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Tenues luces quedaban a penas encendidas en la estación y pocas personas se encontraban aún trabajando

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Tenues luces quedaban a penas encendidas en la estación y pocas personas se encontraban aún trabajando. Por un golpe de suerte, la zona de oficinas donde la de Chan y, a unos cuantos pasos más allá, la de Minho se hallaban, estaba desierta, la pareja era la única ahí. Ellos, entre besos y caricias, llegaron hasta el despacho del Comandante desde el pasillo donde se encontraron. La puerta la cerraron con pestillo, no arriesgándose a ser descubiertos en pleno acto.

Esa misma tarde, Chan fue a visitar a su médico, estaba ya harto de llevar el brazo en cabestrillo cuando no lo necesitaba, no desde hace días que el mismo médico le dijo que su brazo se encontraba en óptimas condiciones, pero que, por unos días, debía ser muy cuidadosos con el peso o acciones para no lastimarse. El médico, conociendo tan bien al Comandante y su terquedad, le ordenó llevar el cabestrillo por un tiempo más hasta saber que no sufriría peligro. No pudo ser mas correcta la apreciación del médico, pues en cuanto le quitaron el molesto artilugio, Chan se preparó para follar a Minho sobre su escritorio.

—Si por alguna razón nos descubren, voy a matarte —gruñó Minho en advertencia a la locura que estaban por cometer.

—Guarda esos gruñidos para mas tarde, princesa, los necesitarás.

La cadera de Minho chocó contra el borde del escritorio antes de verse subido sobre el mismo con ayuda de Chan. Por un segundo se preguntó si tendría algún documento importante ahí, mas los besos de su amante borraron todo rastro de preguntas y dudas, dejando libre acceso a su libido. Tal parecía que esos besos eran dinamita para su pobre cerebro.

Los brazos delgados de Minho pasaron alrededor del cuello del alto, sus manos acariciando el cabello azabache hasta la saciedad. Chan comenzó a mover sus dedos sobre los botones de la camisa rosa palo de Minho, con desespero se la retiró dejando a la vista ese pecho desnudo, con dos botones apetitosos decorándolo, y en ese blanco lienzo estaban pintados aún las marcas que hace tiempo le dejó, moretones y mordiscos, tiñendo de rojos y púrpura la sensible piel de Minho.

—No sabes lo que le haces a mi pobre juicio —acusó el policía recorriendo con su boca el cuello del jovencito.

Chan metió sus manos dentro del pantalón de Minho, por la parte de atrás, insertándose por debajo del bóxer también para acariciar las mejillas traseras, amasándolas con lujuria hasta que sus dedos llegaron a tocar la entrada de Minho, tan ansiosa y ligeramente húmeda. Presuroso le bajó el pantalón y su ropa interior, entonces, cuando Minho estuvo desnudo del torso, y lo demás a mitad de sus muslos, Chan le dio vuelta y lo ubicó sobre su escritorio. Minho quedó con su rostro pegado a la madera y los papeles mientras que su culo desnudo estaba a merced de su verdugo.

—¡Ah! —profirió un grito el joven al sentir su culo arder por la nalgada que su compañero le propició. Entonces sintió algo húmedo, caliente y resbaladizo acariciar su entrada con descaro, parecía ser la lengua del Comandante—. Chan... mmmgh...

Pasión en la mira [Banginho]Where stories live. Discover now