papuchos!

Instantáneamente me miré y arreglé mi ropa.

—¿Estoy bien? ¿Se me corrió el maquillaje o algo? —le pregunté a Lud, era la más cuerda de nosotras tres.

—¡Te doy como cajón que no cierra mamila!

—¡Vos callate tarada! —Ludmila la retó— y quedate cerca que después te vas con cualquiera —me miró como un escáner—. 'Tas bien, __(tn). Tranca —me sonrió levantando el pulgar. Correspondí la sonrisa.

—¿Qué hace acá aparte? —pregunté al aire.

—¡__(tn)! ¡__(tn)! ¡eeeh! —sentí un peso en mi espalda y unos brazos me envolvieron. El olor a fernet llegó a mis fosas nasales.

—¿Te gustó el fernet? —dije burlesca, dándome vuelta.

—¡Esta buenísimo! Medio amargo pero ¡buenisimo! Y después me hicieron probar algo de loquero.

—Jarra loca, culiao —Pablo le corrigió. Me hizo un gesto de cabeza en forma de saludo —. Hola, __(tn)

—Hola, Pablo. Hola chicos —saludé al resto. Me devolvieron el saludo.

—¡Amiga, alta jodita! —dijo Felipe.

—Tenes manchado acá, veni que te ayudo —Juan se dirigió que Sofía.

Estos dos pegaron onda...

—Te estuve buscando por horas.

Lo miré incrédula. Está tan en pedo...

—¿Ah, sí?

—¡Sí flaca! Encima se me tiraban y yo decía: no, no. Soy rey de una sola reina. ¡¿Quién más que yo soy perfecto para vos?!

Reí.

—Bueno, bueno gran rey. Tomá de acá, es Gancia. Es dulce, te va a gustar.

—¡Eh, compartan! Juntemos el escabio —propuso Felipe.

—Apoyo esto. Tiene alto escabio —Ludmila se unió.

—¡Uhhh, está re piola esto! Uh, para boludo. Me pesa el cuerpo para atrás.

—Pisa bien, Toto, estás re en pedo. Te podes caer.

—En cualquier momento lo hace igual —Iván, creo que se llamaba, acotó.

—Igual estoy bien. ¿Me podes dar un beso?

Mis ojos se abrieron.
¡Tenía un gesto en su carita siper tierno! ¡Oikawa borracho, quédate para siempre!

Me puse de puntitas y le di un pico.

Este festejó y volvió a tomar.
Miré la hora: 03:45 a.m

Y pensar que estaría en mi cama plácidamente...

—¡Eh, vamos a bailar! —me agarró de la mano y le entregó la jarra a Lud—. Cuida bien esto que está re rico.

Reí y le di una mirada a Ludmila.

—Che igual, no sé como se baila esto—confesó.

La música, retumba en todo lados. Hasta en mis órganos sentia como retumbaba.

—Esto se baila así —pegué su cuerpo al mío—. Y se mueve así, mirá a los demás y copialos. Y en una parte de la música, yo me encargo de bailar —hablé con media sonrisa.

•••
¡hola y adiós!

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Where stories live. Discover now