37. Escalofríos.

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Tranquilicé a Asher diciéndole que no se preocupara, que lo entendía y que nos veríamos pronto, pero no parecía nada tranquilo. No estaba enojado, no conmigo por lo menos, pero se lo notaba inquieto otra vez.
Pensé en pedirle a Norma que me dejara ir con él otra noche, pero no lo hice. Simplemente me quedé en videollamada con Asher hasta que caí rendida.
La semana siguió igual por lo menos en ese sentido. Por otra parte, el grupo que teníamos con los muchachos había novedades, pero no me las podían contar por ese medio, era demasiado peligroso según había entendido de sus mensajes en códigos. Me gustaban más los códigos de Camilo, los de los muchachos eran muy difíciles de entender.
Lo que no fue difícil de entender fue el mensaje de Ítalo un miércoles por la tarde. Él había enviado: NO ABRAS LA PUERTA.
Me encontraba limpiando el piso de la cocina. Norma había cocinado ese medio día y había volcado un poco de ingredientes en el lugar por lo que me había pedido que lo limpie. Pero me detuve cuando el sonido del chat de Ítalo. Él nunca me escribía particularmente a mí, algo muy malo había pasado para que llegara un mensaje privado.
Dejé todo y leí las cuatro palabras justo en el momento en que se oía el timbre resonar por toda la casa.
No miento cuando digo que casi me tiré al piso en un acto completamente de supervivencia. No sé, en esos dos segundos en que tardé en procesar la información y el timbre sonó me imaginé que alguien podía venir por mí, alguien querría matarme y dispararía sin previo aviso.
Me apresuré al pasillo y negué enfáticamente con la cabeza a Norma que se acercaba a la puerta. Pero ¿Qué podía decirle? "ME buscan para, probablemente, matarme" No. No podía hacer eso.
Llevé mi dedo índice a mi boca para indicarle que no hablara y me acerqué a la ventana que me daba un vistazo mezquino de la entrada. La invitada era Paula.
Tecleé un rápido mensaje a Ítalo para que me indicara qué demonios debía hacer, pero no contestó. Él nunca lo hacía de todos modos, sólo daba órdenes y su orden había sido que no abriera.
Volvió a tocar el timbre y noté la impaciencia en el rostro de Norma. No había nada que pudiera decirle, porque no sabía qué quería o qué hacía ella allí. Tampoco podía decirle que era peligrosa, porque cómo podía explicar esa afirmación sin delatarme un poco.
—¿Quién es? —consultó la anciana cuando el timbre había sido dejado de lado para pasar a golpes insistentes en la puerta. Negué con cabeza y la anciana sólo se encogio de hombros.
—Eh... sí, hola —se escuchó la voz amable y cálida de Paula por detrás de la puerta. —Soy Paula, soy amiga de Sophie.
Negué enfáticamente con mi cabeza. Lo que ella había dicho era mentira, más que una mentira, era un aviso de peligro, ella quería algo de mí y yo me encontraba con una anciana indefensa. Demonios yo ni siquiera tenía un arma.
—Hola Paula, Sofia no está en casa —dijo la mujer.
—¿No puedo pasar a esperarla? Seguro no tarda ¿No? —insistió. En serio su voz era muy amable, yo sabía que si Norma no estuviera viendo la despesperación en mis ojos al indicarle que no, ella la hubiera dejado ingresar. —Realmente necesito hablar con ella, es importante...
—Cariño, Sofia se fue a casa, no volverá hasta el lunes —mintió Norma de una manera tan creible que casi corro a abrazarla. Me dio un guiño y continuó. —Seguro podrás encontrarla allí.
—Y usted... no existe la posibilidad de que usted la llame para que regrese —precionó y ahora su voz se oía casi al borde del llanto —Soy la ex novia de su hermano, no puedo ir a su casa. Y en serio, en serio quiero hablar con ella. ¿Puedo pasar? NO me siento bien...
—Lo lamento cariño, si quieres puedo llamar a alguien por ti, pero no te dejaré ingresar —dijo la mujer con voz firme. —La última vez que dejé que alguien desconocido ingresara casi me matan, no lo tomes personal.
Un largo silencio prosiguió a aquello. Pensé que ella se había ido, pero no, podía ver su silueta aún frente a la puerta. Paula era muy persiste.
—De acuerdo, entiendo... Muchas gracias.
—De nada cariño, espero que puedas hablar con Sofía —saludó Norma como frase final. Paula se alejó despacio, mirando a todos lados, y luego ingresó a un pequeño auto rojo.
No me moví de mi lugar hasta que no vi que el auto se perdió de vista, y lo próximo que hice fue abrazar a la mujer. En serio, quizás había salvado mi vida. Bueno, no, estaba exagerando, pero algo me decía que Paula se había enterado de mi relación con Asher.
—¿Quieres contarme qué pasa con esa chica? Te ves bastante nerviosa —dijo la mujer acariciando mi espalada. Negué con mi cabeza y ella me indicó la sala donde anteriormente tomaba su té. La seguí y me senté frente a ella. —¿Una mala cuñada?
—Ella era la novia de Asher —dije mirando mis manos. Yo sabía que Norma sabía de mi relación con él, ella era vieja pero no tonta, y tampoco sorda, me debió haber oído hablando con él en alguna oportunidad.
—Oh... ya veo...
—Ella piensa que Asher y yo somos hermanos porque vivimos juntos, por eso lo que dijo.
—imagino que Paula no sabía lo que pasa entre ustedes, no por lo menos en ese tiempo —dedujo sabiamente. Asentí. —Y ahora se enteró.
—No es conmigo con quien tiene que hablar... yo no hice nada malo —dije de inmediato. Fue su turno de asentir. —Además ella no me agrada, me da escalofríos.
—Lo sé... a mí también —sonrió amablemente.
Debí retirarme cuando mi teléfono comenzó a sonar a gritos en la cocina. Yo sabía que debía haberlo puesto en silencio en ese momento, pero al parecer la chica no se había hecho de mi número... aún.
El número en la pantalla era de Asher.
—Prepara tus cosas, te vas conmigo.
—¿Dé que... de qué hablas? —tartamudeé. Su voz estaba estable, pero eso había sido una orden, Asher nunca me había dado un orden, de eso se encargaba Ítalo.
—Lo que oíste. Paula es peligrosa, ella estuvo en esa casa, no hay nada de qué hablar. Vuelves al departamento, te guste o no. Estoy a diez minutos, así que junta tus cosas y
—No.
—Sofía. Yo no soy Ítalo. Si tú no vienes por las buenas, yo te sacaré por las malas. No quiero hacer un espectáculo frente Norma.
—Lo has hecho antes, nada te detiene —dije moviéndome para terminar de limpiar. —Te he dicho muchas veces que me siento cómoda aquí. Asíque...
—Si Paula hubiera sido alguien más —comenzó con la voz apretada, cargada de frustación, —Si ella hubiera sido alguno de los que nos busca yo... yo no estoy seguro si Norma seguiría con vida —dijo obteniendo toda mi atención. —Sofía, estás expuesta en ese lugar, no importa que tan monitorieado esté todo. Me enteré hace tres minutos que Paula había ido, Ítalo lo supo de inmediato pero no pudo hacer más que decirte que no abras. Si alguien más peligroso te busca, no llegaremos a tiempo. Tienes que estar con nosotros, conmigo, y no voy a discutir más sobre esto.
—¿Qué hay de mi trabajo? Norma...
—Ella entenderá. Yo sé que lo hará. Además ella está casi curada, según sus inovrmes médicos, mañana le sacan en yeso. No te preocupes, Cristian podrá hacerse cargo de ella por hoy y por mañana. Pide disculpas, inventa algo y junta tus cosas. Llego en ocho minutos.
Y cortó.
