-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖-

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En el pasado se sabía que lo bueno no dura para siempre, en la actualidad esa enseñanza se olvida porque se cree que la inmortalidad llegará y nos salvará a todos, que podremos olvidarnos de nuestros pecados y podremos continuar hacía un mejor mañana.

—Y bien, ¿qué haremos?— preguntó aquel de cabello celeste.

—Lo que siempre hemos hecho.— respondió fríamente un hombre de largo cabello negro—. Matar y triunfar.

El hombre frente los asistentes al baile sonreía despreocupado, podría decirse que lucía feliz y tranquilo

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El hombre frente los asistentes al baile sonreía despreocupado, podría decirse que lucía feliz y tranquilo. Tenía largo cabello celeste y ese rostro lleno de cicatrices.

—El Glishkarj... de la cara hecha retazos... es un monstruo.— las palabras de Kai llegaron hasta la cabeza de Kuroo.

—Vaya, ustedes si que saben aburrirse.— habló cantarín.

—Fuiste tú.— susurró Kuroo.

—Mph, ¿dijiste algo?— preguntó.

—¡Tú mataste a Nobuyuki!— de las manos de Kuroo comenzaron a salir llamas de un inmenso tono rojizo y fueron a parar contra el Glishkarj que reía despreocupado.

—Ja, ¿Nobuyuki? No lo recuerdo.— alzó sus hombros y mostraba un gesto infantil mientras mostraba su lengua—. He matado a mucha gente, ¿acaso crees que los recuerdo a todos?

—¡Maldito infeliz!— gritó y entonces el Glishkarj tomó como rehén a un anciano.

—¿Sabes cómo mato a las personas? Es muy divertido.— dijo acariciando el cuello del hombre—. Las almas de los humanos están corrompidas, intentando mantenerse estables. ¡Yo me encargo de que no logren eso!— presionó la piel del hombre y entonces comenzó a volverse una masa gelatinosa; verde, con ojos saltones y no dejaba de gritar. A los minutos murió.

—¡Eres un monstruo!— gritó Bokuto.

—¿Acaso no todos lo somos?— preguntó sonriente—. Me presentaré como es debido. Mahito es mi nombre— extendió sus brazos y reverenció a todos—. Y me gusta matar gente.

—Daichi saca a todos de aquí.— susurró Kuroo—. Este imbécil es mío.

—¡Bien dicho gato!— gritó el azulado.

Monstruos transmutados comenzaron a emerger de la boca del Glishkarj y empezaron a agrandarse; lloraban, gritaban y emitían sonidos que dolían a los oídos de los demás.

Yamaguchi no tardó en abrirle paso a Kuroo, asesinaba a cada uno de las bestias que se le acercaban a su hombre, Sugawara igualmente ayudaba mientras Daichi alejaba al tumulto de personas a escapar.

—Te los encargó.— habló el moreno a Ushijima.

—Los sacaremos de aquí.— le respondió—. ¡Escuadrón, muévanse!

「𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚕𝚊𝚗𝚎𝚝𝚊𝚜 𝚜𝚎 𝚊𝚕𝚒𝚗𝚎𝚎𝚗」Where stories live. Discover now