19. La Protegida.

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Quise advertirle a Ash que no era buena idea que ingresara con él, me habían prohibido el ingreso a ese lugar desde el primer día. Que ahora yo supiera alguno de sus misteriosos secretos no significaba que yo tuviera acceso allí.

Pero antes de poder decir nada él ya estaba ingresando conmigo aún de la mano.

No miré si los dos muchachos se percataron de mi mano en la de Ash, no tuve tiempo, mis ojos se movieron rápidamente por el lugar antes de que alguno pudiera sacarme. Pero no lo hicieron, así que me dediqué a mirar detalladamente mientras Ash me conducía por el espacio.

Era un lugar espacioso, bastante más grande de lo que yo hubiera imaginado. Allí habían varias computadoras, conté por lo menos cuatro a la vista. Habían muchos monitores con imágenes de cámaras de seguridad, las que por supuesto no era del edificio donde estábamos, eran de casas de personas de las que yo no tenía conocimiento. También había un armario con puertas vidriadas con muchos medicamentos y hasta había una camilla donde Asher me subió tomando mi cintura.

—Puedes ir con Camilo mientras la reviso —ordenó Ítalo de mala gana. Esperó pacientemente a que se retirara y cerró la cortina que separaba ese lugar del resto de las cosas. —Desnúdate.

—¿Estás demente?

—Sofía necesito revisar el golpe en tu abdomen. Quítate el vestido. Soy tu hermano por dios santo.

Suspiré de mala gana y me quité la prenda quedándome sólo con mi ropa interior. No me la quitaría por más familia mía que fuera. A decir verdad, muchas veces Ítalo parecía más un extraño que otra cosa.

Me pidió que me recostara en la cama e hizo algunas presiones en mi cuerpo preguntando si me molestaba en algún lugar. Había un poco de dolor, pero nada que fuera preocupante.

Luego tomó un gel y lo puso en mi estómago antes de prender un pequeño monitor.

—Necesito ver si tienes heridas internas.

—Fue una patada Ítalo, estás exagerando —suspiré, pero dejé que pasara aparato sobre mi piel.

Hizo una inspección minuciosa hasta que decidió que todo iba bien. Me pidió que me vistiera una vez más y luego le dedicó mucho tiempo a las heridas de mi piel, incluso puso vendas sobre ellas. Cuando vio que estaba todo listo me ayudó a bajar de la camilla y me invitó a ver los monitores.

—Tenemos interferidas algunas cámaras de algunas personas que necesitábamos mantener vigilados. Igual que los teléfonos —dijo Ítalo. —Sólo es precaución, nos ha salvado muchas veces de ser descubiertos por ellos. También tenemos

—¿Por qué hay cámaras en la casa de la señora Norma? —quise saber antes de que él terminara. —Ella no es mala.

—No. Lo sabemos, pero no podemos estar seguros de todo.

—¿Es decir que hay alguno de ustedes, aquí, vigilándome mientras yo trabajo? —consulté casi horrorizada. Habían al menos cuatro cámaras. Una en la entrada, otra en el patio, en el living y la cocina.

—No desde aquí, existen aplicaciones para los teléfonos ¿Sabes? —dijo Camilo sentado un poco más allá, frente a una computadora.

Me acerqué a él y noté que estaba haciendo algunas cosas relacionada con los números. Eran muchos números y él sólo escribía códigos y códigos.

—Este trabajo en realidad es de Matt y Eric, pero como ambos están desaparecidos no me queda más remedio que hacerlo a mí —dijo de mala gana. Quise corregirlo y decirle que no estaban "desaparecidos", pero no lo hice, discutir con Camilo no era divertido. 

CicatricesWhere stories live. Discover now