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[Narradora]

En los días siguientes, llegaron más cartas para los mismos destinatarios.

Los Potter.

El tío Vernon seguía rompiendo las cartas con tanta rabia como pudiera, mientras que los niños no entendían nada de lo que estaba pasando.

Un día, escucharon sonidos de un taladro fuera del pequeño armario donde dormían, al principio no le dieron importancia pues estaban jugando con muñecos, pero escucharon al tío Vernon hablar.

—¡No más cartas en este buzón! —murmuró, irritado por las cartas que llegaban todos los días.

Harry se asomó por la puerta, viendo como su tío ponía un pedazo de madera en el orificio del buzón, impidiendo que entrara cualquier cosa.

Él se volvió meter con su hermana y ella solo le dió una mirada de furia por su tío, ella tenía tantas ganas de irse de ese lugar, tenían que conformarse con las sobras de su primo, ella no era tanto como Harry, él era tranquilo y aunque se enojaba por como los trataban, Harry era capaz de ocultar lo que sentía hacia ellos.

En cambio, Avery era más impulsiva, no le importaba como sus tíos la pudieran castigar siempre y cuando los dejara en su lugar después de pasarse del límite con los dos.

[...]

El tío Vernon se iba a ir a trabajar, despidió a su esposa y al verla impactada ver atrás de él volteó a donde su mirada apuntaba, el auto del hombre tenía unas cinco lechuzas encima de él.

Vernon intentó correrlas pero fue en vano, la tía miró sus pies y se asustó más al ver cinco de las mismas cartas tiradas en el suelo.

[...]

En el desayuno, la tía Petunia rompió unos cuantos huevos pero de ellos no salió ni la yema ni la clara, en cambio salían cartas en todos y cada uno de ellos, abrió todos cada vez más rápido, pero en todos salió lo mismo.

Miró por la ventana y en frente de ella se encontraba un grupo de lechuzas como las del otro día.

[...]

El tío Vernon había prendido fuego a la chimenea se sentó en frente de esta y empezó a tirar las cartas en ella, mientras los Potter lo veían recargados en la pared irritados, él los vió de reojo y les dedicó una sonrisa antes de hecharlas todas al fuego.

[...]

—Hm, me encanta este día —recostado en su sofá el tío Vernon dijo ante su familia— En mi opinión no hay como el Domingo, ¿Porqué, Dudley? —el hijo levantó los hombros en el regazo de su madre con una galleta en sus mano.

—Porque no hay correo el domingo —contestó Harry.

—¡Correcto, Harry! —dijo emocionado— El domingo no hay correo —hizo un chillido de emoción— ¡Hoy no recibiremos cartas! —gritó felíz— ¡No, señor! ¡No recibiremos una sola carta! —el hombre casi parecía que se había vuelto loco con todo el tema— ¡Ni una!

Por otro lado, Avery estaba en la ventana mirando a través de ella un enorme grupo de lechuzas en el jardín de la casa, notablemente solo en la suya, todas las demás estaban desiertas de ellas.

—No, señor, hoy no veremos esas míserabl- —el tío no pudo terminar, una carta salió volando de la chimenea hacia él pegándole en la cara.

La tía y Dudley lo miraron sorprendidos y luego voltearon a la chimenea coordinados.

Avery volteó hacia él ya que estaba en la ventana y miró sorprendida sin saber que había pasado.

De pronto, algo empezó a temblar como en un terremoto y se sentía como si algo cerca lo provocara. De la chimenea empezaron a salir miles de esas cartas a la sala, los Dursley empezaron a gritar muchas cosas de Ayuda, ¡Qué es esto!, ¡¿De dónde vienen?!.

Mientras que los Potter reían maravillados con lo que pasaba, rápidamente empezaron a correr hacia el centro de la sala donde habían más para atrapar alguna y por fin leerla, pero su tío Vernon se levantó del sillón y empezó a agarrar a los dos niños del brazo, ellos ya tenían una carta así que salieron corriendo hacia donde su armario pero él los alcanzó y les quitó la carta rompiéndola.

De pronto, (rompiendo la tabla que tenía encima) del buzón empezaron a salir más de estas cartas una tras otra, tras otra rápidamente cegando al tío Vernon por unos momentos sin soltar a los niños con dificultad.

—¡Estoy harto! —gritó agarrando a los niños— ¡Nos iremos lejos de aquí! ¡Donde no nos encuentren! —dijo furioso.

—¡Ya no sabe lo que dice! —gritó Dudley desde la puerta de la cocina.

—¡Esto se acabó! —gritó aún más fuerte dejando impactada a su esposa.

[...]

Era una noche tormentosa, las olas chocaban en contra sí mismas, y también con unas cuantas rocas de la orilla en la pequeña isla que estaban los Dursley y Potter.

Era casi como un refugio, a los hermanos les sorprendía que la tormenta aún no tirara ésta, estaba hecha de madera vieja aunque no dejaba entrar mucha agua, se sentían pocas gotas caer del techo.

Los esposos Dursley dormían en el piso de arriba donde estaba la única cama del lugar. Los niños, en cambio, estaban en el piso de abajo, Dudley se había quedado con el sofá y los Potter estaban tirados en el suelo a lado del sofá.

El piso tenía arena de afuera ya que no tenía ningún tipo de piso, azulejo o cemento simplemente, y ahí estaba Harry, dibujando un gran pastel de cumpleaños con once velas exactamente, dentro de él decía Feliz cumpleaños Avery y Harry.

El piso tenía arena de afuera ya que no tenía ningún tipo de piso, azulejo o cemento simplemente, y ahí estaba Harry, dibujando un gran pastel de cumpleaños con once velas exactamente, dentro de él decía Feliz cumpleaños Avery y Harry

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Su primo roncaba fuerte, estaba profundamente dormido dejando caer su mano en la orilla del sofá donde su reloj se asomaba por su muñeca.

Miraron este y cambio de decir 11:59 PM a 12:00 AM, dando inicio a su cumpleaños.

—Pide un deseo, Avery.

Se miraron y soplaron juntos el polvo que tenían enfrente.

En el momento que soplaron, fuertes golpes se escucharon en la puerta despertando de un golpe a Dudley. Alguien intentaba entrar, los Potter se levantaron asustados y se escondieron detrás de un pequeño pedazo de pared.

¿Qué era tan grande para golpear así la puerta?

Otra Versión De La Historia. Where stories live. Discover now