Tardé un poco en reaccionar y cuando lo hice me dirigí de nuevo al living. Norma me escuchó sorprendida pero entendió. Le dije que mi hermano había llamado porque se había entendrado de Paula y me pidió que volviera a casa... no es como si lo hubiera pensando mucho pero creí que era lo mejor, y le dije que lamentablemente no volvería a trabajar allí.
Norma se entristeció bastante pero le prometí y me prometí que volvería a verla seguido, siempre y cuando alguno de los muchachos pudiera acompañarme. Incluso le dije que podría ir con ella al hospital mañana si quería, pero se negó a lo último, ya había hablado con Cristian... afortunadamente.
Me moví a juntar mis pocas cosas a la habitación y estuve dos minutos después del tiempo que Asher me había dado. Miré por la ventana y lo encontré estacionado fuera. Me abracé a Norma por varios minutos más y esquivé las lágrimas, yo no lloraba, nunca. Pero ella si lo hizo y dijo que había sido porque todo fue muy rápido y sí, lo había sido, pero yo volvería. Se lo había prometido.
Cuando ingresé al vehículo lo hice en la parte de atrás y ni siquiera lo saludé, yo ni siquiera lo miré. Entendía lo que había dicho, entendía que era verdad, pero estaba enojada por no dejarme irme a mi modo. Yo sabía que él realmente haría un escándalo si no obedecía y en serio Norma no se merecía eso.
Llamé a Cristian mientras íbamos en camino, de regreso a la cárcel, y le expliqué, escuetamente la situación. Él se sorprendió también y me hizo prometer que nos veríamos pronto. Accedí. Él había sido bueno ocnmigo también, era quizás, un amigo para ese momento. Claro que cuando le dije que sí, la pesada mirada de Asher cayó sobre mí, alcancé a verla por el espejo retrovisor y supe que era un rotundo no, pero lo ignoré.
Cuando llegamos al edificio descendí sin decir nada, pero Asher me alcanzó en el ascensor y me abrazó con fuerza dolorosa entre sus brazos.
—Cuando vi que ella había ido yo... perdón Sofie, me aterré —susurró en mi oído. Su cuerpo estaba temblando y el tono mandón y frío había desaparecido por completo. —Si algo malo te pasa no sé que haría, tienes que entenderme.
—Está bien Asher —dije queriendo separarme de él, no quería abrazarlo en ese momento, yo estaba enojada. —No pasa nada.
—Pasa. Pasa porque no me miras, estás furiosa, pero tienes que entender que esto no es solo por ti, me agrada la señora también y sé que la quieres... y tú no quieres a muchas personas.
—¿Gracias? —consulté soltándome de él de un empujón.
—¿Acaso no es la verdad? —rodé los ojos y me acomodé lo más lejos que pudo de él, lo más lejos que el ascensor me lo permitía. Claro que no por mucho, como un imán, se acercó para alcanzar mi mano. Lo dejé, es lo mínimo que podía pedir y lo máximo que le daría. —¿Me quieres no?
—Te quiero Asher —suspiré con cansancio. Él también suspirió, pero de alivio. —Eres al único que quiero aquí si es lo que te deja tranquilo.
—No mientes bien... sé que quieres a los muchachos también —sonrió dejando un beso en mi cabello. Aspiró profundo y esperó paciente.
Apenas me giré antes de encontrarme con sus exigentes labios. Asher sujetó con cuidado mi mentón, pero sus besos eran exigentes, querían mi respuesta sincera... nosotros quizás hacia dos o tres días no nos veíamos y antes a eso no habíamos tenido oportunidad de un beso.
—Te extrañé —susurró apoyando su frente contra la mía. Miró mis ojos y me sonrió con los suyos. —Mierda, realmente te extrañé.
El ascensor se detuvo en ese momento impidiéndome darle una respuesta. Yo también lo había extrañado, pero odiaba que estuviéramos juntos debido a "esa" situación.
—¿Tú crees que Paula sabe de nosotros? —consulté encaminando la marcha hacia la puerta del departamento.
