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Ruggero Pasquarelli.

Ya entiendo el juego, ya entiendo el mecanismo de todas las personas que se niegan a aceptar que voy a convertir a Jena en mi esposa. Y no quiero sonar mal agradecido, pero siento que el principal causante de ello es Agustín.

Es que no soporta a Jena, y aunque diga que no, es evidente que está a favor de la mujer cuyo nombre me he esforzado por olvidar y dejar en el pasado.

Aún espera que yo decida creer todo el cuento perfectamente memorizado que me dijo. Pero, vamos.

Ya todos la conocemos, todos sabemos que ella es capaz de manipular a quien le antoje. Es una excelente actriz.

No le creo, ni creo en ninguna de sus palabras o en ninguno de sus sucios juegos. Busca tener a las personas cercanas a mí en sus manos, espera ganarse su confianza y luego conseguir una manipulación extrema.

Pero no lo va a conseguir.

No conmigo.

No esta vez.

Estábamos en el ginecólogo, cada nueve de cada mes Jena tiene un chequeo de rutina. Y hoy, nueve de noviembre conoceremos el sexo del bebé.

Jena dice que es un niño, y yo que es una niña. Quiero tener una niña.

Es mi mayor ilusión, lo único que me falta.

—Muy bien, ¿están listos para conocer el sexo de su bebé? —pregunta la doctora. Asiento y Jena toma mi mano.— Dime, Jena. ¿Te estás tomando las vitaminas?

— Como cada mes. —asegura mi prometida.— Vaya, estoy emocionada.

—¿Hicieron sus apuestas?

Asiento, ya hemos apostado y compartido cuáles son las opciones de nombres sin importar cuál sea el resultado final. Aunque, de nuevo insisto, me duele demasiado que no sea de la manera que yo espero.

Mi familia no está feliz, por mucho que intenten disimular. Y realmente lo único que yo espero es que sean capaces de entender que Karol fue un desastroso capítulo de mi vida que no pienso volver a repetir.

Muchas veces me han preguntado si me arrepiento, siempre digo que sí, o al menos intento responder. Pero me fastidia porque cada vez que intento hablar, me mandan a callar.

Siempre dicen algo como; No digas cosas de las que te puedas arrepentir.

Pero vamos, no me voy a arrepentir de haber alejado a la persona que amé y en quien confié ciegamente para que al final actuara en su conveniencia e intentara arruinar mi carrera.

Por Dios, es que no tiene sentido.

Lo único de lo que me arrepiento es de amarla.

Ese sí que fue un error.

—Estoy viendo que todo va aparentemente bien. —dice la mujer mientras mueve la maquinita esa.— Pero el bebé es demasiado pequeño como para tener diecisiete semanas.

—Lo comenté con mi madre y ella dice que sucedió exactamente lo mismo conmigo. —dice Jena.— Nací un poco pequeña para el tiempo que tenía, pero que estaba muy sana.

—No lo dudo, aún así te voy a recetar unas medicinas que ayudarán al desarrollo de tu bebé, ¿de acuerdo?

Jena asiente, sujeto su mano en todo momento y cuando la mujer avisa que por fin conoceremos el sexo, me emociono.

A pesar de las oposiciones de todos a nuestro alrededor, amo a esta mujer y amo aún más a nuestro hijo.

Aunque nadie sea capaz de comprenderlo, Jena llegó en el momento indicado. Ella y sólo ella pudo evitar que yo cayera más profundo en la estúpida trampa de Karol.

Inapropiadamente PeligrosaWhere stories live. Discover now