♣~• Capítulo XIV•~♣

315 25 42
                                    

Camus no tenía reparos en mostrar ante todos su evidente frustración e irritación, y es que no podía creer la bajeza a la que el mismísimo Hades les sometía como si en vez de ser sus prisioneros fuesen un sucio grupo de esclavos sin voz ni voto, d...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Camus no tenía reparos en mostrar ante todos su evidente frustración e irritación, y es que no podía creer la bajeza a la que el mismísimo Hades les sometía como si en vez de ser sus prisioneros fuesen un sucio grupo de esclavos sin voz ni voto, destinados a subyugarse ante él sin la menor de las contemplaciones.

Se masejeó el puente de la nariz con dedos furiosos, estaba que echaba humo por los oídos pero, de alguna u otra forma, entró en razón y se calmó, nada ganaba exasperándose.

Ilusamente creyó por una fracción de segundo que la estrecha relación que mantenía con Hades, o lo que sea que tuvieran, sería una gran ventaja para sus compañeros y él; quizás dejasen de ser tratados como la peor de las basuras y se les permitiese salir libremente como los humanos que eran.

Total, ellos no estaban en el infierno y ninguno de ellos era un cotilla, excluyendo claro, a su hermoso vecino, Aphrodita de Piscis, con quién ha forjado en estos días una amistad sincera. El rencor del pasado parece haber quedado atrás, y es que Aphrodite también cayó en las garras del amor; Milo de Escorpio se apropió de su corazón, pero aunque el sueco tenía todas las de ganar con él, también fue rechazado. Han hablado larga y tendidamente, o al menos, Aphrodite lo hizo, él solo se dedicó a escuchar en silencio, abrumado de lo que decía.

—Lo lamento mucho, Camus. En verdad —suspiró hondo y tomó sus manos para sobresalto suyo—, me cegué en creer que solo intentabas arrebatarme el amor y estima de Milo, pero me engañé a mi mismo y acabé actuando como un idiota e infantil contigo.

Agitó la cabeza, su largo flequillo haciéndole cosquillas en los ojos, en otras circunstancias, él no hubiese aceptado las disculpas de Aphrodite de esta forma; jamás aceptó tener contacto físico, le incomodaba y, hasta cierto punto, le aterrorizaba, quizás se debía a que no estaba acostumbrado.

Tenía los ojos levemente húmedos, así que se obligó a inhalar hondo y aplastar todo signo de sentimentalismos dentro de él, y aunque le costó demasiado, pudo hacerlo. Ni Aphrodite ni ningún otro debía verlo en ese estado de fragilidad, su orgullo podía más.

Sentía tanta inquietud y terror al no saber en lo mínimo de lo que hablaba, su memoria se hayaba en blanco y por más que buscó en su mente el nombre de Milo, se encontró solo con un borrón indescifrable.

—Descuida, ya pasó —dijo mordiéndose el carrillo del labio y mirándolo a los ojos con una falsa frialdad.

—Sé, pero nunca es tarde para ofrecerte una disculpa, me vi muy posesivo y loco yendo día tras día a tu templo a exigirte explicaciones de algo que no me competía —explicó abochornado —. Milo es Milo, y ambos lo conocemos; en el fondo no es el caballero prepotente y sanguinario que todos conocen, y eso tú y yo lo sabemos mas que nadie.

Hizo un ruidito de afirmación con la boca, tratando de seguir el hilo de la conversación sin comproneterse a decir algo fuera de lugar.

—¿Cuándo te diste cuenta que...? —se detuvó en seco, le costaba hablar de estas cosas con él.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 24, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

𝑷é𝒕𝒂𝒍𝒐𝒔 𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐𝒔 ❥𝑯𝒂𝑴𝒖𝒔 ||𝑺𝒂𝒊𝒏𝒕 𝑺𝒆𝒊𝒚𝒂Where stories live. Discover now