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Un mes había pasado volando. Y la verdad todo era miel sobre hojuelas. Ash era el novio más perfecto del universo, y al parecer todos se daban cuenta de eso.

Mamá lo invitaba por lo menos 3 veces a la semana a comer con nosotros, no sé si porque le agradaba mucho o porque pensaba que era el novio de ella. En fin, amaba los momentos y las pláticas que teníamos en la mesa, siempre reíamos mucho y mamá siempre me regañaba porque Ash ponía la mesa antes que yo. Problemas familiares comunes. Obviamente él solo podía quedarse hasta antes de las 5, porque como ya sabíamos, tenía que trabajar en el café.

Nuevamente mamá me regañaba diciéndome que Asher era muy independiente, que tenía un perfecto equilibrio entre su trabajo y la escuela, y me decía que yo debería aplicar a algún empleo parecido. Pero por otro lado, mi lindo novio me decía que no debería trabajar por el momento si no quería, me contaba que siempre estaba muy cansado y sus tiempos para hacer tareas eran casi nulos, sin embargo, siempre se daba tiempo para mí, aunque sea unos minutos, pero siempre amoroso y atento.
Los días que venía a casa, al llegar de la escuela, hacíamos las tareas juntos, yo le ayudaba en algunas si teníamos demasiado que hacer, esperábamos a que mamá terminara de hacer la comida mientras descansábamos tomando siestas abrazados en mi cama, y cuando era hora de irse siempre se despedía de mí con un beso y un "te amo", que me derretía hasta los huesos.

A veces era difícil decidir donde pasaríamos el día libre a la semana que tenía Ash, nos gustaba estar todo el día juntos, las tardes a veces solos, a veces con mis amigos, ellos ya lo habían aceptado como uno más del grupo. A Sophia le interesaba su gusto por la literatura griega y de vez en cuando ella le prestaba libros que había leído para que intercambiaran ideas. A Wyatt le gustaba el hecho de haber encontrado un buen oponente en Street Fighter, mientras que yo ni siquiera podía ganarle a Jaeden en MarioKart, lo gracioso es que yo me creía un gamer de primera categoría, todo porque cuando jugaba con mi novio, él me dejaba ganar, pero la realidad era otra y la pasiva de Jaeden no dejaba de burlarse de mí cada que perdía con mi auto rosado de princesa Peach.

–Oye ¿Haz notado lo bien que se ve tu novio en ese uniforme?– comentó la pelirroja.

–Soph no digas eso, se pondrá celoso– advirtió el chico pálido.

–¿Jack? ¿Ja-ack?– me picó el brazo. –Pequeño pitufo– insistió el rizado. –Minionlandia llamando a Jack ¿Estás ahí?–

–¡JACK!

–Qué ¡Qué!– salí de mi trance cerebral. –Obvio sí, tienes razón– dije al azar.

–Dónde te pierdes tonto– me apretó la nariz. –Estaba chuleando a tu novio y ni te enteras.

–¡Hey! –dije indignado.

–Muy tarde– dijo la ojiazul volviendo a su libro.

–Niño perdido, ¿Estabas vagando por Nunca Jamás? O por Asherlandia– preguntó el rubio.

–¿Te callas?– me burlé. –Sólo estaba pensando.

–En Asher– refutó Jaeden.

Le sonreí sarcásticamente y nuevamente volví mi mirada a él.
Se movía de un lado a otro entregando pedidos en la linda cafetería al aire libre. Nunca antes habíamos venido a Happy Coffee, pero parecía de esas típicas cafeterías para hipsters. El ambiente era lindo, árboles por aquí, árboles por allá, algunos restaurantes más lejos y unas 10 mesas de picnic al rededor.
Los pantalones beige de Asher no eran exactamente ajustados, sin embargo por alguna razón se le veían demasiado bien para ser verdad, además me encantaban porque el trase–

–Ah no les conté– habló el rizado de repente. –Wolfhard fué a mi casa ayer en la noche.

–¿Qué?– cuestionó la ojiazul apartando la atención de su libro. –¿De nuevo?

Please, don't wake me upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora