☽ Capítulo 23 ☾

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Ni siquiera hemos aterrizado, pero Kuro ya se colocó las gafas de sol con cristales escandalosamente rosados, un sombrero colorido de diseño hawaiano y bronceador, inundando la cabina del avión con un aroma artificial a coco

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Ni siquiera hemos aterrizado, pero Kuro ya se colocó las gafas de sol con cristales escandalosamente rosados, un sombrero colorido de diseño hawaiano y bronceador, inundando la cabina del avión con un aroma artificial a coco.

El sol brilla con tal intensidad afuera que las ventanillas deslumbran. Como Nathan ocupa el asiento contiguo a la redondeada ventana, me cambio a un sitio libre para obtener una buena vista del panorama. Un mar turquesa y eterno se extiende por debajo y destella como si los dioses le hubiesen lanzado camionadas de purpurina. Hacia un lado, la frondosidad verde saturado del millar de palmeras me roba un silencioso "wow". Es un verdadero paraíso terrenal.

—¿Pensando en mi belleza otra vez?

El susurro en mi oreja me estremece y doy un salto del susto.

—¡Jodido alfa, idiota! —bramo. El corazón me late en los oídos.

¿Cómo puede ser tan sigiloso? Incluso se ha sentado a mi lado, ¡y no lo he escuchado!

—Ponte el cinturón de seguridad, pequeño rabioso, aterrizaremos.

Me lanzo contra el respaldo del asiento y me cruzo de brazos, reacio a obedecer porque estoy cabreado. Detesto que me asusten. A Moon le provoca gracia, por supuesto. Su risa melodiosa reverbera en mi pecho cuando se inclina para tomar el cinturón de mi asiento y abrochármelo.

Mi ceño continúa arrugado una vez arribamos al aeropuerto más cercano a Valantra. Gracias a ello, nuevamente soy blanco fácil para Mikaela y Corey.

—¿Te pondrás a llorar como la otra vez? —canturrea este último—. Recuerdas, cuando estábamos en la habitación de...

—¡Ya cállate, pelmazo! ¿No tienes nada mejor que hacer? Joder...

—Oye amigo, no te ardas. Puedo jalártela de nuevo para que te relajes, ¿qué dices? —rebuzna Mikaela, burlándose con un gesto obsceno.

Desenfundo mi puño para cobrármelas, pero Moon me intercepta y me aleja de ellos. Me lleva a rastras por el aeropuerto en tanto me revuelvo salvajemente. Algunos betas nos miran recelosos, apartándose de nuestro camino como si fuésemos la peste.

—¡Suéltame!

—Hazme caso, no te los quitarás de encima con esa actitud. Solo ignóralos.

—¡¿Por qué los trajiste precisamente a ellos?! Eres un capullo, maldita sea.

—Hazel...

—¿Qué? ¿Acaso tengo que soportar que tus omegas se rían de mí?

Moon comienza a perder la paciencia. Una expresión espeluznante tensa su mandíbula tanto como la mía.

—Compórtate.

—¿Sabes dónde puedes guardarte ese compórtate, verdad?

No me sigue el pleito, pero su rostro habla por él.

EXTINCTION【Libro I】|Disponible en físico|Onde as histórias ganham vida. Descobre agora