17

994 124 4
                                    

Ninguna persona se apiada de aquellos que lo perdieron todo, ser los últimos goblins humanos es una maldición. No eres querido ni en el mundo humano ni en el espiritual, la aldea fue quemada por los humanos al ser "fenómenos", huir era la único que les quedaba al igual que solo estar juntos.

 — Tengo hambre Nobara-san. — mencionó el menor de ambos para jalar un poco la ropa sucia de la mayor.

— yo igual Megu, pero no tenemos que comer. — admitió mirando a su alrededor, los demás espíritus los miraban con desagrado alejándose de ellos. — traeré un poco de comida, espera aquí. 

El menor se sentó en el frío suelo viendo como la mayor se iba, cerró los ojos recordando como su casa y la de los demás estaban envueltas en llamas.
Solo Nobara y el por suerte lograron escapar al ir minutos antes por peces al río.
Megumi tenía miedo pero estaría seguro si permanecía junto a la chica.

Para ser peor su situación era mas difícil al ser menores, Nobara apenas cumplió los dieciséis años y Megumi los doce. 

Abrió los ojos al sentir que era jalado pero se tranquilo al ver que era Nobara. — corre ahora Megumi, si no nos alcanzarán. — dijo preocupada para correr con todas sus fuerzas siendo seguida por el menor tratando de perder de vista al vendedor. 

— Nobara, estoy cansado... — admitió el chico sin dejar de correr, la chica parecio ignorarlo pero finalmente se detuvieron al ver que ya no los seguían. 

— yo... perdón por hacerte correr Megu, pero lo bueno de esto es que tenemos comida. — mostró los panes y el agua que traía consigo mostrando una sonrisa. 

— ¿los robaste? Pero eso es malo Nobara-san. — el menor la miró sorprendido. 

— lo se, pero no tenemos opción, nadie nos quiere dar nada, tenemos que sobrevivir por nuestra cuenta pero tu no lo hagas, la que tiene que manchar sus manos voy a ser yo. — Nobara se sentó en el suelo para sacar una pieza de pan y dársela al pelinegro. — ahora come, esta caliente y se ve delicioso. Megumi soltó una leve risa para sentarse a su lado y comer la deliciosa comida que consiguió la mayor.

— Nobara, ¿por qué no podemos ir al mundo espiritual? — preguntó con dicha curiosidad.

— por qué no somos espíritus naturalmente, tenemos un cuerpo humano, peeero sería increíble ver lo que los ancianos mencionan. 

El pelinegro asintió y luego volvió a hablar — Noba, ¿me enseñarás a controlar mis poderes? — La mayor asintió revolviendo su cabello, tenía que cuidar de Megumi, no importaba que pasara con ella mientras pueda mantener a salvo al menor.

.

Llevaban días caminando de un lado a otro buscando qué comer, no podían robar comida de aquel puesto de nuevo ya que al intentar hacerlo nuevamente la mayor fue recibida por varios golpes dados por los dueños.

Estaba desesperada, Megumi tenía hambre y no habían descansado bien ya que cuando lo intentaban eran corridos o golpeados por las las personas por el simple hecho de ser diferentes.

— Nobara, ya no puedo continuar... — el menor se dejó caer al suelo. 

— no digas eso Megu, no falta mucho para el siguiente pueblo. — al ver que el menor ni siquiera pareció prestarle atención, al ver que respiraba y su pulso era algo normal optó por cargarlo en su espalda y seguir caminando. 

El recorrido era muy cansador y estaba débil pero no podía darse por vencida, Megumi dependía de ella. Realmente creía que un dios lo ayudaría, bueno... si es que existían por que nunca los había visto.

禁断 | 𝘗𝘳𝘰𝘩𝘪́𝘣𝘪́𝘥𝘰  - 𝗚𝗢𝗬𝗨𝗨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora