Séptimo

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7.

 Una sonrisa seguía presente en su rostro mientras observaba atentamente a su hijo oler y probar el pequeño obsequio de su parte. Un trocito dulce que tenía permitido consumir en pocas cantidades y en menor frecuencia, aunque siendo honesto, tampoco es como si él tuviese el suficiente dinero para gastar en cosas así cada que su cachorro hacía pucheros y mencionaba lo que veía en la televisión del ala común, el espacio que compartía con unos pocos chicos iguales a él.

Ese chocolate artesanal blanco, era el delirio de su cachorro y verlo comer con tanto añoro, hacia explotar su corazón. Por la Diosa, el omega quería mantener a su bebé así de pequeño para siempre.

Era, demasiado hermoso para este mundo. Lo supo desde el momento que esos bracitos se estiraron hacia él por primera vez hacía tres años y medio.

— Appa, hay un chico nevo. — TaeHyung escuchaba a su hijo atentamente mientras veía sus deditos jugar con su mano delgada, dedos largos y finos como los de un pianista, o al menos así lo habían alagado de joven en uno de sus encuentros descontrolados en medio de un callejón maloliente.

Al menos, así lo quería recordar cuando era consciente que los deditos de su cachorro se veían diferentes; alguna vez fueron regordetes y adorables como rollitos de masa, así los había catalogado Baekkie pero ahora, entendía que la apariencia  de su hijo no era la mejor. Las quimioterapias eran agresivas para su corta edad, tantos tratamientos le hacían ver enfermo, pálido y ojeroso. Y su olor, por la Luna, eran químicos frecuentes ligados a un aroma a bosque ligero, jabón para bebé y leche.

Su cachorrito le recordaba a una ventisca en verano cerca del lago.

TaeHyung, solía pedirle a la Luna mantener a su pequeño con vida cuando estaban en medio de una quimioterapia. A veces, solía creer que era un karma que estaba pagando por sus malas actitudes del pasado. Algún mal acto o mala decisión que se regresó de la peor forma.

Su cachorro no planificado, esa masita de amor no debía pagar por sus errores.

Definitivamente, la vida era una perra con él.

Solo podía suspirar pensando en qué hacer los próximos días con su vida, tal vez podría considerar ese trabajo que su jefa había solicitado esa misma mañana, un simple correo con instrucciones claras y con muchos destinatarios del mismo. Más de los que debería.

—¿En serio? Quién te dijo eso.— Taehyung se recrimina un poco mentalmente cuando le responde a su hijo vagamente, se recrimina y maldice internamente cuando su cachorrito entre malas pronunciaciones habla sobre una actividad de caridad para los pacientes del hospital mientras él, solo puede seguir pensando en dinero, pero, no es su culpa. 

— Es un seceto. — una risilla lo acompañó al ver a Jimin tapando su boquita con las manos en señal de silencio antes de sonreír ladinamente. Su hijo, demostraba a pesar de su corta edad, ciertas características de ese hombre que para bien o para mal, era su padre. Esos ojitos y esa boca no tenían similitud al omega, mientras que su rostro redondito, daba claras señales para su ojo entrenado y no sabía si sentirse bendecido. Su pequeño niño contaba con las características necesarias para entrar en ese rango jerárquico; rasgos masculinos que tal vez a sus trece años comenzarían a cambiar hasta ser marcados, grandes y toscos con el paso del tiempo como lo sería un alfa de rostro cincelado en una edad madura.

Y un apretón entró en su pecho, su cachorro tan pequeño... Sólo esperaba que su niño se presentara sin problemas cuando llegara a la edad de los trece, tal vez catorce. Ese era el promedio que el doctor Kim le había asegurado hacia dos quimioterapias cuando su cachorro estuvo a punto de entrar en un pequeño paro cardíaco.

THE SASAENG [HOPEV] [OMEGAVERSE]Where stories live. Discover now