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You make me mad, and not in the good way

Eso intento, capullo —rotó el artilugio por sus manos.

—Vamos... Parece que va a haber tormenta y no quiero llegar a casa empapado

—Para de quejarte y ayúdame —suspiró el rubio.

—Vale, dámelo —el más alto le tendió el objeto al joven con una mirada desafiante.

—Como quieras... —murmuró.

Potter giro la esfera situada en el centro del collar, con desesperación. No sin antes pasar la cadena del objeto por su cuello y por el del rubio.

—Pareces un niño de cin- —Draco acalló su voz, o su insulto, más bien. Ya no tocaba el suelo. Esto no parecía un carruaje de lujo como en los que acostumbraba a viajar.

El azabache sintió náuseas, y un dolor de cabeza infernal. Y de un momento a otro, estaban ambos pisando el lugar en el que un año antes una joven conocida había aparecido.

Con sus cuerpos de diecisiete años, y con ropa antigua. Sin sus varitas, desprotegidos. Y con la idea de que la habían cagado en mente, Harry y Draco tocaron el suelo de aquel lugar.

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—Treinta y pico, ¡No, espera! Una viuda cuarentona es perfecta —suspire animadamente.

—Oh... Y que este en busca de la aventura tras la pérdida de su inútil y malagradecido esposo —continuó Jo mi juego.

—Con la frente bien en alto, y... Y que tire su anillo de matrimonio al río —me desplome en el sillón de la rubia.

—Dios sí, es fantástico... será el mejor libro de todos los tiempos, todos querrán leerlo —la joven imito mi acción y suspiró con la mirada clavada en el techo.

—Nos haremos ricas, y vestiremos los más grandiosos vestidos de gala. Ignorando a los jóvenes caprichosos que quieren nuestra atención, demonios, ¡seremos mujeres libres!

—Exacto, ¡libres! Mujeres hechas y derech- —unos toques en la puerta interrumpieron las intensas palabras de Jo.

Laurie entro en la habitación con una sonrisita, demostrando lo gustoso que se le hacía cortar nuestra conversación. O más bien molestarnos.

—Hora de comer, chicas —alzó las cejas.

—Oh, cielos, me voy a morir de hambre —corrí impaciente por las escaleras de madera, dejando atrás a Jo y Laurie. Llegue a la cocina, con aires radiantes.

Choque con Beth entonces. Me tambaleé por unos segundos y luego ayude a la otra chica a levantarse del suelo.

—Oops, perdón —reí mientras la otra formaba una pequeña sonrisa y me dejaba paso libre—. Gracias, Beth —alargue las palabras al final, ya que todavía no había llegado a mi destino exactamente.

Cuando llegue a la pequeña mesa del hogar, observé que los platos no estaban puestos, y una Margaret con mirada divertida llegó a mi vista.

—Oh no, sabes lo mucho que odio caer en tus trampas —suspire.

—Ciertamente, es la trampa de Laurie, él os llamo para comer —hice una pequeña mueca tras las palabras de la mujer.

your little promise | hermione & megDonde viven las historias. Descúbrelo ahora