4. La apuesta

969 42 16
                                    

Cuando me aparto de Gael, veo que me mira extrañado. Paso a saludar a sus padres, antes de que suelte alguna de sus bromas y me deje en evidencia delante de todo el mundo. Afortunadamente, no hace ningún comentario y los seis tomamos asiento para cenar.

Todavía no sé por qué he hecho como si no le conociese. Ha sido un acto reflejo, me ha salido sin pensar.

Realmente no estaba pensando en ese momento, pero si me detengo a ello puede que haya fingido que no le conocía porque les he relatado a mi madre y a Elías todos los acontecimientos del día de hoy y les he hablado mucho sobre Abigail. No obstante, en ningún momento he mencionado a su primo.

Debe de ser eso, no quiero que ni madre ni mi hermano piensen que he evitado hablar de Gael porque quiero mantener en secreto lo que ha pasado entre nosotros. No quiero que mi familia se haga una idea equivocada respecto al tipo de relación que tengo con este chico, que es ninguna, en el mejor de los casos.

Durante la cena, la mayor parte de la conversación recae sobre Marco y Héctor. Está claro que el resto de los comensales somos puros complementos esta noche o, al menos, así es como me siento.

He de admitir que le he echado alguna que otra mirada a Gael mientras comíamos.

Está muy guapo con sus pantalones negros de vestir y una camisa a juego. No va tan arreglado como sus padres, lo que me ha ayudado a dejar de sentirme tan insegura por si mi ropa era o no la adecuada para la ocasión.

Me sorprendo pensando que ese atuendo tan oscuro favorece sus bonitos ojos verdes. Además, sus rizos rubios perfectamente despeinados le quedan fenomenal.

- Halley. – Susurra mi madre, a la vez que me da un toque por debajo de la mesa.

¿Se puede saber por qué estaba pensando en esas cosas? Odio a este tío, es un prepotente que se cree que le hace gracia a todo el mundo solo porque es el capitán del equipo de baloncesto. Céntrate, Halley.

- Perdona, no estaba escuchando. – Digo avergonzada, mirando al resto de la mesa. No sé a quién tengo que responder ni qué.

- No te preocupes. – Contesta Marco. – Estaba diciendo que ahora vamos a hablar sobre negocios y, puesto que ya habéis sufrido bastante, Gael y tú podéis iros a dar una vuelta. Puede enseñarte las instalaciones del club o lo que os apetezca. – Explica, con tono comprensivo y una sonrisa en su rostro. - Él ya ha dicho que le parece bien y estábamos esperando tu respuesta

Me está hablando como si tuviese problemas para entender sus palabras y tengo la sensación de que me está disculpando ante sus invitados. Me muerdo la lengua antes de responderle una grosería. No me cae mal Marco, hace feliz a mamá, pero desde que hemos empezado a vivir con él ha tenido algunos comportamientos que no me han gustado. A lo mejor siempre ha sido así, pero como no pasaba mucho tiempo con él, no me había dado cuenta.

- Está bien. – Me limito a contestar.

Menos mal que puedo salir de aquí antes de soltarle algo de lo que luego me arrepienta, pero ¿quedarme a solas con Gael? Esto es ir de mal en peor.

Salimos del restaurante en silencio, aunque este no dura todo lo que me hubiese gustado.

- ¿A dónde quieres ir?

- No sé, tú eres el que conoce esto. – Vale, eso ha sonado más borde de lo que pretendía.

- Muy bien. – Contesta Gael, inmune a mis comentarios groseros. Después de una pequeña pausa, continúa hablando. – Se me ha ocurrido un sitio que creo que te va a gustar, pero hay una condición para que te lleve allí. - Su tono de voz me indica que esto le divierte.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora