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Hello, welcome home

—Pero, ¿como es posible? —preguntó la castaña.

—Eso mismo pensé yo —rió la joven chica, observando sus preciosos ojos miel—. Hasta que comprendí que los muggles son más inteligentes de lo que parecen.

—¿Muggles? —preguntó Hermione.

—No-mags, Muggles, no-magicos, no-magos. Tienen múltiples nombres, pero sólo un significado; personas en las que la magia no aflora —la sonreí, repasando que había sonado un poco como Draco Malfoy con sus rollos puristas ofensivos.

—Entonces, ¿soy una muggle? —preguntó ella con una mirada confusa.

—Ehm... Supongo, pero eso no importa. Desde que te vi sentí una enorme curiosidad por saber como era posible que tu estuvieras aquí. Tú, Hermione Granger, la bruja más brillante de su edad —la mire cariñosamente.

—Pero, yo soy... —Ella me miraba confusamente.

—¿Meg March?, lo sé. Por eso mismo me causaba tanta curiosidad, porque tu nombre de pila y apellidos no eran los mismos, pero me di cuenta. En otra realidad, eres Hermione Granger, pero moriste, en mis brazos —Ella me miró apenadamente y yo la sonreí con nostalgia— Entonces te reencarnaste en este mundo, olvidaste todo, como un hechizo desmemorizante, pero más poderoso

—Y... Si yo olvide todo, ¿por qué tú no? —preguntó suavemente.

—Porque yo no morí, —respondí secamente— o eso creo...

—Si no moriste, ¿cómo es posible?— hizo una mueca.

—Estoy trabajando en ello —la sonreí inocentemente.

—¿Por qué? —soltó mosqueada.

—¿"Por qué" qué? —la mire extrañada.

—¿Por qué debería creerte? —hizo una mueca.

—¿Acaso dije yo que debías hacerlo? —continue tranquilamente.

—¡Para de responderme con preguntas! —refunfuñó.

—¿Por... - me calle al ver su mirada asesina - En realidad no debes creerme, tienes el total derecho de pensar que estoy demente —dije.

—Eso ya lo hago desde hace mucho —rió.

—Ja Ja Ja muy graciosa —rodé los ojos, pero repísame te me puse seria—, bueno, en realidad que creas que estoy chalada era una de las razones por las que no te iba a decir esto

—Vale, déjame recapacitar un poco —pareció quedarse pensado por unos segundos—. Entonces, eres de otra realidad, de una en la que hay magos y brujas —comenzó a decir mientras yo asentía—, has llegado hasta esta realidad gracias a un artilugio que tu mascota había encontrado... Y mi yo de otra vida murió en esa misma realidad. Vale, es muy confuso y probablemente no lo comprenda hasta una semana después. Pero, si todo lo que me dices es cierto, ¿estamos en Londres para que tú-

—Para que yo vuelva a casa, mhm —terminé su pregunta asintiendo.

Meg pareció estresada y confusa de un momento a otro. Supe que iba decir algo.

—Entonces, v-vienes aquí de la nada, te quedas viviendo con desconocidos, metiéndote en sus vidas y, ¿y ahora pretendes irte? ¿Marcharte sin más, sin ninguna explicación? Dios, ¿qué pensarán mis hermanas, y Laurie?

—Bueno, Laurie fue el primero que lo supo, con más detalles y bueno, el quiso ayudarme.

Decidí que era hora de mirarla a los ojos, fue una sorpresa que los de esta estuviesen aguados y su nariz rojiza. Odiaba ver como al gente lloraba, me daba impotencia y sentía que debía pararlo.

—Hey... ¿e-estás bien? —pregunté patosamente.

—¡No! —me sobresalte por su exclamación— Te vas a ir sin más, como si nada hubiese pasado. Ten un poco de empatía, ¿no?

—Meg... Este no es mi lugar —susurre cabizbaja.

—P-pues haremos que lo sea —jadeó.

Me comenzaba a doler demasiado el hecho de perderla, ¿en que momento me había encariñado tanto? Realmente en ningún momento pensé que pensarían las personas con las que he estado conviviendo durante un año si simplemente yo desapareciera.

¿Se olvidarían de mí? Es lo más probable, y duele. Pero, necesitaba volver, realmente lo hacía. Necesitaba volver con los míos y recordar, recordar esos momentos en el colegio de magia y hechicería. Porque sí, estaba olvidándolo, ya no tenía flashbacks y en parte era porque estaba en otra realidad, lo sabía.

Necesitaba volver porque no podía olvidarme de ella, Dios, ya casi ni recordaba todos esos discursos sobre Elfos, no recordaba como hablaba sobre el P.E.D.D.O.
Ya casi ni recordaba sus besos.

—No, debo volver a casa —una lágrima cayó por mi rostro.

—¿Por qué? —Meg hablo tranquilamente, aparentando haber salido de su ataque de ansiedad, uno que yo había provocado.

—Allí hay gente que amo —dije.

—Vale —se rindió—, pero, que sepas que no te perdono, realmente nunca lo haré

Eso dolió como si me calvarán una daga en el pecho. No me perdonaría... Nunca.

La chica secó sus lagrimas, esas gotas derramadas, que suplicaban: "quédate".
Pero no podía, ¿como tendía la conciencia limpia sabiendo que no hice nada por volver con mis amigos?

Meg salió por la puerta, su vestido morado, levemente desgastado resbalando por el marco de la puerta.

Ojalá no fuese así, pero Meg tenía razón, no podía irme sin más. Aunque tampoco podía quedarme, simplemente no podía.

Pero, algo se me ocurriría. Siempre se me ocurría algo.

Aunque eso lo debería pensar en suelo inglés, porque el barco paró sus movimientos y al asomarme al aire fresco pude ver un puerto.

—Bienvenida a casa —me dije a mi misma.

Sí, bienvenida a casa.

.

.

.

Lo prometido es deuda, aquí está. Es corto pero tuve que modificar el final bastante ya que tenía la historia planeada de otro modo y se me ha desviado la cosa.

Ari <3

your little promise | hermione & megDonde viven las historias. Descúbrelo ahora