four

1.1K 199 11
                                    


Emily no sabía bajo qué piedra meterse cuando se cruzaba con el trío de oro. Ya no era divertido seguir peleándoles y la única persona de ese lugar del demonio con la que podía pasar unos minutos que no fueran incómodos era con Ginny, pero ella andaba más detrás del trío, así que se tenía que conformar con pararse a hablar unas cuantas horas con el retrato de Walburga Black.

Sus días eran más aburridos que nunca, por eso cuando escuchó en una de las conversaciones que tenían Molly y Arthur que irían a la mañana siguiente al Callejón Diagon, aprovechó de escribirles a sus amigos para que fueran ese mismo día. No tenía intenciones de quedarse en ese sitio que solo la hacían pasar malos ratos ni un solo segundo más.

• •   •

A la mañana siguiente, eran las seis de la mañana y Emily ya se estaba despertando. Se duchó, se arregló con un atuendo básico (unos mom jeans, una camisa blanca y una chaqueta marrón) y se desenredó el cabello, tomando un libro de su mesón y sentándose en su tocador para retomar su lectura de ayer. Era un libro bastante interesante, la había cautivado solo con cincuenta páginas, por lo tanto estaba hipnotizada.

Luego de un rato leyendo, se dio cuenta que iba por la página ciento doce. Abrió los ojos como platos y sonrió inconscientemente, ya que no se había dado cuenta de que pasó tanto tiempo leyendo. Escuchó pasos lentos en el piso de abajo y se alertó, colocando un trozo de cartulina dentro del libro como marcapáginas y cerrándolo de un golpe, mirándose en el espejo del tocador. Se arregló el cabello con dos manos y salió de la habitación con la cabeza en alto.

Bajó las escaleras con precaución y entró en el comedor, notando cómo un par de ojos se posaban sobre ella. Se tranquilizó al ver que era la señora Weasley.

—Oh, cariño —dice ella con una sonrisa encantadora—, no pensé que fueras a levantarte tan temprano. Normalmente hay que arrastrar a los chicos fuera de la cama.

—En el orfanato es el horario normal —dice con una sonrisa jovial—, supongo que no pierdo la costumbre.

—Preparé unos sándwiches para cuando los chicos despierten, ¿se te antojan algunos, querida? —pregunta ella, movilizándose rápidamente por la cocina. Emily la siguió, aún encantada por la actitud tan amable que tenía la señora con ella.

—Claro —dice ella con una sonrisa amable—. Muchas gracias.

—Oh, no agradezcas, bonita —dice ella, haciendo un gesto con la mano, restándole importancia—. Siempre para lo que necesites.

—Bueno, creo que ya podemos ir despertando a los chicos —se escuchó otra voz desde la entrada de la casa, a lo que Emily se tensó. Vio entrar al poco tiempo a Arthur Weasley.

»Oh, Emily —dice él, sonriente—, no sabía que estarías despierta tan temprano. ¿Tuviste un mal sueño?

—No —niega con la cabeza—, es mi costumbre despertar por estos ratos.

—Bueno —dice la señora Weasley, sirviéndole alrededor de ocho sándwiches en un plato—, iré a despertar a los demonios aquellos. Buen provecho, dulzura.

Y con eso, sale a paso apresurado del comedor. Emily no tarda en devorar los sándwiches de tamaño pequeño que tenía frente a ella, ya que por alguna razón, en la mañana le daba un hambre voraz. Escuchó muchos más pasos bajar las escaleras y suspiró, sin ganas de tener otro desayuno incómodo. Se terminó el cuarto sándwich y puso los demás en la bandeja que la señora Weasley dejó frente a ella, levantándose y sirviéndose un vaso de agua para pasarlo todo.

Salió de la cocina y, esperando impacientemente a que terminasen los otros de comer, entró a la habitación donde se encontraba el árbol genealógico de los Black. Sonrió levemente, negando con la cabeza al ver cómo Walburga quemó la cara de Sirius de la tela, y se sorprendió al ver su rostro allí, debajo. Miró al lado de su padre y frunció el ceño al ver a una mujer a su lado, pero que por alguna razón, no decía el nombre.

Se extrañó, porque por mucho que investigó, no consiguió detalles de su madre. Solo se supo que fue una bruja desconocida, pero cada vez le olía más extraño. Estaba esperando a tomar más confianza con Sirius para preguntarle, pero igualmente, ¿quién podría haber sido...?

—¡Emily, cariño, nos vamos!

La voz de la señora Weasley la sacó de sus pensamientos, apresurándose a salir de la habitación y acudir al lugar donde todos la esperaban.

• • •

Al llegar al Callejón Diagon, encontró a una aglomeración en masa de gente entrando a librerías y a distintas tiendas. Emily no se encontraba muy divertida viendo a todo el grupito del trío de oro y los demás Weasley cuchichear para que ella no escuchase, pero nada más tenía que esperar para ver a sus amigos. Solo un rato más, se repetía mentalmente.

Molly llevaba en mano un listado de todo lo que necesitaban, cosa que hizo a Emily sonreír: le parecía una mamá preocupada, y eso le daba ternura. Le recordaba en cierta parte a Narcissa, pero no se atrevía a mencionárselo, ya que probablemente la mirarían con cara de loca.

Entraron a Flourish y Blotts y, luego de recoger todo lo que era estrictamente necesario para su quinto año, comenzó a mirar las estanterías con aburrimiento. Normalmente, iban con Narcissa a mirar librerías específicas de entretenimiento en el mundo muggle, por lo tanto no disfrutaba tanto su visita a Flourish.

—¿Perdida, pequeña saltamontes? —escuchó una voz a su espalda que la hizo sonreír al instante, volteándose.

Era Liam. Estaba idéntico que la última vez que lo vio (que fue en vacaciones), solo que quizás con el cabello un poco más largo y un poco más alto. Él le devolvió la sonrisa y abrió los brazos, a los cuales ella no dudó en saltar, a lo que él le dio unas vueltas por el aire, haciéndola reír.

—Tengo ganas de golpearte por el susto que nos hiciste pasar en la Mansión, pero estoy muy alegre de verte —dice otra voz a sus espaldas. Emily se gira y casi chilla al ver a Serena y a Draco, abrazándolos a los dos a la vez.

—Por Morgana, no creí que fuera posible extrañarlos tanto —murmura ella, negando con la cabeza—, ¿Reyna y Pansy están con ustedes? —pregunta, a lo que Liam, quien se acaba de parar al lado de Draco, asiente.

—Pararon en una heladería y nos dijeron que entráramos mientras, ya sabes, a rescatarte y eso —dijo la pelirroja, pasándose una mano por el cabello, gesto que Emily no sabía que le podía ser tan familiar.

—¿Mamá ha venido? ¿Y papá? —Emily ni se molesta en ocultar su entusiasmo cuando el rubio asiente, sonriente.

—Están acompañando a Pansy y Reyna, para que no hagan desastres. Sabes que no se les puede dejar solas —aclara Liam a su lado.

—¿Y qué esperamos? Quiero ver a mi familia, vámonos de aquí.

•   •   •

breve, pEro, no quería dejar esto abandonado mucho más tiempo. tomen agüita y quédense en casa <3

the last black ; cho chang.Where stories live. Discover now