Capitulo 3: Solo regresaron dos.

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Pero antes de que aquellas bengalas rojas iluminaran el crepúsculo, tomamos una decisión, una decisión que nos dejó marcados a todos para siempre, y afectaron nuestras vidas incluso pasado los años.
Fue aquella vez en la que realmente nos dimos cuenta lo cruel e injusto que puede llegar a ser este mundo, que éramos simples niños jugando a ser adultos. Y lo más importante, entendimos lo que una persona está dispuesta a hacer por proteger a los que ama.
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Pasado

Tres meses después de la Segunda Ola

Ronnie Ross

— ¿En qué están pensando?, ¡Claro que no!, fue su error y por ese error nos condenara- 

Un disparo y en menos de un segundo el suelo de la tienda se pintó de rojo. Ahora estaba seguro de que mi corazón saldría disparado en cualquier momento. 

— No había otra respuesta —Oliver siguió sosteniendo con fuerza el arma, solo dos balas se gastaron, sabía que Oliver era alguien decidido, pero, ¿acabar con la vida de alguien a sangre fría?— ¿Qué haces ahí parado?, ¡ven a ayudar!

¿Hablaba de mi?, el miedo y el shock no me dejaba procesar todo lo que estaba pasando, miré a Oliver fijamente en sus ojos no existía ningún tipo de lastima o arrepentimiento, mis piernas no respondían. Me juraron que no se lastimaría a nadie, pero, ¿que acababa de pasar?

—  No tenemos otra opción, Ronnie, lo lamento —la voz calmada y apagada de Dominic apareció detrás, su cálida mano tocando mi hombro intentaba calmarme— ¿Cuantos días nos quedan para que lleguen?

—  No tengo idea, tres como mucho, el reloj corre en nuestra contra. Ahora hay que quemar los cuerpos, debemos salir de aquí antes de que los corredores se acerquen. 

Mi mirada se quedó clavada a las baldosas negras y blancas de la tienda en la que nos encontrábamos, los ventanales estaban cubiertas por papel diario pegado, la poca luz que ingresaba era suficiente como para no quedarse en la oscuridad total. Las puertas traseras fueron abiertas y los dos cuerpos que yacían tiras en el suelo fueron arrastrados hacia el exterior como dos bolsas de basuras, ¿en verdad esta era nuestra única opción para salvarnos?, ¿en verdad a nadie le parece mal esto?
Todos salimos al patio trasero de la tienda, nos hallabamos en la pequeña calle comercial del pueblo en donde varios locales pequeños coexistían unos al lado de otros. Listos para subirnos a las motocicletas y volver a la Zona Roja, Dominic me acompañó hasta uno de los biciclos y me ayudó a subir mientras me alentaba a que no voltease, pero aunque no mirara mis oídos no podían ser tapados, oír como derramaban a los cuerpos sin vida liquido para luego prenderles fuego acompañados con ese horrible olor a carne quemada fue horrible, con claridad podía comparar ese dolor como si alguien me estuviera golpeando con un pesado martillo. 
Oliver se acercó y susurrando preguntó a Dominic si estaría bien y si no lo arruinaría todo, mi atención estaba enfocada en el bosque en donde mi paranoia hacía que comience a ver movimientos extraños, y mis pensamientos en que ya pasó un largo tiempo de que no visitaba el pueblo, así que no supe qué contesto la pelirroja, ¿a caso era yo el siguiente?

El motor de los tres biciclos rugieron, de lejos ya se podían escuchar los gruñidos y gritos de los corredores que se acercaban atraídos por el ruido de las balas y de las motos y por el olor a carne asada de los dos cuerpos tirados en el suelo.
Hubo un elipsis en mi cabeza, un espacio en blanco en el que supongo se puede rellenar con un viaje por la carretera de unos quince minutos, todo volvió cuando a lo lejos por fin vi nuestra Zona Roja. Una vez nos acercamos lo suficiente nos bajamos para evitar hacer ruido y de paso poder ocultar las motocicletas, ahora tocaba caminar hasta volver a la comunidad.

A.Z: El último Omega.Where stories live. Discover now