La Seda de la Araña

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— Yo estaba tratando de tomar fotos de varios artefactos de Oscorp — decía Peter — Pero, alguien no me dejó.

En ese momento, el castaño volteó y miró a Harry, quien comenzó a silbar y a mirar a otro lado.

— Ya, no te preocupes — dijo el joven Osborn — ¿Qué nos perdismo, rubia?

Gwen simplemente suspiró.

— Están hablando sobre unas quince arañas genéticamente modificas y radioactivas... — les explicó — Aunque... Dra. Connor.

La científica volteó y miró a la chica.

— ¿Sucede algo, señorita? — preguntó la científica.

— Solo veo catorce... — dijo Gwen, mirando la mesa donde estaban las arañas.

La señora Connors se acercó y comenzó a ver a las arañas.

— Que raro... — dijo — Bueno, mi esposo debe de estar trabajando con alguna de ellas.

Pero, eso no era cierto. Una de las arañas había escapado.

Una pequeña araña que empezó a bajar donde estaba Peter.

— Oye, viejo — dijo Harry — ¿No deberías tomarle una foto a esos insectos?

— Son arácnidos y... y sí... — respondió el castaño.

El castaño levantó su celular y apuntó con su camara.

Se preparó para presionar el botón de la cámara.

Pero... sin darse cuenta. 

Algo lo mordió en la mano.

El joven de Queens soltó un pequeño quejido, mientras se agarraba la herida. Agachó la cabeza y vio a una pequeña araña avanzar detrás de él.

— ¿Pasa algo, amigo? — preguntó Harry.

— N-No, nada — dijo Peter, ignorando a la araña y siguiendo a los compañeros.

Pero... ignorarla era lo último que debió hacer.

Esta araña, con sus últimas fuerzas, avanzó y siguió caminando...

Empezando a trepar por unos zapatos...

Y mordiendo el pie de otra persona.

Este persona sintió el piquete y lanzó otro quejido de dolor. Pero al contrario de Peter...

Ella se enojó y pisó a la araña, matándola.

El nombre de esta persona... era Cindy Moon.

Alguien que estuvo en la clase de Peter.

Entonces, una vez que la mordida afectó a ambos, algo comenzaron a sentir en su cabeza.

Sentían y escuchaban una especie de ruido. Un sonido.

— ¿Y ese ruido? — dijeron ambos jóvenes, al mismo tiempo.

Y entonces, una gran explosión ocurrió.

Y del fuego, un Lagarto gigante salió del fuego.

***

— ¡Muévete! — decía Felicia, envolviendo el brazo del joven con una cuerda.

Y tirando de él, salvándolo de recibir un golpe de la chica en el traje de telaraña.

Peter fue acercando hacia la peliblanca, quien lo detuvo con sus brazos.

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