Camus no tenía reparos en mostrar ante todos su evidente frustración e irritación, y es que no podía creer la bajeza a la que el mismísimo Hades les sometía como si en vez de ser sus prisioneros fuesen un sucio grupo de esclavos sin voz ni voto, destinados a subyugarse ante él sin la menor de las contemplaciones.
Se masejeó el puente de la nariz con dedos furiosos, estaba que echaba humo por los oídos pero, de alguna u otra forma, entró en razón y se calmó, nada ganaba exasperándose.
Ilusamente creyó por una fracción de segundo que la estrecha relación que mantenía con Hades, o lo que sea que tuvieran, sería una gran ventaja para sus compañeros y él; quizás dejasen de ser tratados como la peor de las basuras y se les permitiese salir libremente como los humanos que eran.
Total, ellos no estaban en el infierno y ninguno de ellos era un cotilla, excluyendo claro, a su hermoso vecino, Aphrodita de Piscis, con quién ha forjado en estos días una amistad sincera. El rencor del pasado parece haber quedado atrás, y es que Aphrodite también cayó en las garras del amor; Milo de Escorpio se apropió de su corazón, pero aunque el sueco tenía todas las de ganar con él, también fue rechazado. Han hablado larga y tendidamente, o al menos, Aphrodite lo hizo, él solo se dedicó a escuchar en silencio, abrumado de lo que decía.
—Lo lamento mucho, Camus. En verdad —suspiró hondo y tomó sus manos para sobresalto suyo—, me cegué en creer que solo intentabas arrebatarme el amor y estima de Milo, pero me engañé a mi mismo y acabé actuando como un idiota e infantil contigo.
Agitó la cabeza, su largo flequillo haciéndole cosquillas en los ojos, en otras circunstancias, él no hubiese aceptado las disculpas de Aphrodite de esta forma; jamás aceptó tener contacto físico, le incomodaba y, hasta cierto punto, le aterrorizaba, quizás se debía a que no estaba acostumbrado.
Tenía los ojos levemente húmedos, así que se obligó a inhalar hondo y aplastar todo signo de sentimentalismos dentro de él, y aunque le costó demasiado, pudo hacerlo. Ni Aphrodite ni ningún otro debía verlo en ese estado de fragilidad, su orgullo podía más.
Sentía tanta inquietud y terror al no saber en lo mínimo de lo que hablaba, su memoria se hayaba en blanco y por más que buscó en su mente el nombre de Milo, se encontró solo con un borrón indescifrable.
—Descuida, ya pasó —dijo mordiéndose el carrillo del labio y mirándolo a los ojos con una falsa frialdad.
—Sé, pero nunca es tarde para ofrecerte una disculpa, me vi muy posesivo y loco yendo día tras día a tu templo a exigirte explicaciones de algo que no me competía —explicó abochornado —. Milo es Milo, y ambos lo conocemos; en el fondo no es el caballero prepotente y sanguinario que todos conocen, y eso tú y yo lo sabemos mas que nadie.
Hizo un ruidito de afirmación con la boca, tratando de seguir el hilo de la conversación sin comproneterse a decir algo fuera de lugar.
—¿Cuándo te diste cuenta que...? —se detuvó en seco, le costaba hablar de estas cosas con él.
YOU ARE READING
𝑷é𝒕𝒂𝒍𝒐𝒔 𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐𝒔 ❥𝑯𝒂𝑴𝒖𝒔 ||𝑺𝒂𝒊𝒏𝒕 𝑺𝒆𝒊𝒚𝒂
Fanfiction❝ El dulce néctar y cálido recuerdo de tus rosáceos labios permanecen cual vestigios frescos tatuados en mi mente. Tu imagen sublime y actuar elegante, pero al mismo tiempo una verdadera fiera implacable cuando se te trata de Athena; no descansaré h...