—Yo creo que sí —respondió tomando mi mano nuevamente. —No es que mi importe, pero me da escalofríos a veces.
Lo miré de reojo. Sí. No era solo a mí y eso no podía ser bueno.
—Pero ella no es mala ¿O sí?
—No lo sé, ella es demasiado buena para algunas actitudes que hemos registrado —respondió políticamente. —Tiene movimientos extraños como ir a buscarte a la casa de Norma hoy... ¿Cómo ella sabía siquiera dónde trabajabas? No lo sé... no es algo que me genere seguridad, de hecho, le tengo mucho desconfiaza.
—¿A quién? —consultó Camilo una vez dentro del lugar. Él había oído la última parte.
—Paula.
—Amigo, ella es insoportable —suspiró cerrando su computadora. Observó mis cosas en mis manos e hizo un asentimiento con su cabeza. —Lo acabo de ver, lo lamento, no estaba atento.
—No tenías porqué —dije dejando mis pertenencias en un sillón.
—Debería, porque ella es mi asunto ahora, pero no estaba con la cabeza en esto, entonces lo lamento. Ítalo ya me gritó si te deja más tranquila.
—¿Haz escuchado algo de su padre? —fue Asher quien consultó tomando asiento mientras revisaba su teléfono.
—Está "de Viaje" —dijo levantando sus dedos en comillas. —No creo que esté muerto, pero algo me dice que está muuuuuy escondido. No se llevó a su familia para que no fuera demasiado sospechoso, pero presiento que ellas saben más de lo que pretenden. Paula dice que sólo sabe que su padre se vio envuento en un malentendido de unas ventas de propiedades... cualquiera creería eso, pero no yo.
—Además que su hermana es menos disimulada que ella.
—¿Lo sé? ¿La viste? La tipa está buenísima —dijo verborrágicamente Camilo antes de cerrar los ojos en un acto de autoreprendimiento. —Lo lamento.
—Deberías —fue Ítalo quien habló. —Eso de las hormonas juveniles atrasadas no es lo tuyo Camilo, mucho menos después de lo de hoy.
Camilo no dijo nada, bajó la mirada y apretó sus manos cruzadas mientras Ítalo se acercaba a mí para darme un beso de saludo. Mi cuerpo se puso rígido, eso aún no se sentía bien, quizás nunca lo hiciera realmente.
—Gracias por obedecer, por una vez en tu vida.
Rodé los ojos y me senté junto a Camilo que aún no miraba a nadie.
—¿Ella te gusta? —consulté cuando Asher e Ítalo se distraían hablando de algo quizás más importante. —La hermana de Paula digo.
—No —respondió con rigidez, como el Camilo de siempre, el que calculaba todo y no mostraba absolutamente nada. Solo con Matt y hacía minutos atrás se había mostrado más autentico, apenas se había corrido su máscara de falsedad. —Sólo fue una observación.
—Está bien si te atrae Camilo
—No me atrae —aseguró poniendose de pie para alejarse. Bueno, como sea, él no me agradaba de todos modos.
Los observé charlar animadamente sobre el dato de un nuevo socio al que pensaban dejar en la ruina. Debía mostrarme interesada, yo era parte del nosostros, pero no lo hice. Unos momentos después se sumó Matt quien, aparentemente, estaba en su habitación y al cabo de un rato se retiraron sin mediar palabra se retiraron al cuarto secreto.
Unos momentos después llegó Eric, me saludó con amabilidad y fue con ellso también. La puerta estaba abierta, la podía ver desde donde me encontraba, pero a pesar de eso, todo parecía lo mismo que hacía unos meses atrás donde yo no sabía nada ni ellos querían que lo supiera. A pesar de todo la pared entre ellos y nosotros seguía allí, yo sólo seguía siendo una cosa a la que ellos debían cuidar porque era débil, frágil y también un poco estúpida. Odiaba eso, realmente lo odiaba, y apenas había estado media hora de regreso en se lugar. Aún tenía largos meses por delante.

CicatricesWhere stories live. Discover now