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—Disculpe, Mamá Eira... Tengo una pregunta, si no es mucha molestia... —comenzó la de cabellos claros, con nerviosismo.

—Oh, claro. Dime, tesoro.

—¿Hasta qué edad reciben a los niños aquí?

—Ay, tesoro. Antes nos encargábamos de ellos hasta que se hicieran mayores, pero los gastos eran más de los que podíamos costear; por tanto, cada vez que un niño cumple sus catorce y todavía no ha sido adoptado, cosa que no es muy frecuente, se le envía una carta al gobierno y ellos se encargan de asignarles una familia. Sin embargo, contigo hemos hecho una excepción, pero me temo que hasta tus dieciséis no podremos llegar, cariño...

La rubia forzó una sonrisa, diciendo: —Muchas gracias, Mamá Eira, y buenas noches.

La rubia se encontraba jugando con una de las niñas más pequeñas de todo el orfanato

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La rubia se encontraba jugando con una de las niñas más pequeñas de todo el orfanato. Todas las monjas se encontraban durmiendo, al igual que la mayoría de las niñas, pero ella siempre terminaba jugando con Miranda, que era la pequeña de nueve años favorita de Emily.

A la pequeña le encantaba jugar en el vestíbulo, porque decía que había más chance de ver a un unicornio volar. Emily ni siquiera protestaba, la acompañaba al vestíbulo y la sentaba frente a la puerta de vidrio para que observase las estrellas. Pero, esta vez, se encontraban jugando sobre los sillones junto con los juguetes antiguos de Emily.

Mientras la pequeña le explicaba a Emily que el señor Garras y la señora Garritas eran esposos y se iban a volver a casar, se escuchó un gran estruendo fuera del sitio, alarmando a ambas niñas. Emily le hizo una seña a Miranda de que se quedase allí, mientras ella rebuscaba en el bolsillo de su pantalón su varita de forma discreta.

Ni siquiera le importó que Miranda la viera, sólo estaba rezando porque no fueran matones. Ya era común que en el orfanato entrasen a robar o quizás a violar a las niñas, pero siempre lo hacían de día, por alguna razón. Tampoco le importaba mucho el romper la regla de usar magia siendo menor de edad, si era para protegerlas a ambas.

Supuso que no eran muy inteligentes, ya que mientras ella caminaba de manera lenta hasta allá, lograba oír la gran cantidad de voces que habían allí. Mínimamente debían ser siete personas, cosa que asustó mucho más a Emily.

Cuando llegó a la pared que estaba al lado de la puerta de vidrio, recogió su cabello hacia un lado y miró hacia afuera. Se llevó tal sorpresa con lo que vio que pegó un brinco y cayó de bruces al suelo, maldiciendo internamente ser tan torpe.

—¡Mírala! ¡Te lo dije, Ojoloco! ¡Te dije que estaría aquí! —exclamó una mujer de cabellos rosas, mirando a Emily como si fuese un tesoro—. ¡Hola, Em!

—¿Dora? ¿Qué haces aquí? —preguntó, levantándose y buscando en la recepción las llaves de la puerta. Cuando las consiguió, se dirigió hasta la puerta y quitó el cerrojo con rapidez, saliendo e inmediatamente sintiendo mucho frío.

the last black ; cho chang.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang