-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗-

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La misión había resultado un rotundo fracaso.

No habían logrado frenar el ataque de los Glishkarj, ni salvaron a todos los que habitaban en la zona, y lo peor es que la familia de Hinata estaba desaparecida.

Por suerte no habían sufrido ninguna baja; Kenma se recuperaba en la enfermería junto a los gemelos Miya, Suna y varios más. Tadashi aún permanecía inconsciente, Kuroo lucía abatido y no se separaba de su lado. Eso le causaba dolor, ver a su mejor amigo al borde de la desesperación por su amado.

—Él estará bien— sabía que no debía decir esas palabras pero aún así las dijo.

—Él es mi prioridad— susurró el de cabello negro—. Y lo descuide, ¿cómo pude hacerlo?

—Estabas luchando— lo consoló Kenma.

—Precisamente. Sabes el orden de mis prioridades: primero está él, después la humanidad y al final yo— se quejó.

—Defendías a Bokuto. Yamaguchi lo entenderá, es una persona razonable— se dejó caer en el respaldo de la camilla. Su hombro lo estaba matando.

—¿Cómo te sientes?— le preguntó.

—Como si me hubiera arrollado un camión— declaró—. Estoy cansado. No volveré a ir a misiones.

—Es extraño que aceptes ir. Apenas te enteraste que era el barrio de Hinata y te ofreciste.

—Es mi amigo, obviamente debía ir a ayudarlo— declaró Kenma y Kuroo sonrió—. ¿Qué eran esos artefactos que usaron?

—¿Te gustaron? Lev los diseño, nos robamos la idea de un tal Isayama— Kenma frunció el ceño—. Descuida él ya no existe y nunca lo patento, solamente lo ilustró en uno de los mangas más antiguos.

—Me parece bien— asintió—. Deberías descansar.

—No me iré hasta que Yams despierte— afirmó.

—Si eso quieres. Intentaré dormir— Kuroo asintió y Kenma trataba de conciliar el sueño.

Él estaba encerrado en su cuarto desde que llegó, habían tratado sus heridas pero aún así se sentía sin ánimos y con un dolor en todo el cuerpo

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Él estaba encerrado en su cuarto desde que llegó, habían tratado sus heridas pero aún así se sentía sin ánimos y con un dolor en todo el cuerpo. Su cabeza daba vueltas. No había ingerido bocado alguno.

—Hinata— el chico de cabello rosa pálido entró sin pedir permiso y se dejó caer en la cama junto a él. El pelirrojo se dejó abrazar por el de ojos avellanados, por alguna razón lo hacía sentir en calma.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó con el ceño fruncido—. Jamás me dijiste que clase de Polvort eres.

—Si te digo me vas a correr de aquí— respondió alborotándose el cabello.

—No lo haré.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

「𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚕𝚊𝚗𝚎𝚝𝚊𝚜 𝚜𝚎 𝚊𝚕𝚒𝚗𝚎𝚎𝚗」Where stories live. Discover now