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La última caja fué deposita sobre el piso del apartamento, aún con la limpieza previa todavía podia notarse el polvo deambular por todo el lugar.
Cerrando las puertas tras de si, Sebastian dió una mirada a las cajas que tenía que desempacar, eran demasiadas y el hecho de haber terminado la mudanza en horas de la madrugada lo dejó más cansado de lo que pensó.

El silencio que llenó la habitación de pronto fué asfixiante para él asi que caminó hasta la ventana para abrirla, dando entrada al aire que quitó esa fea sensación polvorienta que impregnaba sus fosas nasales. Afuera, el ruido del despertar de la ciudad tan conocida para él le dio la bienvenida.

El sol poco a poco comenzaba a darse paso entre los edificios y entre las calles que ya se encontraban llenas de vida por los peatones apresurados.
Mientras contemplaba a los desconocidos caminar abajo del edificio donde sería su nuevo hogar su estómago rugió recordándole que no comió nada desde la noche anterior, entre los consecutivos deberes de su agenda y los nervios de la mudanza, su apetito se habia visto afectado, pero después de tanto ajetreo su cuerpo necesitaba recargarse de alguna forma.

Entonces Sebastian cerró los ojos por un momento, pasando los dedos por sobre ellos.
Tomó un respiró y lo pensó: «quizas deberias comprar un simple bocadillo en el camino a la reunión de esta mañana»

Y asi lo hizó mientras caminaba por aquellas nuevas calles, aquel sonido de la envoltura producía una extraña satisfacción en él como un pequeño premio después de pasar toda la noche despierto.
Al ser casi las diez de la mañana las calles de su nuevo vecindario estaban un poco más tranquilas, lo suficiente para dejarlo gozar de cierta tranquilad entre cada bocado mientras recorría con la vista curiosa pero siendo lo mas discreto posible.

Algo en particular llamó su atención cuando se alejó mas: Una cafetería, disminuyendo la velocidad de sus pasos observó por las grandes ventanas que poseía el lugar, dejando ver claramente la decoración hogareña de colores neutros que poseía. Las mesas redondas de color negro brillante se encontraban casi vacias debido a la hora, Sebastian dió unos pasos más y dudó.

«¿Debía entrar o continuar su camino hacia el trabajo?»

Negando con la cabeza decidió dejar el estrés diario para después, volvió sobre sus mismos pasos. Pero supo que la suerte no estaría de su lado ese día cuando su celular comenzó a sonar en su bolsillo con insistencia. Haciendo una mueca justo frente a la puerta tomó su celular observando aquel conocido nombre en la pantalla. No quería contestar pero sabía la insistencia que tenía aquella persona

—No será hoy. —pronunció para si mismo. Y con ese sentimiento de derrota dió un paso hacía atras y descolgando la llamada continuó su camino aquella mañana.

Los dias que le siguieron no fueron del todo diferentes, pero el silencio de la noche por alguna razón le parecía más pesado en aquel nuevo piso.
Entre el silencio de aquella horas nocturnas cuando una sonrisa superficial saturaba la soledad, su mente lo llevaba hacia otro lugar, algo comenzaba a dar color a sus mañanas en esos extraños quince minutos y no estaba pensando precisamente en el café.

𝑺𝑬𝑴𝑷𝑰𝑻𝑬𝑹𝑵𝑶 || 𝑉𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛2 𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏Where stories live. Discover now