Capitulo 4: Un momento de paz.

46 13 0
                                    

Sebastian

Me encontraba dentro de la habitación en donde almacenamos los medicamentos, realizando el ya rutinario y tedioso chequeo que consiste en contar y anotar todos y cada uno de los medicamentos en una gran libreta, este trabajo lo hacen distintas personas al azar al final de cada día, de esta manera nos aseguramos que no falte nada, y ayuda de que en caso de que alguien robe algo nos sea mucho más fácil identificar y atrapar al ladrón, hoy fue mi turno.

Por alguna razón no paraba de pensar en aquella desastrosa "gran asamblea" de hace una hora, que en lo único que ayudó es en dejar al descubierto lo tensos que todos nos encontrábamos, y también el saber de la intensa sed de sangre que tienen algunas personas en buscar culpables para todas nuestras desgracias, a veces ni siquiera una horda de muertos logra unificar a las personas.
Hablando de sed de sangre, me preguntaba si Jake se encontraba bien, en la asamblea lo noté muy nervioso algo inusual en él, intenté hablar con él una vez bajó de la mesa pero frené al ver que estaba manteniendo una intensa conversación con Ruby y Alicia, supuse que lo mejor sería ir verlo más tarde una vez haya terminado mi aburrida e insoportable actividad.

Continuaba rascando suavemente mi ceja con mi dedo índice, concentrado en no perder la cuenta del numero de pastillas de paracetamol que habían en el primer de los cuatro estantes de madera barnizadas que están pegadas a la pared en la pequeña habitación.

— ¿Y por qué mejor no me lo dejas a mí? —Oí la voz de Alex detrás para luego sentir como su mano caía sobre mi hombro de manera amistosa— Como mañana lucharás contra la horda no creo que debas de pasar tus últimas horas aquí, contando cuantas pastillas de laxantes quedan —"Gracias por el apoyo" contesté para mi mismo. Pensé en aclararle que los laxantes ni siquiera son pastillas, pero el hecho de que no lo sepa me hizo gracia— Deberías de ir a la fogata y tomar algo, yo me terminaré de contar lo que sea que estabas contando —Accedí a su petición al instante, aunque la cualquier tipo de amabilidad viniendo de su parte es algo extraña, me encontraba algo cansado y angustiado por la expedición de mañana como para ahondar en aquel pensamiento. Sí, sabía que era imposible que yo muera en la expedición, pero algo me seguía poniendo ansioso por alguna razón, supongo que el hecho de que sería nuestra primera vez solos combatiendo a una horda era lo que me tenía intranquilo.

— ¿No deberías de estar cuidando de Dominic? — Pregunto antes de abandonar la habitación. Ahora los papeles se invirtieron, él tenía en una mano la libreta y en la otra la pluma con tinte azul, yo me encontraba frente a la puerta, a un paso de salir de la pequeña habitación.

— Ella aún está descansando, iré a verlo de nuevo mas tarde. ¿Algún problema "soldado"? —Contesta con un tono algo bromista, siempre detesté ese apodo. Decidí encoger mis hombros como respuesta. Luego de terminar la corta charla con Alex finalmente abandoné la habitación.

Al salir al patio un suave color rosa rojizo pintaba el cielo. Las tres torres se alzaban a mis espaldas, algunas cabezas que mantenían tranquilas conversaciones se asomaban por encima de las barandillas de acero del primer y segundo piso en los tres pabellones, buscando también contemplar el bonito atardecer.
Me paré de puntillas, levanté mis brazos y las puntas de mis dedos apuntaron al cielo, estirando toda mi espalda, haciendo que una especie de energía vital recorra por todo mi cuerpo, para finalizar soltando un largo y profundo bostezo.

A lo lejos, Ruby junto con Alicia, Marlon, y el chico nuevo llamado André, estaban entre chistes y pequeñas risas volviendo del patio trasero, trayendo leña y ramas secas para encender la fogata. Por mi cabeza pasó la idea de ir junto a Alicia y de paso aprovechar e ir a por unas copas más tarde, pero por el momento prioricé ir y asegurarme que Jake se encontrara bien.
Eso me llevó a detenerme a preguntar a alguna que otra persona si no lo habían visto, todas las respuestas eran la misma, decían que lo vieron yéndose directo a la cafetería para luego subirse las escaleras con dirección a su habitación.

A.Z: El último Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora