Capítulo 32: hawaii

531 93 3
                                    

LEAH

A los chicos les hizo muchísima ilusión que hubiera un nuevo torneo tan pronto, y sobretodo que fuera en Hawaii. No era la única loca emocionada por ir. Los hermanos Andrews asistirían también, por lo que Evans estaba deseando viajar. Al principio pareció que Oliver no podría venir por trabajo, pero consiguió que un compañero cambiara turnos con él a última hora. En ese instante Hannah respiró aliviada.

Repiqueteando con el pie contra el suelo, miré una vez más mi reloj de muñeca.

—¿Te queda mucho? —suspiré.

Teníamos que pasar a recoger a Maddy y a este paso llegaría ella antes a nuestra casa que nosotros a la suya.

—No, podemos irnos —me aseguró Cam, entrando al salón arrastrando su maleta tras él.

—Bien, ¿lo llevas todo? —quise asegurarme.

Me sentía como una madre sumamente controladora, pero no soportaba la idea de que nos olvidásemos algo importante. Bueno, que él que se dejase algo que pudiera necesitar. Yo sobreviviría con facilidad en una tumbona tomando el sol.

—Es la quinta vez que me lo preguntas, cariño —rió—. Y sí, lo llevo todo, lo estaba comprobando de nuevo para ver si ya te quedas tranquila.

Asentí con la cabeza antes de ponerme de puntillas y darle un rápido beso, no podíamos entretenernos más. Sus padres y mi abuela habían decidido quedarse esta vez en Melbourne en lugar de acompañarnos, decían que nos vendría muy bien pasar un tiempo a solas con los chicos y divertirnos.

—Me gusta que me llames cariño —murmuré.

—Puedo verlo —respondió, esbozando una preciosa sonrisa—. Ahora vámonos antes de que Maddy se desespere.

—Sí.

Agarré con rapidez mi maleta y enfilé el camino hasta la puerta. Tardamos muy poco en llegar al aeropuerto porque era muy pronto en la mañana y apenas había tráfico. El viaje duraba trece horas, y yo había preparado una mochila con sudokus, sopas de letras y mi lector electrónico con más de siete títulos. Iba bien preparada, o al menos eso creía. Tenía la esperanza de poder dormir mucho, mucho tiempo durante el vuelo.

Facturamos las maletas y nos sentamos en unas butacas a esperar a que abrieran la puerta de embarque. Maddy estaba tumbada con su cabeza en mi regazo, yo me apoyaba en Cameron y él en Hannah. Éramos una cadena de extremidades colgantes muertos de sueño. Ninguno nos atrevimos a ir a por un café o un té pues teníamos la esperanza de perder la consciencia en cuanto nuestros culos tocaran los asientos.

—¿Y cuál es el premio de esta competición? —preguntó Evans, en cuanto dejó de bostezar—. Ya me pierdo con tantos eventos.

—Ninguno, la satisfacción de ganar —comentó Cam sin molestarse en abrir los ojos.

—¿En serio? ¿Y por qué participáis entonces?

—Porque hay gente a la que le gusta surfear sin necesidad de conseguir un premio, idiota —replicó Hannah—. Son unos amistosos.

—A mí me da igual por qué lo haga, estoy yendo a Hawaii gracias a él —añadió Maddy.

Carcajadas brotaron de mi garganta a raíz de su comentario. Estaba completamente de acuerdo con ella. Cameron abrió los ojos para mirarme, estaba convencida de que recordaba como yo le dije algo parecido en casa de sus padres.

No tuvimos que esperar mucho más para el vuelo, y los astros se debieron alinear porque nos tocó a todos juntos. Nada que ver con el viaje a Japón. El trayecto se me hizo eterno, y con eterno me refiero a que llegó un punto en el que me planteé asfixiar a Evans con la bolsa para los posibles vómitos. Por suerte para él, Hannah y Oliver le separaban de mí.

Our First RideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora