-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔-

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Hace algunos años...

Para la gente común siempre hay cosas que se salen de sus cabales, que no van con lo que la sociedad impone y que no es bien visto.

¿Quién decide que es apropiado? ¿Y si usar un salmón en la cabeza fuera apropiado lo usarías? Para Tadashi Yamaguchi el género de la ropa era un equivalente a un salmón.

Desde que empezó a tener uso de razón se preguntaba porque dividían la ropa para hombre y para mujer. Los tacones se crearon para los hombres, los escoceses usan una falda llamada kirt, los griegos peleaban con túnicas y sandalias. ¿Por qué a él lo obligaban a llevar camisa y pantalón?

—El mundo está empeñado en que todo es blanco y negro— le decía su madre—. Pero a mí me gusta responderles lo contrario e intento mostrar un gris. No dejes que nadie te diga quién eres y si alguien intenta cambiarte tú les dirás: "Yo soy Tadashi Yamaguchi y este soy yo." Si el mundo no lo comprende entonces no te merecen.

Ahora con quince años ya no le molestaba tanto lo que los demás dijeran. Tenía amigos que le ayudaban a valerse por si mismo y a sus padres que lo amaban tal y como era.

—Deberías tener cuidado— le decía siempre su amigo rubio—. No toda la gente será respetuosa contigo y yo no estaré siempre.

—No te preocupes Tsukki, estaré bien.

—Si tú lo dices— Yamaguchi negó ante lo que dijo el rubio, aunque no lo admitiera se preocupaba demasiado—. Te veré mañana.

Esa noche el chico de pecas iba caminando por las desoladas calles de la ciudad a la espera de un taxi, resultaba que el auto de su familia tuvo complicaciones y el chofer tuvo que repararlo.

Todo estaría bien. O eso pensaba él... alguien había aparecido entre las sombras y lo había arrinconado en uno de los callejones.

—Pero mira que tenemos aquí— el hombre estaba borracho, su aroma y tambaleante forma de hablar lo delataban.

—Aléjese de mí— suplicó.

—¿Y dejar a tan bella señorita? Por supuesto que no— señorita, esa palabra retumbó en su mente.

—¡Déjeme en paz! No soy una mujer, y aunque lo fuera no tiene derecho a tratarme así. ¡Ayúdenme por favor!— no dejaba de luchar, no dejaría de gritar por ayuda. Antes muerto que guardar silencio.

—¡Cierra la boca!— gritó el hombre.

—¡Deberías cerrarla tú!— se le unió una tercera voz que golpeó al hombre derribándolo al suelo—. Escoria, ser repugnante ¡¿quién te crees que eres?! ¿Tratabas de violarla?— violarla.

—N-no... yo sólo...— su puño se estalló en la cara del agresor sin dejarlo acabar.

—Engendro. Deberías morir, gente como tú infecta este mundo.

—Debería... irme, si eso haré— dijo sollozando—. Por favor déjame ir— el chico lo libero de su agarre para levantarlo con fuerza.

—Vete de aquí, escoria, el verte me enferma— el hombre salió corriendo después de esa advertencia—. ¿Estás bien?— preguntó.

「𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚕𝚊𝚗𝚎𝚝𝚊𝚜 𝚜𝚎 𝚊𝚕𝚒𝚗𝚎𝚎𝚗」Where stories live. Discover now