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MADDIE POV
Llegamos, y no solo dentro de la enorme iglesia, habían personas, ya que fuera de esta, se encontraba un enorme mar de mujeres, hombres y pequeños niños. El miedo reapareció, mis manos comenzaron a sudar un poco por la desesperación, pero Thomas tomó una de las manos, la izquierda para ser un poco más exacta, nuestras miradas se encontraron, y sin decir alguna palabra, él logró aliviar todo lo que estaba sucediendo dentro de mi, poco que poco, sentía que los nervios desaparecían con rapidez, hasta que él no quiso esperar más, y su rostro se estaba acercando al mío, a tal punto que nuestras respiraciones se estaban mezclando la una con la otra, pero unas pequeñas manos, nos detuvieron.

- ¿Ya llegamos?-Preguntó la pequeña Anne-Lise, y para ambos, solo quedaba una cosa, soltar una risita, ante la interrupción que habíamos tenido gracias a nuestra hija.

-Ya, ya llegamos-Contestó Thomas, él acaricio su cabello, y en menos de dos segundos, su puerta, y la que estaba al lado de mi, se habían abierto, logrando que cada uno de nosotros escuchara los gritos y palabras de todas las personas que se encontraban allí.

-Hola-Con mi mano derecha, saludaba a la gran mayoría de personas que me encontraba allí, hasta que sin pensarlo, me acerqué a una gran multitud que estaba detrás de una especie de cerca.

- ¡Su majestad!-Gritos por todas partes, diciéndome de aquella manera, o reina Maddie, y al estar cerca de ellos, recibí una ola de reverencias.

-Hola-Salude, sin esperar comencé a tomar las manos de todas las personas que tenía enfrente de mi.

Todas estas muestras de afecto, las hago principalmente para que ellos no me odien, para que no piensen absolutamente nada malo acerca de mi, obviamente las fotografías estaban prohibidas, pero yo podía recibir todas las flores y regalos que las personas tenían para mi, las cuales agradecía de todo corazón, pero después de casi cinco minutos saludando a las personas, y recibiendo sus obsequios, Thomas se acercó porque ya debíamos entrar a la iglesia. Les brinde una enorme sonrisa a las personas, y acto seguido, ambos nos adentramos hacia el interior de aquel lugar, Thomas se encontraba a mi lado izquierdo, mientras que la pequeña Anne-Lise, estaba en el medio, tragué saliva, quería encontrar por todo este lugar a la persona más importante de mi vida, pero lastimosamente no lograba verlo por ninguna parte, quería detenerme, salir corriendo y llorar, simplemente lo necesitaba, tenías muchas ganas dentro de mi, pero no podía hacerle esto a Thomas, no me lo permitiría, así que sin pensarlo demasiado, una enorme sonrisa se formó en mi rostro, y como acto protocolario, todas las personas comenzaron a levantarse, todo estaba en silencio, lo único que podía oírse, era el sonido de un par de trompetas, indicando que nosotros ya habíamos llegado. Muy cerca del lugar donde se encontraba el sacerdote, habían dos inmensas sillas, hermosas, decoradas con oro y un par de piedras, a un lado, había una silla más pequeña, idéntica a la mía, ya que la de Thomas tenía colores diferentes.
Trataba de todas las maneras no pensar en mi padre, pero era algo casi imposible, en verdad quería verlo allí, en medio de todas las personas, junto a Athena, felices de que por fin mi vida esta teniendo el rumbo que yo tanto había esperado por muchísimo tiempo, cerré por unos segundos mis ojos al estar enfrente de aquellas sillas, Thomas y yo dimos la vuelta, junto a nuestra pequeña hija, nos sentamos, y todas las personas que estaban de pie en la iglesia, hicieron exactamente lo mismo. Y entre todas aquellas personas, un alivio apareció en mi cuerpo, a lo lejos logré verlo, sentado junto a la mujer que hoy en día está con él, aguantando todo lo que hace, quería llorar, al parecer ellos no se habían percatado de que los estaba viendo sin parar. "Sabia que mi padre, jamás me haría algo así", aquellas palabras aparecieron en mi mente, y la felicidad se duplicó.
En la enorme y hermosa iglesia, nos estaban acompañando personas demasiado cercanas para nosotros, desde mi padre y Athena, hasta mis amigos, ya que Heleen, Arie, y Jace, estaban presentes, cada uno con sus respectivas parejas, los padres tanto de Jane como de Cameron, también nos estaban acompañando en este día, y obviamente sin olvidarnos de los próximos duques, ya que al Thomas tener el poder absoluto, convertirá a los dos en los duques, junto a Arthur, obviamente él no se podía quedar atrás, ya que ha heredado por sangre, el título de duque de Amoi, algo que había pertenecido a la familia Valois por años, aunque si analizamos bien las cosas, él en si en un Valois, no reconocido oficialmente por su padre con su apellido, pero técnicamente lo es. Obviamente y por obvias razones, no podía faltar nuestra pelirroja, la cual estaba sentada junto a su esposo, y sus dos pequeños hijos.
A parte de todas las personas que ya conocemos durante todo este tiempo que he vivido en Villandry, como lo son el primer ministro, sus dos hijas, y sus nuevos esposos, también se encuentras muchas personas que forman parte de la política del país, aunque en sí, no son los invitados más importantes, ya que los reyes de casi todas las monarquías vigentes del mundo, se encuentran acompañándonos en este día tan especial, desde los reyes de España, Dinamarca, Reino Unido, Países Bajos, entre otros, y obviamente sin dejar de lado al emperador de China, y Japón, entre otros.
Por esa sencilla y pequeñísima razón estoy súper nerviosa, estar enfrente de todas aquellas personas, con una enorme sonrisa en mi rostro, no es algo que realmente todos quisieran hacer, en un par de minutos, un par de dirigentes del ejercito, específicamente cuatro personas con el título de lord, se acercaron cada uno a una parte de la iglesia, específicamente se ubicaron de acuerdo a los cuatro puntos cardinales, Norte, Sur, Este, Oeste, y de la nada el arzobispo comenzó con sus palabras.

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