enero.

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Esas navidades giraron completamente alrededor de la boda de Laia. El idiota de Joe Curtis se me hacía cada vez más insoportable, si eso era posible.

La madrugada del dos de enero me dirigí a casa de los Cooper, porque así lo había pedido mi mejor amiga. No me sorprendí cuando la puerta fue abierta por nada más ni nada menos que el idiota pretencioso de Joe Curtis, que me dijo que esperara en el ático: el estudio de Laia desde siempre. Así que dejé atrás al idiota pretencioso y estirado de Joe Curtis y subí las escaleras hasta llegar al ático que tan bien conocía. Allí volvió a mi la imagen de Laia pintando uno de sus múltiples cuadros, con ese moño que siempre se hacía para estudiar o hacer los deberes y una de las sudaderas de su hermano, que le quedaban enormes, y con la cara manchada de pintura. La echaba de menos. Echaba de menos subir aquí y verla pintando, y echaba de menos que criticara sus obras una y otra vez y que me señalara defectos en ellas que ni yo ni la mayoría de mortales alcanzábamos a ver. Echaba de menos tenerla por aquí, pero el idiota pretencioso y estirado y simplón de Joe Curtis tenía que llevarla a Londres.

"¡Ash!" me giré rápidamente. Ahí estaba Laia: con su moño de ir por casa, pero sin su cara manchada de pintura, y con una sudadera que sospechaba que no era de su hermano. Se acercó a mí y me abrazó. "Se me olvidaba que tu nunca llegas tarde."

Me reí.

"¿Has invitado a alguien más?" pregunté.

"A las chicas. Quiero que me ayudeis a preparar la boda" explicó. Como no. Últimamente no se hablaba de nada más.

"¿Yo?" pregunté, y ella asintió con la cabeza eufóricamente unas cuantas veces.

"¿Pasa algo?" respondió ella. Oh, si tu supieras.

"Que tengo pene. Yo no preparo bodas. Creo que con las chicas ya tendrías ayuda suficiente." Laia frunció el ceño y suspiró.

"Pero eres mi mejor amigo. Ya sabes, no puedo hacer esto sin ti. Quiero tenerte cerca, Ash" sonreí y asentí con la cabeza, "además, dijiste que me ayudarías, y eso vas a hacer" continuó, y con un suspiro me rendí. Empecé a caminar por el ático, manchado de pintura y lleno de cuadros. Al final había una mesa redonda, la cual fue casi invisible durante un tiempo. Recuerdo que Rose intentaba ordenar las cosas que Laia iba apilando encima, pero desistió al cabo de un tiempo.

Mi vista se paró en un cuadro de un barrio que me resultó familiar. No estaba terminado: gran parte de él estaba en blanco, pero había una foto pegada en la parte inferior derecha que parecía ser una referencia. Me agaché para poder ver.

"Es el 90's" dije, y escuché los pasos de Laia detrás mío.

"Hice la foto el día que vine a invitarte a cenar" comentó, "no está terminado, pero espero que esté listo para cuando me vaya a Londres. Quiero tenerlo en el apartamento. Me hace pensar en casa". Asiento con la cabeza, y me hace sentir bien que precisamente la tienda en la que trabajo le haga sentir en casa. "¿Te acuerdas cuando íbamos a pasar ahí el rato?" dijo de repente. Y tanto que me acordaba. "¿El piso de arriba sigue siendo tuyo?" pregunta.

"Sí. Sigue igual que siempre." Le respondí. Ese sitio siempre había sido de mi família. Al principio, cuando Laia y yo éramos pequeños, la planta baja, donde estaba la tienda, había sido un almacén, y en la planta de arriba estaba el despacho de mi madre. Entonces nació Lauren, y mi madre empezó a trabajar desde casa, y Laia y yo empezamos a adaptar el despacho de mi madre: pusimos unos sofás y una mesita, una nevera, una tele y una consola, y cuando estábamos con nuestros amigos siempre terminábamos allí. Nos sentíamos mayores. Y hacia los 16 años, cuando yo ya había decidido que el instituto no servía para una mierda, empezamos a crear la idea de 90's, y dijimos que convertiríamos el almacén en una tienda de discos, y de los altavoces siempre saldría música buena. Y hasta el momento había sido así, pero Laia no había podido comprobarlo, pues ya no vivía en Brighton.

All this time |a.i|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora