Manos sanadoras

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Viessen acercó su barca a los hombres que nadaban hacia ellos, mandando una señal para que Txiab, la encargada de la segunda navegación de patrulla, llegase a ayudarles. Isadore ayudaba a Fenrir a levantar el cuerpo de Draco, para que los tripulantes pudieran subirle.

—Sube con él, iré en la otra barca. —dijo Isadore, nadando hacia la pequeña embarcación que se acercaba a ellos.

Fenrir subió con rapidez, volviendo a sujetar el cuerpo de Draco, dejándole semi acostado sobre su pecho.

Las barcas se dirigieron al punto de encuentro. Allí debían dejar las embarcaciones, para dejar la señal de su llegada, y desaparecer hasta el campamento, donde se encontrarían con los demás. Eran los segundos, acompañados de cerca por el tercer pelotón.


Kalevi observó como Potter lograba entrar, mirándole con una evidente molestia. Silbó provocando que todos los licántropos y el Carroñero restante se echasen hacía atrás, corriendo cada uno a una salida. Las embarcaciones ya no eran seguras. Tendrían que aparecerse en el agua.

El subjefe fue el último en marcharse, puesto que quedó a la espera de que el lugar fuese seguro para sus compañeros antes de activar una trampa que Ledreck había colocado. Una que destruyó el techo, provocando una avalancha en la entrada a la escalera y la planta inferior.

Riina sujetó a su hermano, tirando de él. No se había marchado muy lejos, nunca lo haría. Kalevi le sonrió y comenzó a correr con ella.

—Ellos tienen varitas, podrán quitar los escombros rápido. —comentó.

—Los chicos se fueron a la izquierda, era la salida más cercana. Deberíamos ir a la trasera para asegurarnos que la huída de Fenrir y Draco ha sido exitosa. También confundiremos a los aurores. —Hablaba su hermana corriendo en aquella dirección.


Fenrir había dejado a Draco acostado en la cama, quitándole la túnica y tapándole con la sábana hasta la cadera. Había prohibido destaparle.

Yven y Hannah se encargaban de curar todas las heridas que podían. Esta vez no era como la anterior, Draco estaba consciente de todo, podrían hacer algo por él. Habían conseguido todo tipo de pociones curativas vendiendo carne y pescado en el mercado del pueblo. Isadore, Tyreese y Rowan también habían aportado dinero y el pelirrojo había sido el encargado de ir al mundo mágico para comprarlo.

Con la poción para heridas limpiaban cada una de ellas, aplicaban esencia de díctamo en las que aún sangraban y esencia de Murtlap en las que parecían más superficiales.

Hannah dio con cuidado una poción crece-huesos para sus dedos y un filtro de paz, para que se calmase un poco. Sus pulsaciones estaban demasiado aceleradas. El bálsamo de Asclepias tuberosa también alivió un poco el dolor.

—Salid del cuarto. —pidió el líder cuando vio que las heridas de Draco estaban bajo control.

Yven dejó agua al lado y varios frasquitos más de pociones, indicándole a Fenrir que sería mejor que las tomase todas. La joven con trenzas acarició el cabello de Draco antes de salir.

Fenrir se acercó a él, tomando su pulso. Parecía que la poción hacía efecto.

—Eh. —susurró en cuclillas al lado de la cama. Los ojos grises se abrieron, mirándole—. Siento haber tardado en ir a buscarte.

«¿Fenrir disculpándose? Debo haber muerto».

—No volverás a marcharte de aquí. —Siguió hablando—. Bueno, a no ser que tú quieras.

Sangre de loboWhere stories live. Discover now