11

545 115 79
                                    

—Hola, Karol. Que lindo verte aquí.

Carla me saluda cuando entro al lugar, sonrío apretando el agarre del bolso que he traído.

Guillermo ya no se presenta a trabajar desde hace días, pero se la pasa todo el día ensayando así que yo le traigo comida cuando puedo. Ahora mismo he venido a traerle su almuerzo antes de volver al trabajo.

Este viernes tenemos que irnos a un pequeño viaje vacacional que afortunadamente haré porque tampoco voy a trabajar todas mis vacaciones. Eso significa que tengo que trabajar mucho esta semana para que mi paga sea lo suficiente para satisfacer mis gustos por comer cualquier cosa.

Le pregunto a Carla dónde está mi amigo y ella señala la sala del fondo donde están ensayando y perfeccionando su técnica en el baile.

Asiento, le agradezco y camino hacia la cama esperando no encontrarme con Andrés. El condenado está guapo, guapísimo. Pero es muy intenso.

—Buenos días, guapa.

Sonrío, Ruggero camina hacia mí y plata un beso en mis labios que me hace sonreír. Entierro mi rostro en su cuello y dejo un beso en este.

Que guapo y que bien huele.

Veo que la chica de aquella vez sale detrás de él, me mira y rueda los ojos antes de pasar de largo. Yo solo me rio.

Es chistoso que ella esté celosa y yo, que por cierto me estoy conociendo con Ruggero, no.

Es que, vamos, no hay motivos para estar celosa.

—Hola, me encantaría quedarme pero estoy trabajando y solo vine a ver a mi otra mitad. —miro mi reloj.— Nos vemos.

Dejo un nuevo beso en sus labios, me rio cuando me da una palmada en el trasero. Le saco el dedo medio.

Sé lo que eso significa. Y sí, creo que esta noche nos veremos.

Mi madre sigue aquí lo que significa que los abuelos la mayoría de veces están con ellos. Y desde ayer por la noche, están en Madrid de paseo.

Eso significa casa sola.

Y la casa sola significa... Pues ya saben...

Entro a la sala donde Guillermo supuestamente está ensayando. Me detengo en la puerta y sonrío al verlo en la primera fila de un gran grupo de personas bailando al ritmo que el entrenador indica.

—¿Se te ofrece algo?

El entrenador me mira, sonrío.

—Solo vine a dejarle algo a Guillermo.

Mi amigo corre hacia mí, toma el bolso y deja un beso en mi frente. Le sonrío deseándole suerte antes de salir de la sala.

Es que, hay algunas cosas que han cambiado. Ahora casi no hablamos durante el día.

Yo parezco más como un repartidor express.

—Hola, Karol.

—Hola, Agustín. —sonrío deteniendo mi caminata hacia la salida.— ¿Cómo estás?

—Emocionado por esto, estamos a punto de despegar.

—Genial, se lo merecen.

—Me han dicho eso desde que desperté. —se ríe.— Ven, dame un abrazo.

Sorprendida devuelvo el abrazo, él besa mi mejilla en un gesto de efusividad y sonrío divertida. Este chico está realmente emocionada.

—Los participantes que Ruggero escogió son muy buenos, de un nivel extremadamente alto. Pero eso sí, yo tengo a Guillermo. —chasquea los dedos.— Y Guillermo es un gran cantante y bailarín.

Inapropiadamente PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora