HAY PACTOS QUE NO SE PUEDEN ROMPER.

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San Gimignano, Italia. 1721.

Me costaría, lo haría más que cualquier otra cosa en este mundo, pero no podía evitarlo. No podía dejarlo pasar, esta sería la única oportunidad que tendría antes que los inconscientes y egoístas planes de mi padre finalmente se llevaran a cabo. Había estado corriendo durante mucho tiempo hacías los campos de heno para escapar de las reprimendas de mi padre, esta vez sí lo he hecho enojar, lo he llevado al límite de todo, pero no era mi culpa, toda recaía sobre él al querer obligarme a casar con un hombre que no amaba, que no conocía mi corazón también como lo hacía William.

William, mi amado, William de solo pensar en su nombre mi corazón y mi cuerpo se estremecen. Que afortunada había sido en esta vida para toparme con alguien tan magnifico como él, con alguien que no mirara por quien era, si no que me amara por cómo era. No quería imaginar mi vida si él no estuviese, sin no poder saborear sus besos una vez más, sin no poder sentir sus brazos envolviéndose alrededor de mi cuerpo desnudo cada vez que la pasión de nuestros corazones sobrepasaba nuestra cordura. Oh, mi amado William, como me apena que esta vida no sea suficiente para que tú y yo nos pertenezcamos.

Mi cuerpo cae sobre el pasto una vez ya no escucho caballos cabalgar detrás de mí. Acuesto mi cuerpo sobre la cama mientras siento mi pecho jadeante tratando de respirar, y sintiendo como el corsé me oprime hasta la última costilla. Miró el cielo celeste plagado de nubes que disipan la intensidad del sol que alumbra sobre nosotros, y me quedó allí, contemplando mis pensamientos y deseando que en algún momento mi pena de amor y pesar se vuelva sólo un agrío recuerdo; pero estoy consciente que nada detendría a mi padre, y que nada me salvaría de conceder sus promesas.

Mi padre era un hombre egoísta, un hombre que no pensaba en lo mucho que dañaría a su hija en llevarla al altar junto a un hombre cuyo único deseo era tenerme como trofeo, y que estaba dispuesto a pagar por mí amor. No era un objeto, no era algo que se podía comprar o intercambiar a la conveniencia de otros, y de sólo pensar en ello el estómago se me revolvía. Era tan injusto que yo tuviera que pasar por esto, mientras que mis hermanos tenían la libertad de escoger lo que ellos deseaban, mientras que mis hermanos sólo debíamos bajar la cabeza y obedecer a los mandatos de mi padre. Ojalá pudiera escapar, esconderme en un lugar recóndito donde el mandato de mi padre no alcanzara, pero aquella fantasía sólo debía quedarse como lo que era, un infantil y mañoso deseo.

— Creo que, si el cielo hubiese querido hacerte una flor, no me queda duda que tu belleza jamás hubiese sido igualada— Su voz era como una corriente del río en un día cálido.

Al abrir mis ojos lo encontré justo encima de mí, iluminado por el esplendor del día, apreciando fijamente cada espacio de mi rostro. Su cabello era alborotado por la inquieta brisa de la tarde, que lo ondeaba en todas las direcciones. Sonrío junto en el momento en donde se posaron sobre su rostro, y aquella sonrisa desencadeno un sinfín de emociones que mi cuerpo no lograba manejar. Me puse de pie, y me aferré a su cuello mientras que la distancia de nuestros rostros era borrada por un anhelado y deseado beso. Allí se encontraba mi vid, mi calma, mi eterno descanso, en el sabor de sus dulces labios. Nuestro beso me devolvió la calma, me regresó la vida con la que siempre soñaba, pero que tendría que dejar pasar por el hecho de ser una dominada.

La falta de aire rompió nuestra unión, y me quede en silencio detallando su amado y hermoso rostro. No podía creer como este chico de procedencia humilde, apuesto y cariñoso era capaz de hacerme replantar toda la vida que ya yo tenía planeada, y que ahora aborrecía con tanto rencor. De él amaba todo, su cabello negro y marrón hasta las orejas, amaba su nariz perfilada y sus ojos marrones almendrados, amaba la forma en la que me miraba y como me tocaba. Lo amaba a él y a toda esta locura que su amor me producía, era increíble lo inmensurable que se había vuelto este infantil amor.

A una vida de tí. [Disponible en Librerías]Where stories live. Discover now