26.- 𝙳𝚒́𝚊 𝚕𝚕𝚞𝚟𝚒𝚘𝚜𝚘

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Au: Omegaverse/Instituto.
Apariencia: Karmaland.

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Las gotas de la lluvia habían empezado a caer con algo de calma por lo cual caminar por la calle aunque sea un poco todavía era posible, pero mientras más tiempo pasaba, el clima más empeoraba.

El Omega suspiro cómo por tercera vez en lo que llevaba de día y se levantó debido a que la campana anunciando que esa hora de clases y la jornada escolar había finalizado (aunque tenía que quedarse a sus clases extracurriculares).

Se levantó de su silla y tomo su mochila para poder guardar sus cosas en ella pero un pequeño grito ahogado y un empujón dado hacia él lo hicieron detener sus acciones causando que cayera de regreso al asiento.

—Más te vale que mi tarea ya está terminada de Luque— soltó un pequeño gruñido cuando escucho esa voz, le era algo desagradable.

—¿Eres tan retrasado que ni una simple tarea de ética puedes hacer?— a pesar de que sabía lo que le tocaría por haberle hablado así, no pudo evitar hacerlo, aunque toda su valentía se fue al ver el ceño fruncido del castaño.

—¿A caso quieres que te recuerde a qué jerarquía perteneces? Recuerda que tú eres un sucio Omega que solo está para complacer y servir a los alfas como yo— gruño y el más bajo en respuesta bajo la mirada por el tono de voz que había usado.

Si... Odiaba a Rubén Doblas, pero.. ¿Cómo es que ese pequeño alfa que tanto quería de pequeños ahora era el responsable de que sintiera su vida como una completa miseria?... Y lo peor es que lo seguía queriendo.

Sabía que era un idiota por hacer aquello, pero simplemente no podía evitarlo.

Cómo no querer acariciar ese cabello café claro, como no querer mirar esos ojos verdes tan atrapantes, como no querer acariciar esa blanquecina piel (aunque que no tanto como la de él mismo), y sobre todo, como no querer besar esos rosados labios que, a pesar de que ahora le gritaban, antes le decían las más hermosas palabras de aliento.

No sabía que había pasado, que le había ocurrido a ese pequeño castaño que se preocupaba por él, que lo protegía y cuidaba... Lo más probable es que ese Rubén hubiera muerto en algún punto de su crecimiento.

—¡Te estoy hablando idiota!— la fuerte y agresiva voz del más alto lo hizo salir de su ensoñación y con el cuerpo ligeramente tembloroso, de su mochila saco una carpeta con unas cuantas hojas dentro —Bien... Oh, cierto— estaba apunto de irse, pero se detuvo y giro un poco hacia el azabache —Te espero en la salida, ojos raros— y sin, más se fue.

El Omega sintió como sus ojos se empezaban a humedecer, odiaba el color de sus ojos y demasiado.

Antes eran lo más adorado que tenía, el mismo alfa que lo acababa de insultar por ellos le decían que ese color lo hacían ver especial, como si el mismo tuviera dos amatistas o galaxias por ojos.

Pero cuando Rubén empezó a crecer, todos los alagos y palabras bonitas que le dedicaba por ellos habían cambiado totalmente a comentarios de desprecio y asco, haciéndolo sentir miserable y una completa m*erda por tener un color de ojos tan extravagante.

Odiaba su vida y... ¿Por qué no acabar con ella?

—¡Sam!— oh, claro, ahí estaba una de las razones.

—... Hola Luzu— sonrió como pudo al ver que el castaño se acercaba corriendo a él con una sonrisa, pero está desaparecio cuando vio los leves rastros de lágrimas en sus ojos y mejillas.

—¿Otra vez Rubén?— hizo una pequeña mueca y asintio —Tío, tienes que hablar con él... El no era así— susurro con voz comprensiva mientras acariciaba su espalda con amor y cariño.

#Rubegetta Month 2021Where stories live. Discover now